Marisol Landa, vecina de Otsagabia de 72 años, hilaba sentada un calcetín con un pañuelo negro puesto en la cabeza.

“Aprendí el oficio viendo a mis tías y hermanas porque mi madre falleció cuando yo tenía nueve años. Me acuerdo que a los 16 no paraba de hacer calcetines para los nueve hermanos”, recuerda Marisol, que desde el 2004 ejerce de hilandera en Orhipean, la festividad que recrea la vida cotidiana de Otsagabia a principios del siglo XX. La hilandera de Otsagabia. 

Marisol, debidamente caracterizada con atuendos y peinado de la época, no se ha perdido ningún Orhipean –los orígenes de este festejo se remontan a 2004– y ya lleva 16 años recordando a sus vecinos y visitantes en qué consistía el oficio de hilandera, que tanto abundaba entre las mujeres décadas atrás.

“En las primeras ediciones, nos solíamos juntar muchas mujeres mayores. Ahora, en cambio, podemos encontrar distintas generaciones”, se alegra Marisol, que en este día tan especial estuvo acompañada por sus hermanas Milagros y Josefa, sus sobrinas Bakartxo y Victoria y su nieta Amets.

Toda la familia se pasó la mañana con los hilos entre las manos y enseñando el oficio a los visitantes. “Después, comeremos en casa y a la tarde saldremos a echar unos bailes. Eso sí, con el pañuelo en la cabeza porque con los bailes que me pego se me quedan unos pelos...”, bromea. 

La presencia de nuevas generaciones le hacen ser optimista y asegura que el oficio no caerá en el olvido, aunque en este mundo moderno de comprar y tirar las grandes empresas textiles no confeccionan las prendas con tanto mimo como antaño. “Creo que hay futuro porque en esta edición, por ejemplo, en el puesto de los cordeles, que está al lado de la iglesia y el río, han entrado chicas bien jóvenes”, apunta Marisol.

Después de dos años de pandemia, Otsagabia se volvió a engalanar gracias a la implicación de los vecinos y vecinas. “Hay mucho trabajo detrás para sacar el Orhipean adelante. Ayer, por ejemplo, nos reunimos para recoger las antiguas máquinas y utensilios de las casas y colocar toda la exposición”, apunta. Y la faena no se queda ahí, ya que hoy tienen que recoger todo lo que sacaron a la calle.