Hola personas, se os saluda con agrado en este último domingo de invierno. ¿Veis? ¿Recordáis aquel lejano 20 de diciembre?, entonces pensabais que este día preprimaveral estaba muy lejos, que por delante nos quedaban tres meses de frío, nieve, lluvia, días cortos, noches largas, días de casa, casa y más casa, ¿no?, pues no era para tanto, ya ha llegado y las previsiones se han quedado en cuatro días de un poco de frío y otros cuatro de un poco de agua. Ahora vamos a comernos la nueva estación y a sacarle chispas. Esa es la idea.

Bien, dicho lo dicho vamos a ver en que fregao nos vamos a meter hoy. Hoy vamos a estrenar una pequeña serie de escritos que se extenderán formando parte de varios ERP. Me explico. Hace unos meses cayó en mis manos un ejemplar de un librito del tudelano José Yanguas y Miranda que se titula: Diccionario de las palabras anticuadas que contienen los documentos existentes en los archivos de Navarra (Imprenta de Francisco Erasun, Pamplona 1854), y mi intención es traer en sucesivos domingos las palabras más relevantes o divertidas que vaya encontrando, y ver a qué termino podría equivaler en nuestro actual léxico. Hoy recorreremos la primera letra del abecedario, la A. La primera palabra que me llama la atención es Abarca (Infanzón de), que Yanguas define como: “Cierta clase de labradores que a pesar de ser pecheros (las pechas eran los impuestos, de los cuales los nobles estaban exentos) se consideraban como nobles”. A más de uno que yo conozco se podría clasificar como Infanzón de Abarca, hoy en día les llamaríamos fantasmas, el típico pintón que lleva encima todo su capital. Sigamos. "Abnuda: Cierta pecha o contribución cuyas circunstancias no se explican”, también esta tiene una clarísima traducción a nuestro lenguaje: mordida. Afollar nada que ver, olvidaos, así se decía cuando el vino se había perdido. Amiga talmente se llamaba a las amas de los curas. Yo ahí lo dejo, ni pongo ni quito. Pero tiene guasa. "Amigadura, dícese del acto de cubrir el macho a la hembra”, esta palabra tiene su aquel, toda junta nos da idea de unión por amistad, quizá sea porque comparte sufijo con ligadura, pero si la dividimos puede tener muchas lecturas, “amiga” por un lado y “dura” por el otro, pues, qué duda cabe, puede dar su juego. Nadie se escandalice, somos ya mayores. Quizá nuestros antepasados pensaron lo mismo a la hora de acuñar el término. Y hasta aquí por hoy con el diccionario de Yanguas, próximamente la B.

Este Rincón del Paseante de hoy, además de las viejas palabras de nuestros lejanos antepasados va a tener también su espacio de zapatilla y calcetín. Hoy, viernes a la mañana, he tenido que ir hasta la calle Mañueta, a donde el amigo Caneda, futuro jubilado, a llevarle a afilar los cuchillos de mi afamado restaurante que me los deja que cortan un pelo al vuelo. Una vez hecho el encargo y puestas en sus manos mis herramientas, he salido a perder una hora antes de volver a recogerlas. He ido primero al Archivo General donde tenía que hacer un mandado y luego he tomado Santo Domingo para abajo, dirección Rochapea. He llegado al puente, pero no lo he cruzado, he seguido por la cuesta arriba que te lleva al Portal Nuevo, antiguo Portal nuevo de Santa Engracia. Dicha cuesta me he dado cuenta de que tiene una particularidad y es que tiene las aceras adoquinadas y la carretera asfaltada, al revés de lo que siempre ha sido en todas las viejas calles del Casco Viejo de Pamplona. Bueno, el caso es que entré por el primer camino que llevaba al barrio de Curtidores, al que los castizos llamaban Barrio de la Humedad, en donde se levantaban 4 o 5 caserones que albergaban casa e industria, allí estaban las tenerías de Yoldi y de Zarranz. Los edificios entraban literalmente en el río ya que su industria necesitaba gran cantidad de agua. Nos cuenta Arazuri que allí se instaló, en los años 30, un negocio que tenía al pomposo nombre de El Venecia y que se dedicaba a organizar bailes y verbenas muy frecuentados por la juventud de la época en donde se podían bailar los modernos bailes como el Fox-Trot o el pecaminoso tango. Así mismo la sociedad tenía una sección que alquilaba barcas para dar un paseo por el río a razón de cinco ochenas la hora. De todo aquello no queda nada, solo las bases de los muros de las casas que el otro día vi, me llamaron la atención las piedras de sillería que los forman, son de gran tamaño y calidad lo que nos indica que aquel barrio estaba compuesto por casas de fundamento. En esas estaba yo, pensando en cómo sería la vida de las cuatro o cinco familias que compartían ese espacio y viendo con tristeza como está todo eso ahora, lleno de miseria que lo invade todo, bolsas, mantas, botas, vaqueros viejos, lonas, botellas, envases variados y todos los restos que queráis imaginar, abandonados por aquellas personas a las que la vida les ha llevado, desgraciadamente, a vivir entre aquellas ruinas. Iba yo absorto en mis cavilaciones cuando de pronto noto que mi pie derecho pisa algo más blando que el terreno que hasta entonces iba pisando, me temí lo peor y acerté: había pisado un zurruto, un mojón, un truño, un cagarrón, un excremento, llamadlo como queráis, era un pedazo de mierda humana como una casa. ¡Qué asco!. Era de tal tamaño que al pisarla subió hacia arriba por los laterales y me hizo una envolvente en prácticamente toda la zapatilla. Para intentar solucionarlo pasé los cantos de mi calzado por una de las muchas mantas que allí había y no hice sino empeorarlo y extender el producto de mi desgracia a lo largo del pie. Mientras estaba en estas, jurando en arameo, pasó por delante de mis narices un pedazo de rata que no sé si era una rata o un pastor alemán. Asco sobre asco. Tomé un palo y con él fui quitando la mierda hasta que hizo crac, se partió en dos y casi doy con mis dedos en el asunto. Allí cerca vi una lona en la que se había formado un buen charco, mi salvación, metí la zapatilla con cuidado y poco a poco conseguí limpiarla. Arreglado mi mierdoso asunto, volví a la carretera. A unos metros estaba el otro camino, el que lleva a la casa que aún no se ha caído del todo pero que no le falta mucho. ¿En serio que el ayuntamiento ha tomado en consideración restaurar esa casa? Restaurar ¿qué? Tendrán que hacer una nueva porque de la vieja no se salva nada de nada. Salí de allí y llegué al Portal Nuevo, esa construcción medievalista que nos dejó Eusa en los años 50, Subí la cuesta de la estación y entré de nuevo en la parte alta de la ciudad para volver a Mañueta a por mis cuchillos y dar por terminado mi accidentado paseo de mierda.

La semana que viene más.

Besos pa tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

patriciomdu@gmail.com

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