Es su primer libro, pero ya avisa de que no será el último. Y es que a Ana Cárcar, vecina de Andosilla, le ha encantado escribir: “Me ha gustado muchísimo; todo reto tiene su dificultad, pero superarla me motiva enormemente. Me lo he pasado muy bien y he disfrutado del proceso”. La peña fue testigo es una novela etnográfica que aborda los hechos acontecidos en el 36 pero, sobre todo, habla del después: de cómo vivieron las mujeres que se quedaron viudas y que fueron sepultadas hondamente en el silencio.

Ana estudió en el conservatorio de Teruel y después se diplomó en Magisterio de Educación Primaria con especialidad en música. Sin embargo, a los 14 años descubrió la antropología y “empecé a leer libros; me gustaba saber las diferencias entre las culturas. Por eso, cuando tuve la oportunidad, me lancé a estudiar la carrera y a hacer el doctorado”.

Es hace algo más de tres años, al regresar a Andosilla antes de la pandemia, cuando le invade por completo la curiosidad en torno al 36. “Echaba en falta saber más sobre lo que les pasó a esas mujeres; cómo criaron a los hijos, qué tenían, qué hacían, qué comían… Así que me decidí a investigar ya que, al final, es mi vocación”.

La autora, apunta, se documentó en las bibliotecas de Andosilla y Lodosa, que son las dos localidades que más aparecen en el libro, buscó artículos en Internet y, sobre todo, fue a las fuentes primarias y entrevistó a personas que le contaron sus vivencias.

Aunque su idea originaria era hacer un ejemplar con relatos cortos, en el curso que realizó sobre cómo publicar con una editorial tradicional le animaron a hacer una novela al uso y acabó transformado y entrelazando esas historias.

Algunos detalles

La peña fue testigo tiene algo más de 200 páginas y está estructurada en cuatro partes y al inicio de cada una de ellas aparece una canción popular; “la idea la cogí de un artículo que leí en DIARIO DE NOTICIAS y que se me quedó grabada”.

La primera parte está basada en las memorias de Nicolás Sádaba, de Andosilla, aunque los nombres aparecen cambiados. Y la segunda versa sobre su abuelo, Santos Irujo, y las historias que le contaba su abuela. La tercera se centra en Lodosa, “hago un recopilatorio de anécdotas”, y la cuarta y última cierra el círculo y vuelve a Andosilla. “Quería contar unos hechos que estuvieran bien contextualizados en la forma de vida del momento y donde aparecieran incrustadas las creencias más profundas”.

Ágil, ligero, fácil de leer y con muchos localismos, expone Ana que “pasar de un lenguaje académico y técnico a esto no ha sido fácil”.

El título, explica, tiene que ver con lo que le evoca la peña: “Siempre he tenido unas buenas vistas de la misma y es algo que me inspira. Además la peña, tanto en Andosilla como en Lodosa, ha sido morada de gente; siempre está presente”. 

Y, por otro lado, la portada es una fotografía de su sobrino Iosu Cárcar que parece que está rota y sale en blanco y negro y en color haciendo alusión a las vidas que se truncaron y que pasaron de una ensoñación de igualdad y libertad a una dictadura llena de miedo y hambre. En la imagen sale su madre porque “quería poner a una persona mayor para reflejar la manipulación que sufrieron durante estos años. En antropología se estudia mucho la relación entre el pensamiento y el lenguaje y creo que una cosa fundamental es la utilización de la palabra fusilados. Yo la uso porque respeto el lenguaje de quienes me han contado sus historias, pero no podemos hablar de fusilados, son asesinados”.

Presentaciones

Con el libro ya en la mano, y “muy satisfecha con el resultado”, la puesta de largo fue en Andosilla. “Estar en casa fue emocionante, además con la sala llena. Me sorprendió cuánta gente de fuera vino”. 

También lo ha promocionado en San Sebastián de los Reyes (Madrid), Azuqueca de Henares (Guadalajara), Cabanillas del Campo (Guadalajara), Katakrak (Pamplona), Zaragoza, y este viernes estará a las 18.30 horas en la casa de cultura de Lodosa. Los interesados en adquirirlo pueden hacerlo a través de las distribuidoras (Amazon, la Casa del Libro…), y también en algún bar y tiendas de Andosilla y alrededores.

De cara al futuro le gustaría seguir ahondando en esta temática y, aunque le encantaría dedicarse a escribir, sabe que es complicado.

Por último, Ana agradece la ayuda y el apoyo de toda su familia, en especial la de su hermano Txuma Cárcar “porque me ayudó a ubicarme y a descubrir caminos y parajes para después describirlos”, así como la de la Asociación de Memoria Histórica de Andosilla y otras asociaciones Memorialistas que le han echado un cable en esta aventura que no ha hecho sino empezar.