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Etxalar anuncia la subasta de los puestos de caza de palomas

Se subastan los 21 setos ubicados detrás de las redes del collado de Yarmendi por 39.050 euros / La caza de las aves que migran hacia el sur ocupa el otoño en esta villa del País del Bidasoa

Etxalar anuncia la subasta de los puestos de caza de palomasOndikol

El sábado, 7 de septiembre, el Ayuntamiento de Etxalar subastará las palomeras del collado de Yarmendi. Todos los años es lo mismo y los aficionados acuden a pujar lo más alto posible para adjudicarse alguno de los puestos de caza de palomas con escopeta que están situados tras las redes a las que son ajenos pero de las que depende toda su actividad.

El verano se acaba en el País del Bidasoa según es opinión antigua ya que se decía que duraba “de virgen a virgen”, o sea de la del Carmen (16 de julio) a la Asunción de Nuestra Señora (15 de agosto), lo que es la canícula, la época más calurosa del año. Y preparando el terreno, en Etxalar, un pueblo palomero por excelencia, anuncian la subasta de los puestos en los que, desde que se adjudican y hasta el día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción (vaya, todo son vírgenes) se podrá practicar la caza de las torcaces que emigran hacia el sur.

Los rederos se apresuran a recoger las palomas que han caído en las redes, en una imagen captada a mediados del pasado siglo.

Los 21 puestos se subastan por 39.050 euros en total, una bonita cantidad para las arcas municipales. Los dos que más se cotizan salen a 3.849 euros cada uno, otros dos a 2.625 euros y tres tienen un precio de salida de 2.603 euros. Los precios están en consonancia con la bondad que se supone a los puestos, hasta los tres que salen por 422 euros cada uno, los más baratos.

En estos puestos se caza a tiro de escopeta, pero sus ocupantes siempre y sin excusa ninguna, deben aguardar a que las redes hagan su trabajo. Los toques de una vieja corneta les indicarán cuando pueden disparar a las aves que salven las redes y nunca antes bajo riesgo de sanción. Antaño, al infractor se le quitaba la escopeta.

CAZAR CON RED

En esos puestos se caza a tiro, pero a Etxalar se le conoce por ser el último reducto a este lado del cordal del Pirineo de la caza con red, un sistema que comparte con otros nueve municipios de las regiones históricas de Laburdi y de la Baja Navarra donde sobrevive esta suerte. Atribuye la leyenda a un fraile de Roncesvalles el invento de esta práctica cinegética, según la que, al ver que las palomas descendían asustadas por piedras blancas que lanzadas por un pastor semejaban aves de presa, pensó instalar una red con la que atraparlas. Así empezó todo, según dicen, y van para siete siglos.

Las palomeras están monte arriba. Hay que dejar atrás el austero caserío etxalartarra, uno de los más valiosos ejemplos de la arquitectura civil vasca, en un pueblo que pasa por contar con las calles más limpias de la comarca, que goza de fama de exquisita pulcritud lo que es honra de los vecinos. Pasado el casco urbano, serpentea la carretera ganando altura hasta llegar a Palomeras. “Entre las mugas 44 a la 50 de la divisoria con Francia, o sea desde Lizayeta hasta Gaztainlepo, en una extensión de dos kilómetros de linea longitudinal y 150 metros de profundidad, está el terreno acotado por el Ayuntamiento de Etxalar y los puestos que van a sortearse”, explicaba con exacto conocimiento hace 90 años, el cirujano doctor José Elosegui de San Sebastián, al que conoció muy bien el escribano.

SI TIENE NOMBRE, EXISTE

En ese paraje que responde al toponímico Usategieta, o sea Palomeras, se localiza todo el entramado que como un reloj suizo funciona para atrapar a las torcaces. Ls redes son seis y se llaman Elutsa, Miarra, Lakaina, Kalamua, Monua y Fortuna, y las torres desde las que, a base de agitar los trapos llamados txatarra o las paletas que simulan aves de presa, se denominan Trepa, Trepa Biela, Aritza y Bieltrepa. Es importante que tengan nombre, porque en Euskal Herria es creencia que “todo lo que tiene nombre, existe”.

Desde finales de septiembre pero sobre todo en octubre, cuando arrecia la migración de las aves hacia el sur para la invernada, los etxalartarras , y muchos otros en el Bidasoa, viven pendientes de la caza. Y de los vientos que influyen en el vuelo de los bandos de palomas, bajas si es norte y el que interesa o altas si es sur, que se considera contracaza.

En el collado, alguien divisa una bandada y toda la comunidad de las redes se pone a trabajar. Se agitan los trapos y lanzan las paletas que simulan azores en las trepas para que el bando se dirija hacia las redes, todos callan y se ocultan, el redero más experto, acurrucado en un rincón con la mano en el tope observa como entra el bando y en el momento oportuno suelta el tope y la malla cae sobre las palomas. El toque del cornetín autoriza a disparar a los cazadores de escopeta, suena una descarga cerrada y se oten gritos. La tradición vuelve a cumplirse en Etxalar.