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La Feria de Tafalla vuelve a su origen

El sorteo del Cuto Divino, la ronda de Muga Gabeko Txuntxuneroak y la actividad del recinto Ferial culminaron el domingo de Ferias

La Feria de Tafalla vuelve a su origenEndika Iriso

Pese a una ligera amenaza de lluvia, a penas un par de momentos de leve aguacero entorpecieron la nublada pero agradable mañana dominical de Ferias de Tafalla. Otro año consecutivo, se puede decir que el ímpetu del Consistorio por restituir el recinto ferial como espacio fundamental de la feria tuvo sus frutos. Sin entrar a valorar cuantas reses se mercaron, se ha sabido ir más allá de la mera compraventa, llenando el recinto de gente y animales con protagonismo equino, que es de lo que se trata.

En la feria caballar se estimó la presencia de más de 60 cabezas de ganado. En los corrales; caballos, yeguas, mulas y asnos rebuznaban o se apelotonaban asustadizos. Alguno, en cambio, se acercaba al curioso que le quería ofrecer una caricia o tomar una instantánea. Como exposición, se pudieron ver también un pequeño rebaño de ovejas y tres bueyes traídos por la ganadería Hermanos Ganuza de Artajona. Un año más, Miguel Esparza Baztán Chanete, realizó una muestra de herraje equino.

Expectación en el Concurso de Enganche.

La actividad central fue el II Concurso de Enganches Ciudad de Tafalla, “La versatilidad de caballos para esta disciplina es brutal, razas de tiro medio como la Jaca navarra o Burguete son muy apropiadas, por ejemplo”, explicaba el presentador. Se vieron animales tanto de tiro pesado como ligero y contó con la participación de deportistas venidos desde distintas comunidades. Un tramo de césped resbaladizo y algunos desniveles supusieron un esfuerzo extra para la gincana, donde participaron coches tirados por uno y dos caballos. A la par, los paseos ecuestres organizados por el Club Hípico Cristina Ullate o las dianas abiertas al público del Club de Tiro con Arco tafallés no pasaron desapercibidos, sobre todo a ojos infantiles.

Gastronomía y antigüedades

La notoria actividad del Ferial y la dudosa temperatura causaron que hasta bien pasado el mediodía no se abarrotase la plaza de Navarra, eje central de las Ferias con más de 30 puestos de alimentación artesanal. Al lado, en el frontón de Escolapios, se pudo gozar del mercado de antigüedades, que a primera vista presentó más genero y afluencia que en las últimas ocasiones. Es curioso como a los libros, radios, barajas de cartas o muebles que indiscutiblemente han adquirido la etiqueta de antiguos, se les suman ahora DVDs o colecciones de cromos de Harry Potter. En fin, no hay magia que pare el tiempo.

Leire, de Arantza, ganadora de la rifa del Cuto Divino.

El toque musical lo pusieron Muga Gabeko Txuntxuneroak, el colectivo de txistularis que desde 1994 aúna músicos de todo Euskal Herria. “Principalmente solo eran txistularis de Navarra pero después se abrió a las siete provincias. El nombre apela a que no hace falta un conocimiento crucial para salir a tocar el txistu a otras localidades, basta con saber cuatro piezas básicas que todos compartimos”, explicaba Juan Antonio Laboa, de Pasai Donibane, que lleva más de veinte años viniendo a Ferias.

Disfrutando de un paseo en el recinto ferial.

En la plaza, Celia y Maribel vendían los boletos de la Rifa del Cuto Divino. Por cada cinco se regalaba la degustación de un vaso de vino Inurrieta con una tostada con aceite. La Cofradía de la Tostada de Murchante se encargó de su elaboración. “Aprovechando la invitación de la Orden del Cuto Divino, es el tercer año ya que venimos a preparar nuestras tostadas con ajo y aceite de la Ribera”, explicaba Ramiro Magaña, miembro de la Cofradía. Diez personas custodiaron el puestico y la humeante brasa durante toda la mañana.

Miembros de la Cofradía de la Tostada de Murchante.

Fernando Laplaza y Jesús Mari Ibáñez, del Cuto Divino, explicaron que la oferta funcionaba a la hora de vender boletos. “El año pasado logramos recaudar unos 1.800€ con el aliciente de las tostadas, de todas formas, más que incluso la cantidad que se dona anualmente al Santo Hospital, lo más importante de esta rifa es su propia subsistencia, que no se pierda una tradición que se lleva haciendo durante tantos años”, explicaban. Y no es para menos, ya que la primera documentación escrita que encontramos sobre la Rifa data de 1.814. La Orden, creada en 1992, se encarga de su realización desde entonces, a pesar de que ha tenido que adecuarse a los tiempos. La prohibición de mostrar el cuto en público, como era habitual, supuso un punto de inflexión, transformando el premio en un lote de productos cárnicos procedente del cerdo. O tempora, o mores. En el sorteo se repartieron dos premios para los números 06914 y 00257. El primero le toco a Leire, vecina de Arantza, que lo recogió al momento, mientras que el segundo o guardó el anonimato, o quedó por definir.