Hace falta valor para dejarlo todo, instalarse en un pueblo del Pirineo y emprender un negocio sola, pero Areta Lorea Markalain demuestra día a día que todo es posible si detrás hay motivación. Hace año y medio que nació su proyecto pionero en Navarra Bilobila, a través del cual vende prendas tejidas con la preciada fibra mohair obtenida de sus cabras de Angora. 21 cabras de esta raza de origen asiático cuyo pelo es altamente cotizado en la industria textil y que ella misma cuida desde la borda Gartzelai, en Abaurregaina/Abaurrea Alta.

La idea se gestó hace unos 10 años, mientras vivía en Iparralde, tras cursar estudios agrarios en Pamplona. Allí, pudo conocer experiencias ganaderas, hasta que en una feria de Baiona se topó con una chica de Maule que, sin tierras ni un origen familiar ligado a la ganadería, tenía cabras de Angora. Sin embargo, después, Areta volvió a Navarra a trabajar como profesora. “En Pamplona echaba de menos todo eso, tenía la espinita de las cabras y tenía bastante claro que quería vivir en un pueblo”, confiesa Areta. Abaurrea Alta es el pueblo de su padre donde, aún sin terrenos, tener una casa allí le facilitaba mucho a la hora de materializar su sueño. “Alquilé 3 hectáreas. No es una raza local y tenía mis dilemas morales, pero me permitía empezar de cero sin una inversión descomunal. Era un o me lanzo o lo olvido”, sonríe.

Areta Lorea Markalain, con sus cabras Patricia Carballo

PARA COMÉRSELAS

Y se lanzó. Desde entonces, tiene una vida muy enérgica, ya que compagina su trabajo de profesora en Otsagabia con la crianza de sus 21 cabras, pero la tranquilidad, el fácil manejo y el afecto que le reportan pesa mucho más. “Ése es uno de los principales atractivos: son muy curiosas, pero tienen un carácter tranquilo. Está siendo muy intenso, pero son un amor. Se te acercan y se les coge cariño enseguida. Es como tener 20 perricos”, se emociona. De hecho, habla con mucha ternura de cada una de sus cabras y se dirige a ellas con nombre propio porque sí, Areta es como una madre orgullosa de sus hijos.

Piruet, Ulises, Viki o Utopía son algunos de los nombres de sus queridas cabras cuya raza, que ya está extendida por todo el mundo, está especializada en generar un pelo muy valioso, que no lana, llamado mohair. De ahí también el nombre de su empresa: bilo (pelo en euskera local) y bila (en busca de). “Es una fibra de calidad. Es muy especial porque es muy fina y no tiene tantas escamas como la lana, sino que brilla y es muy suave. También es muy buena aislante para el frío y para el calor, y transpira, no coge olores”, afirma, añadiendo que ella la mezcla con seda y lana para aportar consistencia y que no se rompa.

Areta Lorea, con una de sus cabras Patricia Carballo

A estas cabras, el mohair les crece 2,5 centímetros al mes y cada una suele producir unos 3,5 kilos anualmente. “Se esquilan dos veces al año y se suele perder el 30 % de pelo. Es bastante, pero es así”, lamenta. Una vez clasificado el mohair según su grosor, Areta lo manda a una fábrica de Castres, ya que pertenece a la Asociación Eureca de Francia y, junto al resto de ganaderos, lo envían de manera conjunta. “Allí hacen el lavado, lo tiñen y lo transforman en calcetines, fulares, guantes, gorros, ovillos y jerséis. Suelen tardar un año. Me gustaría que estuviera más cerca, pero la industria textil está desmantelada”, admite.

Algunas de las prendas Patricia Carballo

DE LUJO

Sólo conociendo el proceso de transformación se llega a entender lo costosas que pueden llegar a ser sus prendas de mohair que, por otro lado, son para toda la vida. En su página web www.bilobila.eus dispone de un catálogo con todos sus productos, donde se pueden comprar ovillos por 14-18 €, calcetines por 35 € o guantes y fulares por 90 €, entre otros. Consciente de que comercializa un producto lujoso, revela que le está costando vender por la dificultad para asistir a ferias, teniendo que desatender a las cabras, y también porque no sabe bien cómo llegar al cliente. “Está siendo duro porque el producto no es para todos los públicos. Necesito salir para vender, pero la gente a la que le gusta lo que hago, no se gasta dinero en ropa. Además, no soy instagramer y me cuesta acercarme al mundo de la alta costura y del mercado de lujo”, reconoce, quien intenta darse a conocer tanto en redes sociales como en visitas guiadas (600 22 03 74)

Aún y todo, Areta asegura estar muy satisfecha de su decisión, por haber encarado sola este proyecto y por vivir en un lugar como el Pirineo. “Aquí se está muy a gusto, vives con tranquilidad y conoces a todo el mundo. Además, las cabras se han adaptado muy bien al clima, salimos casi todos los días y están felices”, concluye.