Francisco de Jasso y Azpilicueta (7 de abril de 1506 - 3 de diciembre de 1552), más conocido como San Francisco Javier, fue un misionero jesuita navarro que nació en el castillo de la localidad de Javier y en 1985 fue declarado como día de Navarra el 3 de diciembre, festividad del santo. Fue el quinto hijo de Juan de Jasso, consejero de los reyes Juan y Catalina de Navarra, y María de Azpilicueta.

Cursó estudios en París y junto a San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús. Su labor misional lo llevó a recorrer África, India y Japón. Falleció a las puertas de China a consecuencia de una pulmonía. En 1622 fue canonizado y a día de hoy su memoria permanece presente en todos esos lugares. Su castillo natal se convirtió en un lugar de peregrinación. El origen se remonta a finales del siglo X.

El señorío pertenecía a la familia materna del santo y como consecuencia de la ocupación del reino fue desfortificado. La familia pudo conservarlo y continuó residiendo en el lugar hasta el siglo XIX, cuando la Duquesa de Villahermosa y Condesa de Javier, donó el castillo a la Compañía de Jesús su actual propietario. Hoy en día puede visitarse la basílica, construida en el siglo XIX en los antiguos dormitorios del castillo, la sala donde hacía vida la familia, la torre de vigilancia y el museo. El castillo alberga una pequeña capilla que sus trabajadoras la definen como una “auténtica joya”.

En ella se encuentra el Cristo de la Sonrisa, una talla del siglo XV a la que el propio San Francisco Javier rezaba junto a su familia, por esa razón es venerada por muchos de sus visitantes. Las paredes están decoradas por uno frescos que representan la Danza de la Muerte, también del siglo XV, una obra única. Se trata del museo más visitado de la Comunidad Foraly el segundo de los monumentos, por detrás del Palacio Real de Olite. Cada año lo visitan entre 70.000 y 72.000 turistas navarros, vascos, catalanes y franceses, pero hasta Javier se acercan cada vez más personas de otras comunidades autónomas y de todo el mundo: Japón, Vietnam, Corea del Sur... Viki Lerga, trabajadora del castillo, destaca el aumento de turistas holandeses y estadounidenses.

La sala central del castillo donde más tiempo pasaba la familia. CEDIDA

El pueblo de Javier vive gracias al turismo, es el caso de Laura Guindano, trabajadora en el castillo desde hace 25 años y alcaldesa del pueblo desde esta legislatura: “El castillo ha dado siempre mucha vida al pueblo, es un tejido que une todo y la gran parte de los habitantes vivimos de ello”, declara. Se puede visitar de lunes a domingo, mañanas y tardes, todos los días del año, a excepción del 24, 25 y 31 de diciembre y el 1 de enero. Las contrataciones del personas dependen de la Compañía de Jesús y cuenta con cinco trabajadoras, todas ellas mujeres y de la comarca de Sangüesa. Se pueden realizar tres tipos de visita: visita libre, audioguía en varios idiomas para aquellos que quieran disfrutarlo a su ritmo pero con una información completa y visita guiada de, aproximadamente, 50 minutos de duración. Para los centros educativos las visitas incluyen actividades para que el alumnado sea partícipe de la experiencia.

La última restauración del castillo en el año 2005, un año antes de la celebración del quinto centenario del nacimiento de San Francisco Javier, fue clave para acondicionar el espacio y convertirlo en un lugar accesible y adaptado a las necesidades de hoy en día. Además, esta reforma dio pie a la creación del museo, ubicado en las antiguas caballerizas del castillo. Cuenta con una serie de dioramas que narran la vida del santo, una pinacoteca de dos plantas que recientemente incorporó un nuevo cuadro de San Francisco Javier pintado por Sorolla, documentos y cartas. Laura Guindano explica que todos los años realizan mejoras y pequeñas reformas y trabajan codo con codo con la Red de Museos de Navarra y el Gobierno para mantener en buen estado de conservación las piezas históricas y, si es necesario, realizar trabajos de mantenimiento. En definitiva, el castillo de Javier supone una parada obligatoria en Navarra y es reconocido internacionalmente por su valor histórico y espiritual. Gracias a las labores de conservación realizadas es posible continuar conociendo las historias que esconden sus piedras.