Muy agradecida, contenta, satisfecha y orgullosa, y también con muchas ganas de disfrutar de otras aficiones y de su tiempo libre, María Antonia Murugarren bajó la persiana de su floristería después de más de tres décadas al frente de la misma, una jubilación de la que hizo partícipe a todo el pueblo de Marcilla. Con pena y nostalgia porque la localidad se queda sin ese servicio, tiene el gran aliciente de su hija, Beatriz Garrido, que ha decidido seguir su legado en Funes

Con su prima y mentora Dora Murugarren, recuerda Mª Antonia, empezó en este mundo que en seguida le embelesó. Primero tuvo una tienda de regalos y menaje de cocina a la que en verano llevaba plantas y que cerró después de nacer su segundo hijo, y no fue hasta el 1 de enero de 1994 cuando inició la aventura de su vida. “Siempre tenía el gusanillo y llegó un día en el que le dije a mi marido: ¿Sabes qué? Me voy a montar una floristería en este cuartico”, en una bajera de su casa que después cambió por otro espacio tres veces más grande. “La gente desde el primer momento fue muy agradable; los primeros años fueron apoteósicos, sobre todo el Día de la Madre, San Valentín y Todos los Santos. Eso sí, ahora veo los centros que hacía hace 30 años y los que hago ahora, y nada que ver”.

En la tienda “había de todo; planta natural y artificial, flor artificial y natural, insecticidas, flor preservada y elementos de decoración como jarrones, cajas o figuras. Lo que sí que he intentado hacer siempre ha sido enseñarle a quienes venían a cuidar las plantas y a cómo usar los insecticidas. Yo he hecho muchos experimentos y sé cuáles se conservan peor y mejor y por qué”.

A lo largo de estos años “ha cambiado todo mucho; para empezar, ahora te sirven flor todos los días y antes había que esperar a que llegara en el autobús”, comenta a modo de anécdota. “Aunque la flor es la misma, la forma de trabajarla no lo es”.

Su hobby y su pasión

Mª Antonia, que nunca se había planteado la posibilidad de jubilarse en su negocio, asegura que “ha sido muy bonito. He estado enamorada de mi trabajo, y poca gente lo puede decir. Para mí ha sido un hobby, no lo he considerado nunca un trabajo. Si volviese a nacer elegiría esta forma de vida”.

Lo que más satisfacción le ha aportado “es que me llamaran para decirme que algún ramo, corona o centro era bonito; eso me subía la autoestima. Al final acababas conociendo los gustos de todos”, mientras que lo más costoso, “era el estrés de Todos los Santos; mucho trabajo y pocas horas para descansar”. 

El día de su jubilación “invité a todo el mundo que quiso venir a la tienda, tanto por la mañana como por la tarde, a un café con pastas; a un pequeño aperitivo. Y es que le estoy súper agradecida al pueblo de Marcilla porque he podido vivir de esto, de algo que me apasiona y, además, de una manera o de otra creo que ha pasado por mi tienda todo el mundo, bien sea para regalos, funerales… Tenía que dar las gracias. También les regalé a todos una planta”.

Legado familiar

Beatriz, su hija, abrió en 2001 la Floristería Pétalos siguiendo la pasión que le inculcó su madre. “Siento mucho orgullo al verla, pero a veces también le digo que quite la tienda, que es muy esclava”, apunta Mª Antonia; “pero la verdad es que lo ha mamado. Eso sí, yo no le quise enseñar nada y cuando me dijo que quería dedicarse a esto la mandé a estudiar”.

Garrido, cuenta, “siempre zarandeaba por la floristería, hablaba con los viajantes y me encantaba toquitear todo”. Tras estudiar en la Escuela Española de Arte Floral “mi madre me animó a montar mi negocio y a ella se le ocurrió que fuese en Funes” y, desde entonces, no ha dejado de formarse “para no quedarme desfasada; siempre hay cosas nuevas que aprender y es importante estar en la brecha”.

Sus primeros pasos fueron el Día de la Madre, recuerda; “una temporada muy intensa”. Aunque su época preferida, y basta con pasar por delante del gran escaparate que tiene, es la Navidad. De hecho, por medio del Ayuntamiento y la asociación de mujeres hizo curso de coronas de adviento y centros navideños que espera repetir.

Para Beatriz, que cree que no va a tener relevo generacional puesto que sus hijos por el momento no muestran interés por las flores, “lo más satisfactorio es cuando en los funerales la gente te dice que has hecho centros o coronas bonitas; son trabajos que los haces con un cariño especial”. 

Para seguirla o hacer pedidos tanto en Funes como en Marcilla está en el número 699260761 y en el correo petalosfunes@interflora.es.