En 1978

No faltaban polémicas entre la opinión pública. La Transición atravesaba una de sus etapas más duras, y en la propia Pamplona sangraban aún las heridas abiertas en los últimos Sanfermines.

Por ello sorprende que, en pleno mes de diciembre, la ciudad se enzarzara como lo hizo a cuenta de un humilde kiosco de chuches. La plaza de Recoletas acababa de ser enteramente remozada, y en el consistorio se planteó seriamente la posibilidad de retirar el kiosco, que hasta aquel momento se había situado en la esquina más cercana a la calle Mayor. La reacción de la familia Urdiain, que hasta aquel entonces lo había regentado, fue enérgica y valiente. Argumentaron que era un recurso básico para el sustento de la familia, y consiguieron que el Ayuntamiento, donde por aquel entonces había algunos concejales míticos, como Jesús Velasco, Muez o Martínez Alegría, pidieron vehementemente que reconsiderasen su decisión...

Traslado del kiosco de Recoletas, 1978

Hoy en día

La plaza de Recoletas, que en Pamplona es igualmente conocida como plaza de los Ajos, apenas ha cambiado de aspecto, y sigue presidida por el propio convento, y por la fuente que diseñara Luis de Paret en 1788.

Falta ostensiblemente el viejo kiosco, pero los amantes de la historia y el patrimonio de Pamplona no tienen por qué inquietarse. El Ayuntamiento de 1978 atendió a la familia que regentaba el kiosco, y tan solo lo trasladaron de lugar, momento recogido en la fotografía antigua. Y 46 años después, en este 2024, otro Ayuntamiento, también empeñado en preservar las cosicas de Pamplona, lo ha vuelto a retirar, pero esta vez para restaurarlo debidamente. Una vez arreglado y repintado se colocará en un lugar muy cercano, y con una utilidad acorde con los nuevos tiempos. Y es que, como decía el historiador del Arte Rasmussen, la mejor manera de garantizar la conservación del patrimonio es... darle un uso.