El silencio parece más una reacción de los adultos. Los niños no suelen mantenerse en silencio ante algo relevante o no lo ven como algo que favorezca la concentración ni el respeto por una tradición. Cuando a Nadia Pardo Alfaro le han colgado del techo del garaje del matrimonio Gambra-Arregui, ataviada con el corsé que le sujetará de la maroma el próximo 31 de marzo para celebrar la Bajada del Ángel en Tudela y vestida con las alas que dan el toque de ser celestial, entre los adultos se ha hecho de inmediato el silencio, mientras los niños y niñas presentes seguían jugando, preguntando qué era cada cosa y metidos en su mundo.

La pequeña Nadia se ha enfundado rápido en su papel de Ángel, como si fuera una sábana, pero se ha tensionado más ante el silencio adulto que ante el alborozo infantil. El de hoy ha sido el último ensayo antes de la Bajada auténtica y definitiva ante los ojos de miles de personas en la plaza de Los Fueros de Tudela. Una tradición que tiene más de 350 años de antigüedad (declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional) y cuyo peso se nota más en los adultos que en las alas de los y las pequeñas protagonistas que lo disfrutan como si se tratara de un juego.

Primeros preparativos de Rodolfo Milagro, Miguel Ángel Vallejo y Goyo Terrén antes de colgarla Fermín Pérez Nievas

“Me aprieta ahí”, ha dicho en voz baja Nadia, rodeada de cámaras, a quienes le estaban vistiendo, “no te preocupes, cuando te colguemos dejará de dolerte”, la frase, sacada de contexto, podría asustar a más de uno. “¿Mejor ahora?”, le ha preguntado con suavidad Patxi, “si, ya no me molesta”. La colocación del arnés para que la niña vaya cómoda es una de las labores más importantes y concienzudas, no en vano colgará a más de 10 metros de altura del suelo.

También las tradiciones, por antiguas que sean, tienen su trastienda y es tan importante, que los preparativos se convierten en fundamentales para que la propia tradición siga existiendo. Eso es lo que sucede con la elección de los Ángeles y los ensayos que cada año preparan y organizan el matrimonio formado por Miguel Ángel Vallejo y Ana María Arregui. Junto a ellos un gran grupo de fieles colaboradores como su hija Ana Vallejo, Goyo Terrén, Zoraida Hoyos, el matrimonio Gambra-Arregui y Rodolfo Milagro.

Tras la colocación del arnés, la corona, el banderín y las alas y colgar a la pequeña Nadia del techo ha comenzado el ensayo con los sones de la Marcha Real, “dale caña” ha saltado enseguida Rodolfo para que subiera el volumen mientras ella empezaba a santiguarse tres veces y lanzar aleluyas. Estos son los dos primeros pasos que conllevan ser el niño o la niña que encarna el papel principal. “¡Mueve los brazos… más, que aún no has llegado al kiosco!”, le indicaba Miguel Ángel Vallejo apoyado en la pared del sótano y no perdiendo el mínimo detalle. “Si te cansas, suelta aleluyas que eso te descansará los brazos”, le aconsejaba. En estos ensayos, pese a ser multitudinarios para el espacio en que se desarrollan, se trata de aquilatar los últimos detalles.

Nadia, en el centro, rodeada de sus padres, hermano y sus tíos y primos. Fermín Pérez Nievas

Nadia, con el banderín en una mano, seguía suspendida, como nadando en el aire, mientras Ana se iba moviendo con la corona de la Virgen enlutada en las manos para interpretar el papel de la imagen de la Virgen que, el Domingo de Resurrección se colocará en medio de la plaza. Es a ella a quien Nadia deberá retirar el velo.

La música se ha apagado y se ha oído el grito clave de la ceremonia, “¡Alégrate María, porque tu hijo, ha resucitado!”. Entonces se ha iniciado de verdad el momento clave de la Bajada del Ángel. Tras unas pequeñas dudas ha retirado las horquillas que sujetan el velo a la corona, ha cogido la borla que se ha de llevar a la boca y de un solo movimiento con la mano derecha se ha echado el velo sobre el ala contraria, la izquierda.

“Muy bien, muy bien”, se ha escuchado de entre los familiares y los aplausos se han impuesto sobre la Marcha Real que ha vuelto a sonar hasta que Nadia ha regresado al supuesto templete de donde había salido en la imaginaria Casa del Reloj. “Más, mueve más los brazos…, ¡echa aleluyas que vas por el kiosco…! los brazos… ya estás… ¡eeeel pié!”, le seguía indicando Vallejo, y la pequeña Nadia, como un resorte, lo ha levantado para poder entrar, marcha atrás, en el imaginario templete.

Nadia quitando las horquillas para retirar el velo Fermín Pérez Nievas

“Muy bien”, le ha indicado Ana María que se ha acercado al terminar para retirarle la corona. “Te puede pasar que no puedas quitar las horquillas o veas a la Virgen muy baja. Tú les tienes que indicar que la muevan”, le ha explicado al finalizar el ensayo.

Sus familia, padre, madre, hermano, primos y tíos han observado desde un sofá cómo ha discurrido el ensayo, con las mariposas de que solo quedan dos semanas para que su pequeña sea el centro de todas las miradas y de más de 350 años de historia. Las mariposas se multiplicarán y más cuando los adultos de la plaza de los Fueros el 31 de marzo guarden el silencio atronador que precede al “¡Alégrate María, porque tu hijo ha resucitado!”.