Después de cinco intensos días de celebraciones, en Irurtzun tocó entonar el ¡Pobre de mí!, un día de despedidas, especialmente sentida entre los y las txikis. Y es que ayer también dijeron adiós Amaia, Gartzia Ximenez, Petronila y Teodosio de Goñi, los gigantes de la Comparsa de Irurtzun, y sus inseparables cabezudos. Después de dos años sin fiestas, lo hicieron a lo grande, acompañados de las figuras de las comparsas de Lekunberri-Larraun y Azpilagaña.
Con el mercurio cerca de los 40º, las comparsas llevaron la fiesta por las calles de Irurtzun al mediodía para finalizar en la plaza, con bailes. Si ayer hacía calor, qué decir dentro de un armazón, con peso, y encima bailando. “Te cueces”, aseguraba Manolo Pegenaute, de la Comparsa de Azpilagaña, que acudió en sustitución de la Comparsa de Artica, que no pudo acudir por falta de portadores. Así, al rescate llegaron Juana de Albret y el Mariscal Pedro de Navarra así como Erreka Mari, Basajaun, Romano y Joxe Miguel, unas figuras de menor tamaño. “Para bailar un gigante lo ideal es 3-4 personas y hoy estamos dos para cada uno. La mayoría de las comparsas andamos escasas de gente. Tras la pandemia se ha agravado la situación”, apuntó. En su opinión, falta relevo generacional. “Tenemos una cantera potente pero llega la adolescencia y lo dejan”, lamentaba.
El caso de la Comparsa de Lekunberri-Larraun es diferente, con el ímpetu de los inicios, no en vano echó a andar en 2020, en plena pandemia. “Estamos 14 porteadores aunque por vacaciones de algunos, hoy han venido otros cuatro de Irún, a quien agradecemos su ayuda. También a la de Irurtzun por lo bien que nos ha tratado”, observó Joseba Jokin Ordoki, uno de los impulsores de esta comparsa que da vida a Malloa, Larraun, Napar y Larrain, los cuatro gigantes, junto a sus kilikis: Gaztaundi, Arotza y Elutza.
NUEVOS AIRES
De llegar a contar con cerca de medio centenar de personas, en Irurtzun se tocó fondo en las últimas fiestas, en 2019, cuando en el cohete no se pudo sacar Gartzia Ximenez por falta de porteadores, a pesar de diferentes llamamientos. Pero tras dos años sin fiestas había ganas y un grupo de jóvenes, padres en su mayoría, han entrado en la comparsa con energías renovadas. “Son unos 15 porteadores. Estas fiestas hemos andado bien pero justos”, observó Amaia Albizu, una de las coordinadoras de esta comparsa que el próximo año cumplirá cuatro décadas de ilusión y magia en Irurtzun. Lo cierto es que las fiestas de este pueblo no serían las mismas sin sus gigantes y sus cabezudos, Conguito, Bruja, Abuelo y Demonio que ayer mostraron su cara amable, con apretones de mano y lanzamiento de caramelos.