Hace muchos años que el esparto dejó de ser el sustento de algunas familias de Sesma pero, a pesar de ello, en la localidad siempre tienen sus orígenes muy presentes y así lo demostraron ayer en la 22ª Feria Artesparto, una cita con la que recordaron a los vecinos y vecinas que se dedicaban a tratar y a ganarse la vida con esta planta silvestre que nace en el término municipal.

Rosario Etayo, Feli Etayo, Tomás Goicoa (que llegó más tarde y cuyas obras lucieron radiantes en la plaza), Virginia Goicoa, Mª Jesús Goicoa, Marta Goicoa, Mª Eugenia Goicoa y Silvia Asensio fueron las encargadas de estar durante toda la mañana hilando y respondiendo a las preguntas de todas aquellas personas que hasta allí se acercaban.

Feli, comentaba, comenzó a hilar con 12 años pero después se marchó a vivir fuera y lo retomó pasado el tiempo. “Yo no me tuve que ganar la vida con el esparto, pero ahora mismo me pongo a pensar y me alegro de haber aprendido porque así puedo enseñar a gente joven para que no se pierda esto que es tan nuestro”. De hecho, ella ha sido la que durante los últimos meses ha enseñado a hilar al grupo de mujeres que ayer la acompañaban en la plaza. “Se nota mucho cómo han aprendido; al principio no sabían nada, pero ahora sí. Es importante que esto no se pierda, la gente mayor cada vez va a menos, ya lo ves, y no pueden venir, así que alguien tendrá que seguir”.

Las mujeres que salieron ayer a la palestra para mostrar cómo se trabaja esta planta silvestre. Maria San Gil

Precisamente Virginia es una de las sesmeras que el año pasado comenzó con el taller al que ha seguido acudiendo todos los sábados. Junto a una de sus hermanas explicaba que “vamos poco a poco pero sí que se nota la mejora. Cuando vimos que se acercaba la feria decidimos hacer algo más allá de hilar, y elaboramos un mandala, una flor, la máscara y el espejo, pero el año que viene sacaremos cosas mucho mejores”. Ella, que asegura que se ha aficionado y enganchado, insistía en que “estaríamos encantadas de que viniera más gente, sería una pena que esto se perdiese porque acabaríamos con una feria más de tantas”.

Pero si alguien acaparó todos los flashes de las cámaras esa fue Silvia, de 7 años, que con soltura y brío hilaba como si llevara haciéndolo toda la vida. “Me gusta mucho, la verdad, no me parece difícil. Me ha enseñado mi tía Marta y hoy me ha apetecido salir aquí”.

Silvia Asensio, de 7 años, hilando en la feria. Maria San Gil

UN MANJAR

Y cómo no, en este día tan señalado no faltó la degustación de migas que se encargaron de hacer con mimo, paciencia y esmero desde pasadas las 8.30 horas José Vidal Bea y Francisco Zábal (ambos llevan las 22 ediciones), junto a Teodoro Lumbreras, José Mª Roldán y Jorge Zábal.

Largas filas para degustar las migas en la plaza. Maria San Gil

Estos cocineros se encargaron de elaborar, explicaron, más de 100 kilos de migas a las que añadieron 32 kilos de picadillo, 16 kilos de panceta y ajo. A las 11.00 en punto dijo uno de ellos a viva voz: “¡A remar, a remar!” y a ello se pusieron sin cesar para poder sacar la primera tanda de migas a la plaza. “Es algo que nos gusta y, mientras podamos, aguantaremos”.

La jornada también contó con un gran mercado, talleres, actividades y la apertura de la Casa Museo Padre Tomás Esteban.

Los encargados de preparar las migas, en los fogones. Maria San Gil