Los 50 del bar restaurante Antonio de Lodosa
El establecimiento, inaugurado en 1974 por Antonio González y Justa Medrano, celebra medio siglo. En manos de Luis Alberto González en la actualidad, este viernes por la tarde habrá una pequeña fiesta
Fue un 29 de noviembre de 1974 cuando abrió sus puertas por primera vez en Lodosa el bar restaurante Antonio, un establecimiento familiar que continúa escribiendo las páginas de su historia tras pasar de padres a hijos. Y es que Antonio González de Miguel y su mujer, Justa Medrano San Miguel, sorianos, fueron quienes decidieron emprender y montar este negocio después de llevar siete años en el Parador. Ahora, en manos de Luis Alberto González, aspiran a que siga en pie, al menos, medio siglo más. Además, y para celebrar esta efeméride, este viernes prometen sorpresas a partir de las 19.30 horas.
“Hemos nacido debajo de un mostrador”, cuenta Antonio. Y es que la hostelería le corre por las venas dado que su padre ya regentaba un bar restaurante en Soria. “Queríamos tener algo propio, algo nuestro y, aunque fue muy difícil, sobre todo económicamente hablando, eso no nos echó para atrás y lo sacamos adelante con mucho cariño y con mucho, mucho trabajo”, reitera Justa.
Los inicios
El nombre, ríen, “no tiene pérdida”, y la ubicación, lejos de asentarse en el centro del casco urbano, optaron por las afueras. “Al principio queríamos montarlo en la otra punta del pueblo, donde están los talleres, pero había una gran cuesta y para los camiones era peor, así que vimos que aquí (en Carretera de Cárcar, 55) estaban haciendo pisos y decidimos coger el bajo”.
Era una época, cuenta el matrimonio, “en la que hubo un boom con las conserveras; había muchísimo trabajo y, por lo tanto, mucho movimiento. También había muchísimo tráfico porque no estaba la variante y eran muchos los camioneros que pasaban y aparcaban aquí al lado”. De hecho, recuerdan, “había varios turnos para comer y largas colas en la puerta”.
Con capacidad para unas 100 personas entre los dos comedores que hay en la planta baja y en el primer piso, ‘El Antonio’, como se conoce en Lodosa, también tiene servicio de bar.
Para Antonio y Justa, “lo mejor ha sido poder estar con la familia además de ver cómo algo que has creado de cero funciona. Claro que ha habido momentos muy difíciles, pero, como todo, se han capeado. Además, hemos tenido muy buen personal”. Eso sí, “está claro que este trabajo es muy ingrato; pones toda tu vida en ello y es muy poco agradecido”. A pesar de ello, “nunca ha sido un trabajo esclavo porque lo he vivido siempre al lado de mi marido y no me ha importado nada quedarme en casa con los hijos y salir cuando he podido. He sido feliz”, insiste Justa, que ahora mismo disfruta de una jubilación muy activa. “¿Cómo voy a estar quieta después de la vida que he llevado? No puedo estar parada, es imposible”.
Relevo generacional
Fue hace 30 años cuando su hijo Luis Alberto, además de Juan Diego que también echaba una mano siempre que podía, empezó a trabajar de manera continuada con sus padres. Sin embargo, no fue hasta hace 13 años cuando cogió en solitario las riendas del negocio. “Es algo que siempre me ha gustado. Soy cocinero, así que, cuando me vi al frente del restaurante, no sabía muy bien si seguir en la cocina o si quedarme en la barra. Ahora mismo puedo compaginar ambas cosas, pero antes, cuando había más jaleo, era impensable”.
Y es que, de acuerdo con Luis Alberto, “está claro que este trabajo te tiene que gustar, si no es imposible estar. A mí me gusta y lo disfruto. Soy feliz”.
Su horario entre semana es de 7.00 a 16.30 horas (cuando acaban de dar las comidas) y de 18.00 a 22.00 horas, y el fin de semana se suman las cenas, aunque estos actos se están centrando en días concretos como fiestas, kintos o quedadas de empresas.
“Desde la pandemia trabajamos mucho el punto de la mañana y el tema de los almuerzos; bocadillos y comidas. Las cenas han caído en picado. Además, sigo apostando por una cocina tradicional; la que hacían mi abuela y mi madre; con mucho producto de aquí, mucha verdura de temporada. La verdad es que vienen muchas empresas a comer, excursiones, grupos de montaña, etc”.
Luis Alberto, que le augura un buen futuro al negocio, sobre todo en horario de mañana y tarde, no sabe si habrá una tercera generación al frente del mismo, pero insiste en que “el reconocimiento de la gente es una de las cosas más agradables que tiene este trabajo. Ver salir a la clientela de aquí con una sonrisa es una de las mejores cosas que hay”.
La celebración
Para terminar, recuerda que este viernes por la tarde, a las 19.30 horas, el bar acogerá la celebración de este aniversario; habrá una sorpresa para los fundadores, un picoteo para quienes se quieran acercar hasta allí, un concierto de Chuchín Ibáñez y bocadillos para los que alarguen la velada.
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