Seguro que para el vecindario olitense huelgan las palabras de presentación para Carlos Ardanaz Baigorri, el Puma, ya que poca gente habrá en el pueblo que no lo conozca. Por su carácter afable y su ligazón con el entorno futbolero, se ha ganado el cariño de los lugareños. Su aprecio saltó a la vista en el masivo homenaje que el CD Erriberri organizó el pasado 1 de mayo con el objeto de ayudarlo en la lucha contra la Esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que le diagnosticaron hace apenas un año. Cual felino indomable, con uñas y dientes combate una enfermedad degenerativa que como dice él, “se ha buscado un mal enemigo”. Su positividad sobrecoge, y asegura que “si la ELA tiene mil soldados y yo soy solo uno, por lo menos me llevaré ochocientos por delante”.

Más allá de su ocupación profesional como albañil, donde el Puma ha realizado una labor reconocida ha sido en el ámbito del fútbol popular. Rojillo por partida doble, Osasuna y Erriberri, comenzó su andadura jugando en el equipo local hasta infantiles. Después, tuvo la iniciativa de crear un equipo de txikis de 5 años, “los Pumas”, donde entre otros jugaba su hijo Carlos. “Era una forma de iniciar a los muetes en el fútbol antes de que entrasen en el Erriberri”, explica.

Organizó partidos amistosos, campeonatos, triangulares… Logró varios trofeos que decoran el salón de su casa. Luego se sacó el carnet de entrenador para dirigir equipos de categorías inferiores del Erriberri y al poco se puso a arbitrar, casi sin darse cuenta.

El último partido que pité, a veteranos del Erriberri, fue cuando ya noté que algo grave me estaba pasando. Un portero se lesionó y yo me agaché al suelo para ayudarlo. Resulta que el que luego no se pudo poner en pie fui yo, y tuvieron que ayudarme a levantar”, comenta Carlos.

Tras varias revisiones de espalda el médico no daba crédito. “Cuando le analizaron las cervicales vimos que tenía una médula obstruida entre la c4 y c5 de la columna” - explica María, su mujer – “Achacaron a eso todos sus problemas de movilidad, pero al avanzar tan rápido vieron que había algo más”. Enseguida le diagnosticaron la ELA.

“Cuando me lo dijeron me quedé hasta sin comer, físicamente no estaba mal pero internamente estaba destrozado”, asegura. Lógicamente, la noticia fue muy dura, muy difícil de asimilar. “Pasé días sin probar bocado hasta que un día me dije, tengo que tirar para adelante. Comencé a afrontar lo que tenía poco a poco” narra Carlos. Esto no solo afecta al enfermo, sino que también cambia la vida a su entorno más cercano. “Se te cae el mundo encima, no sabes qué hacer”, acepta María. “Si mi mujer no estaría yo no podría levantarme de la cama”, afirma Carlos.

Imagen antigua del 'Puma'

Como tratamiento, toma una pastilla cada mañana, que es la única medicina que frena un poco la enfermedad, junto al ejercicio físico. Tristemente, la Seguridad Social solo cubre unas pocas sesiones de tratamiento al principio y una revisión trimestral. “Cuando iba a Ubarmin salía nuevo, me daban sesiones de oxígeno y de entrenamiento. Sin embargo, de la noche a la mañana me dijeron que ya no podía ir más. No me lo creía, ya que aquello me venía de maravilla. Así que tuvimos que buscarnos la vida”, indica Puma.

En ese sentido recalcan la importancia vital de Anela (Asociación Navarra de Esclerosis Lateral Amiotrófica). “Bendita sea la Asociación, que por un gasto simbólico te cubre un fisio. Si no fuese por ella, tanto pacientes como cuidadores se morirían del asco”, asegura María. Anela pone a disposición de las personas enfermas y sus familias ayudas en trámites, consejos, etc.

“Yo intento ir al día, no pensar en lo que vendrá. Veo que cada día me va fallando más el cuerpo, pero trato de ver el lado positivo de todo”, afirma Carlos. “Yo ya se donde voy, no hace falta que nadie me lo diga, pero si estaría todo el día lamentándome no disfrutaría de nada. Trato de aprovechar la vida. Me echo una cerveza con un amigo, veo a los niños jugar en el parque, veo el fútbol. Su moto adaptada le permite salir de casa. “Yo me dado cuenta que la gente de Olite es muy solidaria, se vió en la riada y personalmente lo viví en el homenaje, que fue muy emotivo. Me paran por la calle, me dan ánimos…”. Por último, le pregunté qué le diría a alguien que recibe la noticia de que tiene ELA. A lo que contestó: “Al principio es muy duro, pero tienes que ser fuerte e ir para adelante por la gente que te quiere y que va vivirla contigo. Como te hundas en el sillón, te vas a morir en dos días. Esto puede ser largo o corto, pero hay que vivir el día a día. Abrazar a tu mujer, besarla. Jugar con tu nieto como hago yo, reírte de ti mismo. No perder las aficiones, echar para adelante. Llegado el momento, cuando lleguemos al río, ya lo cruzaremos”.