Llevaba tanto tiempo esperando, contenido, que este sábado a mediodía el Esca aguardaba demasiado tranquilo. Perezoso, más de lo habitual. Se ha hecho de rogar todo lo que ha querido pero después de dos años sin unir madera y agua, sin arropar la tradición y mecer a su paso siglos de historia, ha dejado que a pesar del poco caudal que llevaba las almadías surcaran sus corrientes río abajo. Y han llegado por fin, después de dos años de parón por la pandemia, en una fiesta que ha hecho Burgui más grande -si cabe- en su 29ª edición del Día de la Almadía, que ha celebrado por todo lo alto: mucha gente, ambiente inmejorable y clima tropical. Talos, txistorra, sidra y platicos de migas. No se puede pedir más.

Antes de la llegada, Ana Fernández y Raquel Barásoain guardaban sitio en el puente mientras sus maridos compraban pan y tortas -parada obligatoria y, como confirmaron después Fermín Flores y Carlos Odriozola, también otra para echar el trago de rigor-. “Hemos hecho la visita guiada de los oficios, y el guía ya nos ha avisado de que había que venir con tiempo”, decían. A las 9 de la mañana ya estaban en el pueblo y, aunque no era su primera visita, nunca habían visto las almadías de cerca. “Siempre lo vemos en la tele o en el periódico y no terminábamos de venir. Este año no nos lo queríamos perder, nos gusta ver las tradiciones, historias que se mantienen o se intentan mantener y recordar”, decían ellas. “Después de lo que hemos pasado, ahora que parece que va mejor la cosa, hay que aprovechar. Tenemos ganas de todo”.

El Día de la Almadía I

El Día de la Almadía I

Sólo ha habido una vez en la historia, desde que se recuperó la cita, en la que tuvo que ser suspendida. Fue por exceso de agua en 2012. Y tras el impass que ha marcado el covid, hoy a orillas del río decenas de personas han aguardado expectantes una jornada que se prometía complicada. “Hasta hace diez o doce días que llovió tantísimo, con el deshielo, había muchísima agua. Y este domingo pasado estaba muy bueno pero ahora la verdad es que el río está bastante justo. De hecho, todos los años bajamos a unos 5 kilómetros de aquí, donde habitualmente se atan las almadías y se prepara todo -se suele ir en víspera para asegurar el recorrido- y este año no hemos podido porque no había caudal”, relataba Juan Antonio Recari, miembro de la Asociación Cultural de Almadieros, que organiza la cita.

Recordaba, también, la única vez que bajó una almadía sin público. “Fue un año que había tanto caudal que ni se veía la presa. Nos quedamos atascados, tuve que hacer palanca para salir… Y pasamos en una almadía pero la otra se quedó arriba. Al día siguiente la bajamos y fue una gozada, me emocioné, porque así es como lo hacían antaño. Era algo tan habitual que la gente no salía a la calle”. Se ha acordado también de cuando bajaban tres almadías en vez de dos y tuvieron que unirlas en una sola “para que la inercia, la fuerza de la madera, cogiera impulso. Entonces las almadías las gobernaban los abuelos, que no eran tan abuelos. A los que les había tocado de chavales bajar almadiando como oficio”.

El Día de la Almadía II

El Día de la Almadía II

Hoy ha salido bien. Han llegado despacio pero bien, pasadas las 12.30 horas, dando tiempo a vecinas y visitantes a dejarse caer por el Museo de la Almadía, los puestos del mercado tradicional, a disfrutar de los bailes del Ttun-Ttun y de la música de la txaranga Alto Barrio Band de Murillo el Fruto, la fanfarre Arroitu Indarra de la Escuela de Música del Valle del Roncal y hasta de la jotica a mi abuelo que ha cantado Mario Sanz, a orillas del Esca, recordando a ese “almadiero y roncalés”, que surcaba el río con “nieve, sol, frío y hielo”, hablando de su “bravura y brío a la vez”.

Ha sido un día especial pero, sobre todo, un día de nervios para todos aquellos que lo han hecho posible. “Teníamos todos muchas ganas, no sabíamos cómo íbamos a pillar el río pero al final ha salido todo bien, estamos todos contentos y sin quejas”, valoraba el presidente de la asociación, Koldo Cilveti. Ha reconocido un poco de emoción, eso sí, “en algún sitio que se nos ha parado un poco. En la nuestra venia Javi Eseverri, que está fuerte, y más vale porque ha tocado empujar”, bromeaba.

Ha agradecido la labor de todos sus compañeros y compañeras, “sin ellos esto no sería posible. Se implica todo el pueblo. Chavales que estaban empezando han tenido que parar estos dos años y no sabíamos cómo sería retomarlo. Pero nos hemos encontrado con más gente, hay veteranos y jóvenes, cada vez más mujeres, creemos que el futuro está más o menos garantizado, y eso es importante”, ha valorado.

ALMADÍAS DE ORO

Se han entregado también las Almadías de Oro a la Asociación AstroRoncal/Erronkarizar y al deportista Javier Eseverri, que han recibido orgullosos el homenaje antes de la presentación de la campaña 2022 del queso con Denominación de Origen Roncal. “Es una gozada estar hoy aquí, ver la plaza llena”, ha dicho Eseverri, agradecido por el reconocimiento. “Ha sido una experiencia como pocas, brutal. Me he sentido como uno más de aquí”, ha valorado, contento. Por su parte, la presidenta de la asociación AstroRoncal, Arantza Arregi, también ha agradecido “una experiencia inolvidable, muy emocionante. Nosotras seguiremos cuidando la oscuridad del cielo del valle del Roncal para que pueda ser otro recurso más para poder seguir viviendo aquí”.