Amalia Núñez Dubús, activista del esperanto
Profesora y escritora esperantista, es un referente de la lengua internacional en la comunidad navarra
En el número 61 de la calle Mayor de Pamplona destaca un local vacío con la fachada pintada de amarillo. Su última ocupación fue una tienda de chucherías y sobre su gran cristalera, mantiene escrito el nombre del establecimiento: Ludiloj, término de la lengua internacional esperanto que significa juguetes.
El esperantista Rafa Blanco caminaba por el lugar acompañado de un amigo de la capital, también estudioso de esta lengua, cuando este le comentó: “Ves el cartel de ese negocio? Ludiloj, quiere decir juguetes en esperanto. Parece que se debe a que en las proximidades vivió una señora que sabía esta lengua”, añadió.
La curiosidad llevó a Blanco a dar con el nombre de Amalia Núñez Dubús (1889-1977) que nació y murió en Pamplona. Vivió toda su vida en la calle Mayor y fue profesora de la Escuela Normal de Magisterio de Navarra (auxiliar de la sección de Ciencias).
“Fue una magnífica poeta y escritora en la lengua internacional. Y, aunque sabemos poco de su vida, la magnitud y calidad de su obra hablan de una creadora de gran talento. Sus obras alcanzaron reconocimiento internacional”, relata Blanco.
Recién estrenado 2025, añade, se ha cumplido el centenario del poema con el que esta profesora pamplonesa saludó el inicio del año 1925. Lo tituló Novjara Saluto. “Es un poema que lamentablemente mantiene toda su vigencia”, comenta. La composición alude a la paz y a la guerra, al júbilo de vencedores y al lamento de los vencidos. Invoca la unión del mundo a través del esperanto, a la fraternidad y a la luz de la esperanza para la humanidad.
“De esta desconocida escritora navarra, a la postre una reconocida poeta y traductora en esperanto a lo largo de gran parte del siglo XX, sabemos gracias a la luz que arrojaron sobre su obra los trabajos del esperantista alicantino-zaragozano Marco Botella y el historiador Ricardo Gurbindo”.
El esperanto fue creado en 1887 en Polonia por el oftalmólogo Ludoviko Zamenhof, como herramienta para avanzar hacia el entendimiento, la fraternidad y la paz en el mundo. “Se extendió rápidamente por la Europa de finales del siglo XIX. En Navarra, la difusión del idioma internacional en Pamplona comenzó a través del Grupo Esperantista creado en 1910, en torno al comerciante Fermín Aldaz y a la reconocida pedagoga María Ana Sanz”, relata Blanco. A este grupo se sumaron comerciantes, médicos, religiosos, farmacéuticos, militares, docentes... y las componentes de la sección femenina de la junta, Castora Sanz, María Camino Ramos y Amalia Núñez Dubús. Poco antes, en 1907, en las Escuelas Pías de Tafalla, y en 1908 en Aibar surgieron los primeros proyectos”.
Entre 1910 y 1936, los esperantistas navarros realizaron una intensa labor de enseñanza y divulgación del esperanto a través de charlas, actividades y cursos, un dinamismo que mermó de manera considerable. con el fallecimiento de Fermín Aldaz, “el más entusiasta de los esperantistas locales”, recoge el historiador Ricardo Gurbindo (revista Príncipe de Viana, nº 269, 2017).
Fue una mujer, la joven Amalia Núñez Dubús, la que tomó el relevo de la causa del esperanto, mantuvo viva la llama y practicó de forma continua a lo largo de su vida. Estudiante brillante de Magisterio, ejerció de telefonista mientras estudiaba. Fue profesora de la Escuela Normal y se incorporó en 1911 a las clases organizadas por el Grupo Esperantista. Postriormente, pasó a formar parte de la junta directiva.
Feminista y escritora
Además de la implicación en el movimiento esperantista, destaca el talante progresista de Núñez que se desprende de su colaboración con el incipiente periodismo feminista. Fue corresponsal local de La voz de la mujer, revista dedicada a la defensa de la mujer española (a partir de 1925, Órgano del Feminismo Español y Revista del Hogar). Durante la Segunda República, su papel fue relevante como miembro del comité que representó a Navarra en la federación estatal en 1932, y única representante en 1934. Por su amplio dominio de la lengua, fue miembro del Instituto Español del Esperanto. Sin embargo, toda esta actividad quedó lejos de Navarra donde la influencia fue mínima.
Poesía en esperanto
La otra cara de la personalidad de Amalia Núñez es su vertiente literaria, ligada a su compromiso con el movimiento esperantista. Su afición por la literatura le llevó a traducir composiciones poéticas publicadas a partir de 1914 en la revista La Suno Hispana (órgano oficial de propagación del esperanto). Fue muy importante su labor de traducción de autores clásicos (Lope de Vega, Villaespesa, Larra...). En 1924 publicó sus primeros poemas en esta revista: Fajroj ekbrulas (Fuegos ardientes) y Soleco (Soledad).
En 1931 era la responsable de la sección de literatura de Hispana Esperanto Gazeto. En 1932 vieron la luz sus poemas Dekdu poetoj (Doce poetas), compilación considerada como “la cumbre de la producción poética en Esperanto”. Fue elegida por la calidad de sus versos por autoridades del mundo literario esperantista como Kálmán Kalocsay. Al tiempo, acumulaba otros premios, tradujo las leyendas vascas La deveno de lavinberujo (El origen de la vid) y La ŝtonoj de Rolando (Las piedras de Roldán). También poemas de diversos autores y escribió los relatos originales Branco (Rama) y Letero (Carta), y una pieza sobre el Tributo de las Tres Vacas en Baretous.
Entre sus reseñas publicadas en Hispana Esperanto Federacio Boletín, destaca la que saludó el poemario más celebrado de la poesía esperantista, La infana raso (Raza niña) de W. Auld, décadas después candidato al Nobel de Literatura. Durante la dictadura escribió de forma menos visible. En 1966 con motivo del 27º Hispana Esperanto Kongreso en Bilbao, publicó Eterneco (Eternidad) evocación acerca de la conocida leyenda de San Virila (s.X). A pesar de su avanzada edad, siguió publicando textos con regularidad hasta 1976.
Con una dilatada trayectoria de más de 60 años Amalia Núñez Dubús forma parte de la iniciativa esperantista en Navarra y de la historia del esperanto. Con su muerte en 1977, la literatura esperantista perdió a una escritora sensible y valiosa, que recorrió un camino durante décadas de forma discreta y solitaria.