Se cumplen 50 años desde que varias familias pusieron en marcha la ikastola de Arbizu, un aniversario que se conmemorará este próximo sábado con una fiesta para celebrar que aquel proyecto que cogió forma en auzolan sigue vivo. Las celebraciones comenzarán a las 11.00 horas con la inauguración de Oinez Basoa. La mañana continuará con triki poteo y gigantes para después reunirse en una comida popular en la plaza. En la sobremesa se homenajearán a las alumnas y alumnos de la primera promoción. Por la tarde habrá castillos hinchables, dantzaris y herri kirolak para despedir el día con DJTxo. “Todo se ha organizado en auzolan por las familias de Andra Mari Ikastola de Arbizu, muchas de ellas formadas por antiguas alumnas y alumnos que pasaron por esta ikastola antes de ir a la de Etxarri Aranatz y ahora son padres y madres”, apunta Iñigo Orella, director pedagógico de Andra Mari.

La ikastola de Arbizu comenzó su andadura en enero de 1974, con 12 niños y niñas nacidas en 1971y 1972. Su primera ubicación fue en la antigua biblioteca, en el centro del edificio de las escuelas. Si bien contaban con la autorización de la profesora del centro, cuando el Ministerio de Educación supo de la existencia de la ikastola, le llamó la atención. Para evitarle problemas, el curso siguiente se trasladó a la casa parroquial, dónde estuvieron un año.

El tercer curso fue el tercer traslado, en esta ocasión a Mieltxonea, donde permanecieron otro año. Lo cierto es que los comienzos no fueron fáciles, marcados por la provisionalidad. De allí fueron a un piso de la calle Akarruntza y después al edificio que ahora ocupa Aldabide Elkartea

Cada traslado representaba un trabajo extra, con obras que se hacían en auzolan para que fueran unas instalaciones dignas y poder aplicar una pedagogía novedosa en aquellos años. “Había mucha voluntad y capacidad de los padres y madres, con mucho movimiento. Cada uno hacía lo que podía”, recuerda Patxi Leiza, uno de aquellos padres. También suponían un desembolso económico, con tómbolas, txosnas y venta de lotería, entre otras iniciativas para su financiación, sin olvidar la celebración de los Nafarroa Oinez, que suponen un empujón.

El siguiente destino fue en la antigua cárcel, donde se realizó una obra importante, también en auzolan. Allí estuvieron unos años, hasta 1982, que se trasladaron a su sede actual, cedida por el Ayuntamiento de Arbizu. 

Imagen de 1982 con las andereños Gloria y Marta López Urmeneta. Cedida

El alumnado crece

A aquellos 12 txikis de los comienzos se fueron uniendo más. Pero convencer a las familias no fue fácil. “En Arbizu los niños hablaban euskera y algunos no veían la necesidad de una ikastola. El primer reto fue vencer esa dinámica. Había que venderla de otra manera, que no era solo aprender euskera sino aprender en euskera. Y costó”, recuerda Patxi Leitza medio siglo después. 

Al igual que otros, acudieron en busca de apoyo a Príncipe de Viana, donde estaba de vocal José Mª Satrustegi y otros destacados esukaltzales como Juan Andrés Ciordia y Carlos Garaikoetxea. “Nos animaron pero ellos también estaban limitados”, recuerda, al tiempo que observa que existía la experiencia de las ikastolas de Etxarri Aranatz y Altsasu, que habían comenzado pocos años antes. 

A las familias les preocupaba la continuidad del proyecto y la cartilla de escolaridad. Esta cuestión se resolvió los primeros años gracias a una ikastola de Gipuzkoa y San Fermín Ikastola, que sellaban las cartillas del alumnado de Arbizu. La financiación de los primeros años fue a través de la Fundación Príncipe de Viana, en la que estaba José Mª Satrustegi, el 60% y el 40% restante de aportaciones de las familias.

Hasta 1990 la ikastola de Arbizu consiguió legalizar su situación para el alumnado de Infantil, de 3-6 años, que al acabar esta etapa prosiguen sus estudios en Andra Mari Ikastola de Etxarri Aranatz. 

El alumnado de Infantil de Andra Mari Ikastola de Arbizu continúa en el pueblo. Cedida

Otra fecha importante en la historia de esta ikastola es 1976, cuando se creó la cooperativa San Miguel de Aralar para aglutinar a todas las ikastolas de Sakana. 

En este repaso a la historia de la ikastola de Arbizu no se puede olvidar el trabajo realizado a lo largo de estos años los y las irakasles que han impartido clase en las aulas de Arbizu, según destaca Orella; desde Maite Arangoa, una andereño de Beruete que fue la primera docente hasta las actuales que imparten clase en el ciclo de Infantil, antes de pasar a las instalaciones de Andra Mari en Etxarri Aranatz. 

Las hermanas Gloria y Marta López Urmeneta ocupan lugar destacado en este medio siglo de andadura. Y es que la primera estuvo en torno a 25 años y la segunda casi 20. Ambas coinciden en que guardan muy buenos recuerdos de aquellos años y que los principios fueron “de militancia, con sueldos bajos y muchas horas de dedicación pero con mucha ilusión”. Al respecto, destacan la implicación de los padres y madres “siempre conformes a todo lo que les pedíamos” además de la coordinación que existía con el profesorado de todas las ikastolas de Sakana, sobre todo con la de Etxarri. “No había material y había que crearlo. En verano íbamos a Barcelona a formarnos en la metodología de Rosa Sensat pero a la vuelta había que ponerlo en práctica. Se creó un grupo muy bonito y dinámico”.