Gallipienzo recupera su merienda por San Babil
La Asociación de Vecinos Ikarra rescata una de las tradiciones más queridas en el pueblo, que en tiempos homenajeaba al santo con bendición de alimentos y visita a la ermita
Históricamente, el 24 de enero era día grande en Gallipienzo. Este 2025 ha vuelto a serlo. Tras años de olvido, el pasado fin de semana regresó a la localidad una de las tradiciones más queridas por sus vecinos. Se trata de la celebración de San Babil, santo al que, en tiempos, se homenajeaba con bendición de alimentos, meriendas por cuadrillas y visitas al lugar donde se erigía la ermita dedicada al santo, donde se hacían fogatas y se asaban diferentes viandas.
Como ocurre en multitud de ocasiones en Navarra, aquella tradición se perdió con el éxodo de sus habitantes a la ciudad. Pero jamás se olvidó. Muestra de ello es que en las calles de Gallipienzo se ha vuelto a escuchar aquel: “Viva San Babil con la escoba y el badil”.
La Asociación de Vecinos Ikarra, término de Gallipienzo cercano al cementerio, nació en 1980. El año pasado un grupo de siete personas han cogido el testigo de sus fundadores para darle vida al pueblo. Comenzaron el pasado noviembre con un kantuz que reunió en el pueblo a alrededor de 180 personas. Después tocaba San Babil. “Una vez arrancado, vamos a seguir”, decían ayer.
Gallipienzo, Kantuz para celebrar 1.100 años de historia
Aunque la intención de la organización era subir a la ermita y merendar allí, la climatología no acompañó. La suculenta merienda y chocolatada se celebró en los locales de Ikarra. No faltaron los bollos con longaniza dentro, santo y seña de esta festividad.
Entre los vecinos presentes, algunos tenían la suerte de haber vivido este día en su niñez, como Mari Paz Sagüés, que recuerda con emoción cómo “hacia las 16.00 íbamos a la parroquia a bendecir los alimentos. Presidía el acto la imagen del santo flanqueada por dos velas y colocada sobre una pequeña mesa cubierta con un mantel blanco. Pan, chocolate (a veces un cuarterón, para luego hacerlo en casa), rosquillas, caceriles, higos secos, naranjas...”.
Otros en cambio, como Carmen García Antoñana, no llegaron a vivir la celebración en el pueblo, pero su padre se encargó de mantener la tradición viva en Pamplona. “Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, mi padre nos llevaba con mi madre todos los 24 de enero a una cafetería a merendar a lo grande. Cada vez que al finalizar gritaba ‘viva San Babil’ mi hermana y yo nos moríamos de la vergüenza”, recuerda la vecina entre risas.
La jornada tuvo el carácter festivo que corresponde a un día como San Babil y reivindicando que esta celebración ha vuelto para quedarse. Desde Ikarra lanzan un aviso: no es la única tradición que quieren recuperar.
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