Una delicada actuación recuperará parte del aspecto original del Santo Sepulcro de Estella
Las obras costarán algo más de medio millón de euros; comenzaron en octubre y finalizarán el próximo mes de junio
La niebla se filtraba por los andamios de la portada norte del Santo Sepulcro, un edificio románico construido antes del punto en que el meandro del Ega despide a la ciudad y donde se ubicó la señal de la Cruz de Ordoiz, el mejor lugar para instalar a comienzos del milenio un barrio de curtidores a las afueras. Un edificio que a partir del siglo XIV encaró su parte más ambiciosa al gótico franco de la mano de varios canteros y escultores de alto nivel reunidos en Estella por el vecino y pelaire, Juan Ponce y su saga, que convivía en rivalidad con los Learza que contaban ya con el magnífico templo de San Miguel al otro lado del Ega ya que en ambos casos estaban alejados de la iglesia principal de San Pedro de la Rúa.
Una portada norte que forma parte desde entonces de la Ruta Jacobea y que conserva todavía cientos de detalles por descubrir y mucha información sobre esta época de la Edad Media. Un templo que se construyó con una función religiosa pero también sepulcral. La iglesia quedó inconclusa “por problemas de todo tipo” aseguró Alberto Oiz, guía de Navark que afrontaba hoy la última de las experiencias divulgativa con 16 visitantes en tres visitas, en las que también han participado el artista Iñaki Rifaterra y la historiadora Alba Bergaretxea.
Interpretaciones
“Todo principio tiene su antes” insistió Oiz refiriéndose a la evolución religiosa pero también a la arquitectónica. Y es que la portada del Santo Sepulcro de Estella ha dado para muchas versiones, por un lado la traza inarmónica de su portada que dio lugar a diferentes interpretaciones sobre mensajes encriptados, por otro, el reconocimiento de las 12 esculturas que cuenta la fachada en la parte más alta, además de las escenas de La Última cena, La Crucifixión y La Resurrección. Una tarea que ya se va resolviendo conforme las técnicas avanzadas de la empresa Construcciones Leache van retirando las capas de grasa con las que se intentó proteger las figuras durante años y que dieron ese aspecto negruzco a la fachada.
Retirada de capas
Desde octubre el proyecto realizado por el arquitecto José Luis Franchez, afronta las tareas de retirada de este material; tareas que van recobrando parte del aspecto original y tras las que se pueden ver detalles que antes estaban camuflados entre las patina de betún -una solución con la que pensaron podrían conservar la piedra de la acción destructora del tiempo y del clima-.
La idea es retirar las diferentes capas a través de chorros de arena, láser, bisturíes o pequeñas limas y dejar visible lo que exista “y todo eso se recuperará y se le dará valor”, aseguró Oiz.
Una restauración que se enfrenta también al diferente estado de conservación del edificio dividido entre la parte que se construyó con piedra caliza o la otra, realizada con arenisca y que marcan coloraciones muy diferentes.
Visitas guiadas
La visita arrancó en la parte alta de la portada que en lenguaje de la Edad Media era “una forma de trasmitir a través de las arquivoltas el mensaje religioso que tiene en su cenit a Jesús resucitado”. También se encuentran las doce figuras o santuario, entre los que destacan imágenes como las de Santiago, San Martín de Tours o San Julián, San Judas Tadeo y Simón, u otras como la de San Andrés -patrón de Estella-Lizarra- y San Bartolomé que es el patrono del gremio de los curtidores y al que le dedicaron la escultura más trabajada de toda la fachada.
Así mismo, se pueden apreciar ya peculiaridades como la de San Juan Bautista asentada en una misteriosa base de “gatos negros” y todo un largo animalario representado en la portada.
Estos son algunos de los detalles de una iconografía que estalla a raudales y que recoge todavía con policromía original muchos de los objetos de la época en la que fueron fijados. “Esta portada también es una fotografía en piedra de la Estella de entonces, seguramente realizada entre la tercera o la cuarta década del siglo XIV, a juzgar por los detalles de la moda plasmados en la piedra”, aseguró Oiz. Entre las piezas más originales se encuentra en el dintel de la puerta la representación de La última cena, una pieza ideada para ser vista desde abajo y que presenta una perspectiva especial: una visión que podría anticipar lo que hoy se conoce como una obra “en tres dimensiones”.
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