Este año Casa Ostiz cumplirá 150 años, “igual incluso alguno mas, aunque no está documentado”, según señala Carlos Ostiz Apezteguia, que junto a su mujer Pilar Olalla Iraeta, dirige el negocio en la cuarta generación familiar. Un aniversario que no han podido celebrar con alegría por el fallecimiento de su hermano mayor a principios de año, aunque Carlos Ostiz quiere que sea un recuerdo tanto para su hermano, como para las cuatro generaciones de Ostiz que han pasado por el negocio: “Todos mis hermanos y hermanas han pasado por el negocio de una manera u otra, los hijos, sobrinos… todos han echado una mano. Casa Ostiz ha sido una forma de vida para todos ellos, también una forma de servicio para toda la comarca de Malerreka y Bidasoa, incluso algunas veces con un servicio que no genera beneficio, pero es nuestra forma de interpretar el negocio”.

Un negocio que echó a andar hace 150 años, cuando el matrimonio formado por José Ostiz, natural de Aldaba, y Francisca Elizari, de Añezkar, llegó a Doneztebe procedente de Pamplona y comenzó a vender calzado de fabricación propia. 

Borceguís famosos

El testigo pasó a manos de Anastasio Ostiz, hijo de José, y su mujer Elena Iribarren, abuelos de Carlos que fueron conocidos por los borceguís. “Cuentan que durante la segunda guerra mundial, hasta soldados alemanes que estaban cerca de la frontera acudieron a comprar en Casa Ostiz esas botas de cuero, con clavos, que no tenían suela de goma y que en su época fueron muy famosas. Llegaron a trabajar tres personas. Además, mi abuelo era músico, y un txistulari excepcional, tenía una relación estrecha con Aita Donostia. La tradición musical que hasta entonces se transmitía de forma oral, la plasmó en partitura como es el caso del Trapatan, baile típico de Doneztebe. Anastasio Ostiz llegó a dirigir la banda municipal de música de Doneztebe, que ganó el concurso de bandas de Pamplona de 1918”.

Carlos Ostiz frente al escaparate del establecimiento. Aitor Arotzena

La tercera generación, la de los padres de Carlos, Jesus Ostiz y Ana Mari Apezteguia, tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos, “por que a mi padre le surgió la oportunidad de trabajar en la Caja de Ahorros de Navarra y mi madre asumió la responsabilidad de la tienda. Fue la época de mas cambios en el comercio, dejaron de fabricar calzado y se centraron en la venta, y al mismo tiempo solicitaron la licencia de venta de tabaco y se convirtieron en estanco, y también se transformaron en librería y papelería, fue la época de la diversificación. Y siempre a mano. Era la tienda del pueblo y, aunque estuviera cerrada, se tocaba el timbre y abría”.

Y Carlos Ostiz es el último eslabón (el hermano mas joven) de la cuarta generación. Aunque estudió Derecho, tras casarse, decidió seguir en el negocio familiar, hace unos treinta años, en los que cree que los que mas ha cambiado es el mercado: “Hay mucha oferta y prima la inmediatez. Ha cambiado la forma de vida, las costumbres, la gente se mueve mucho, internet… y eso conlleva cambios. Pero nosotros intentamos cuidar a nuestros clientes. Intentamos dar servicio a nuestro pueblo y su comarca. Mis padres nos enseñaron a tratar a todos los clientes por igual, intentando dar un trato cercano y amable”.

"Intentamos cuidar de todos nuestros clientes por igual, dando un trato cercano y amable, como siempre”

Carlos Ostiz Apezteguia - Propietario de Casa Ostiz

Aunque siglo y medio de existencia den para la rutina diaria, los buenos y los malos momentos y también para infinidad de anécdotas, con la discreción carácteristica del establecimiento, Carlos Ostiz reconoce que son muchas, pero sólo refiere con una sonrisa la que le sucedió a su madre, que “en una ocasión, con motivo de las rebajas, colocó una gran cesta con pares sueltos de calzado, y un cliente se pudo a dar vueltas y mas vueltas alrededor, mirando a los zapatos. Finalmente, mi madre le preguntó qué le pasaba y éste le preguntó a ver si sólo vendían zapatos de un pié, a lo que mi madre le contestó que no, que el par correspondiente lo teníamos dentro. Ahora es habitual ver esto en cualquier tienda, pero entonces no se conocía aquí”. 

Carlos también recuerda que un amigo suyo, mientras ordenaba unas partituras de música de su abuelo, se topó con una carta escrita por la abuela de Carlos a su abuelo en 1922, en la que le contaba que se había vendido poco género y las dificultades por la que atravesaba. Un siglo más tarde seguimos igual, en todas las épocas hay dificultades y siempre hay que pensar que vendrá una época mejor”.

Futuro incierto

En cuanto al futuro, el actual propietario no ve fácil que una quinta generación Ostiz lleve adelante el negocio, “aunque nunca se sabe, porque cuando yo estudiaba no pensaba ni por asomo quedarme en la tienda… y aquí estoy. Además, todavía nos quedan unos años para jubilarnos. Y mientras tanto, intentaremos atender de la mejor manera posible a nuestros clientes.” Experiencia no les falta.