Hacer teatro es como “ir a un parque acuático y estar a punto de tirarte por el tobogán de la muerte. Tienes miedo, pero te lo pasas bien y quieres subir de nuevo para volver a empezar”. A pesar de que con la experiencia se adquieren templanza y tablas sobre el escenario, María Jesús Jódar y Emmanuel Waltener miran al público con la fascinación e ingenuidad con que lo hicieron en sus inicios. Hace unos meses, en un local ubicado en la calle Guelbenzu 17 (en el barrio de la Milagrosa; la próxima función será el sábado 16), comenzaron Los sábados de Mariaje... y compañía, un espectáculo conformado por una amalgama de sketches de humor, música y magia con el que pretenden “que la gente no pare de reírse durante una hora”, dice María Jesús.
Freud solía decir que la broma y el humor funcionan como una vía de escape frente a todas las hostilidades que suceden en la vida ordinaria. En ese sentido, la pareja apuesta por un espacio ligero, lejos del mundanal ruido: “Estamos agotados de todas las informaciones que recibimos a diario, así que nuestra propuesta es desconectar de las redes, de las desgracias y de todos los embolaos”, apunta Emmanuel.
De hecho, el motivo que llevó a María Jesús a subirse encima de un escenario hace 35 años fue que estaba realizando una ruta por el monte con sus amigos y ella, con su desparpajo característico, empezó a hacer el tonto. “Todos se estaban riendo y me ilusionó. Dio la casualidad de que justo en ese momento, se abrió la Escuela Navarra de Teatro y entré. Desde entonces, me he movido mucho en búsqueda de proyectos que me permitieran hacer comedias”, relata.
Por su parte, Emmanuel también es un apasionado de las artes escénicas y la actuación –de hecho, durante varios años trabajó como ayudante de mago–, pero lo dejó de lado hasta que se mudó a Pamplona y conoció a María Jesús, quien le animó a subirse al carro del teatro. “Desde entonces, me da papeles más bien mudos por mi acento y, si me deja hablar, la gente siempre se acerca para decirme que imito muy bien el acento francés”, bromea. “Como si él no viniera de una cultura francófona. La gente se asombra porque tratamos de hacer las cosas de forma creativa y variopinta”, se ríe María Jesús.
En uno de sus sketches, imitan una cita a ciegas entre Blancanieves y Spiderman. Cada uno muestra sus expectativas y su mentalidad de cuento. “En la escena, los mundos chocan, aparece uno de los enanos que hace de chófer”, explica Emmanuel. En este estrambótico panorama, además de la risa, lo que se busca es hacer una lectura crítica de los prejuicios, ya que a través del humor se consiguen tratar temas mas escabrosos: “Las apariencias engañan. Spiderman le confiesa que no es un superhéroe y Blancanieves se pincha unos globos que lleva en los pechos diciéndole que su aspecto tampoco es el que él esperaba y que le acepta tal y como es”, relata.
La creatividad de esta pareja se inicia todas las mañanas, cuando él se hace una tila y ella se prepara un café. “Nos complementamos porque yo soy muy nerviosa y él me suele tranquilizar y poner los pies en la tierra, pero los dos somos muy inventivos. Cada uno tenemos nuestros respectivos cuadernos y, en el desayuno, discutimos los temas que podemos preparar”, señala María Jesús. Esta conexión consigue que, cuando vuelven a ver sus obras de teatro, no saben quién ha escrito cada una de las líneas porque “nuestras mentes parecen estar mimetizadas”, reconoce. Asimismo, “ella trabaja mucho desde el objeto. Ve algo y da con el elemento conductor de una obra de teatro. Tengo la suerte de que tengo a la directora en casa, así que podemos preparar y perfeccionar un show en cualquier momento”.
Esto también se puede extrapolar al atrezzo y el vestuario. María Jesús recuerda la vez que crearon un traje de espumillón y otro hecho a base de corbatas. También se han disfrazado de un óvulo y un espermatozoide. En palabras de Emmanuel, “todo esto forma parte del escenario de nuestra imaginación. Buscamos historias de humor que sean irrepetibles. Este es el enorme potencial que tiene el teatro, que cada actuación es única y nunca podrá ser como la anterior”.
Cada dos meses de espectáculo, los sketches rotan, reaparecen algunas de sus producciones pasadas o surgen otras nuevas que no dejan indiferentes a los espectadores. De esta manera, Los sábados de Mariaje... y compañía se podría resumir en la perfecta conjugación de dos historias de amor –la que les llevó a cada uno de ellos a encontrar su vocación en el teatro y la que les hizo encontrarse– que se configuran en torno al humor, el eco de la risa del público y la verdad.