Hablar de una ceremonia que tiene a sus espaldas siglos de historia es hacerlo de un sin fin de anécdotas, perspectivas y detalles que, con cada año y cada nuevo protagonista, aumentan. Es lo que sucede con la Bajada del Ángel de Tudela. Retratar esta tradición es hacerlo también de la capital ribera y de sus gentes que, año tras año ve cómo un Ángel, suspendido en una maroma, es transportado, mediante una serie de poleas, hasta la imagen de la Virgen, cubierta con un velo negro en señal de la tristeza que le causa la muerte de su hijo, para anunciarle su resurrección.

Ése sería el argumento de la ceremonia que, de otra manera, comenzó a realizarse en 1397 (primer año del que existe constancia) si bien es cierto que en el formato actual data de 1663. Hasta ese año seis niños iban en procesión vestidos de ángeles “a los cuales se les daba confituras” y que anunciaban la Resurrección, aunque se desconoce cómo. Pero en 1663 se decidió innovar y fue tal el éxito que aún hoy se mantiene el sistema, si bien se han ido produciendo diversos cambios.

En estos casi 370 años ha ido habiendo diversos cambios que son más fáciles de apreciar si se analizan crónicas realizaras en diversos momentos de la historia de Tudela.

Imagen de la ceremonia de la Bajada del Ángel de 1926. Cedida

José Branet 1797

En 1797, pocos años antes de la invasión francesa, pasó por Tudela un sacerdote gascón emigrado de Francia por la Revolución. Se llamaba José Branet y permaneció 8 meses en la ciudad que describió como “una población de unas 9.000 almas; capital de una merindad, situada sobre el Ebro donde hay un puente de piedra de 17 arcos, pero tan estrecho que dos carros pasarían por él al mismo tiempo con dificultad, si no fuera por los ángulos salientes que se han hecho de distancia en distancia para facilitar su paso. Si las calles son estrechas y no muy rectas es una precaución necesaria para protegerse del calor del sol, que de otro modo sería insoportable”.

Branet permaneció 8 meses en la ciudad que describió como “una población de unas 9.000 almas; si las calles son estrechas y no muy rectas es una precaución necesaria para protegerse del calor del sol, que de otro modo sería insoportable”

En esos meses asistió a la Bajada del Ángel de la que dejó una interesante descripción de cuando aún se hacía en la plaza Vieja. “El día de Pascua, hacia las seis de la mañana, el Cabildo sale en procesión de la Catedral. Va precedido de varias personas que llevan unas hachas encendidas en la mano; sigue en seguida la estatua de la Virgen cubierta de un velo negro y los canónigos que llevan el Santísimo Sacramento. Cuando la Virgen aparece sobre la plaza, un niño, casi desnudo, adornado de un vestido de tafetán que le ciñe parte del cuerpo, tal como se representa a los ángeles portadores de una buena nueva, y teniendo una antorcha encendida en la mano izquierda, desciende suavemente del balcón principal de la Casa Ayuntamiento, por medio de sus alas y de una cuerda sólidamente tendida de un extremo a otro de la plaza, elevada del lado de salida y que desciende insensiblemente hacia el extremo opuesto. Llegado al sitio donde se ha detenido la imagen de la Virgen, le anuncia la resurrección de su Hijo y le quita el velo de luto que la cubre. La alegría parece pintada en su rostro. Después de su embajada, vuelve como si volase hacia el balcón de donde había partido, el que se cierra al instante. Esta ceremonia atrae mucha gente y merece ser vista”.

Una imagen de la Bajada del Ángel de Tudela a principios del siglo XX. Nicolás Salinas

Vicente La Fuente 1841

Pocas décadas después, en 1841, tras la primera Guerra Carlista, otro cronista, Vicente Lafuente, realizó un relato de la ceremonia con una aire más cómico y crítico para el Semanario Pintoresco Español en el que destaca la imagen del pequeño portando una vela encendida y llenando de cera a quienes atónitos observaban la ceremonia. En 1822 se habían cambiado las cortinas por un templete que simulaba el cielo. Además, el relato tiene la importancia de que muestra claramente que Volatín y Ángel se realizaban al mismo tiempo hasta el extremo de que al retirar el luto a la Virgen, el Volatín comenzaba a girar.

“Aproxímate en espíritu a la catedral vieji-nueva de Tudela y, dejando a un lado su torre desmochada vendrás a parar a una puerta por donde salen las procesiones. Principian a sonar las campanas, los fieles van saliendo de dos en dos, te colocas entre filas y vas atravesando aquellas calles y encrucijadas que no se parecen a la calle de Alcalá ni en lo ancho ni en lo recto. La procesión desemboca por un callejón en la calle del Mercado (entonces se hacían en la Plaza Vieja) frente por frente de las Casas Consistoriales. En uno de sus balcones hay un tabernáculo a manera de biombo en el cual están fijas las miradas de la muchedumbre que llena la plaza. Según aquella regla de que ‘lo ridículo va al lado de lo sublime’, se suele colocar en otro balcón paralelo al del tabernáculo, un pelele vestido de pantalón encarnado y casaca azul, el cual tiene todo el cuerpo lleno de goznes de modo que, al columpiarse en el aire a impulso del torno que lo menea, ofrece gratuitamente al público escenas de descoyuntamiento. Entra la procesión por la plaza adelante y entre tanto sale en dirección opuesta una cofradía llevando en andas a la Virgen, cubierta con un gran velo en señal de dolor, y viene a colocarse hacia la entrada de la calle por donde sale la procesión. Párase ésta y toda la concurrencia espera la apertura de los cielos y la bajada del ángel".

"Ábrese el tabernáculo (los cielos), y aparece dentro de él un niño de 12 a 14 años (el ángel), con sus alas pintadas, casco dorado, tonelete blanco y coraza bordada de lentejuelas"

Vicente La Fuente - 1842

"Ábrese el tabernáculo (los cielos), y aparece dentro de él un niño de 12 a 14 años (el ángel), con sus alas pintadas, casco dorado, tonelete blanco y coraza bordada de lentejuelas. Entonces el numeroso concurso lanza un grito de alegría, las viejas lloran de gozo y las jóvenes rezan Ave Marías para que no se rompan las cuerdas y se caiga el ángel. No hay que creer que este hace su descensión por alguna maroma o por escalera, el mecanismo es algo más complicado. Su alteza angélica está colgada de una maroma en la cual hay una nube de la que pende el niño por medio de fuertes correones y abrazaderas: además lleva él un pie sujeto a otra maroma igual a la primera, lo cual hace su postura menos violenta. Estas maromas van a parar a una casa de enfrente desde la cual las tiran por medio de tornos, y en virtud de esto el ángel va descendiendo. La primera vez que presencié este descendimiento aéreo, observé que todos bajaban la cabeza al tiempo de pasar el ángel por encima, y que entonces ni aún se atrevían a mirarle. Creí que esto sería alguna prueba de respeto. Pensando en esto, y mirando al ángel sentí de pronto un dolor agudo en la cara".

"El ángel llevaba en sus manos una hacha de cera labrada, y como iba haciendo cortesías a la Virgen a dos manos, repartía lamparones sobre los espectadores"

Vicente La Fuente - 1842

"Bien luego me convencí de que no era sino un gran asperjes de cera derretida que me había interesado la frente y las cejas, las mejillas y la ropa. El ángel llevaba en sus manos una hacha de cera labrada, y como iba haciendo cortesías a la Virgen a dos manos, repartía lamparones sobre los espectadores. Por fin llega el ángel en su descenso a un punto desde el cual, bajando un poco la mano, puede coger el velo con que va cubierta la Virgen. Entonces el público espectador lanza estrepitosos gritos de alegría, las campanas aturden, el pelele se agita haciendo las más ridículas contorsiones y concluye de rasgar calzones y casaca: entretanto los de la Casa de Ayuntamiento pegan dos fuertes tirones y en un abrir y cerrar de ojos vuelve el ángel al tabernáculo y desaparece gracias a las portezuelas de éste”.

Imagen de la Bajada del Ángel de los años 50. Redaccion Tudela

Cambios y el cine

A partir de 1851, en que se celebró el 20 de abril al igual que este año, se dejaron de hacer a la vez y se pasó a hacerlo a la plaza de La Constitución, hoy de Los Fueros por encontrarse ruinosa la fachada de la Casa Consistorial, y por ser pequeña aquella plaza para tanta aglomeración de tudelanos y forasteros. Poco después, en 1854, se sustituyó la vela por un banderín. El año 1822 las cortinas de donde salía el niño-ángel, se sustituyeron por una perspectiva de madera pintada, que debía ser parecida a la que viene utilizándose actualmente. Los aleluyas se introdujeron en 1867 y, lo que muchos tudelanos no saben, que el grito es relativamente reciente ya que se incorporó en el último tercio del pasado siglo.

Hay que saltar unos 70 años para llegar hasta 1918 (según la fecha que da la Filmoteca Española) en que Antonio de Padua Tramullas creó uno de los documentos más excepcionales que existen, una película que retrata la ciudad, el Volatín y la Bajada del Ángel. La película fue un encargo de los Sernas, propietarios del Teatro Cervantes de Tudela, consistente en “la filmación de un documental tudelano, en el que deberían recogerse los aspectos más interesantes y pintorescos de nuestro pueblo, las industrias más florecientes y las fiestas más antiguas y tradicionales”, según explicó Luis Gil Gómez. Gustó tanto en Tudela que durante años se pasaba todos los años el Domingo de Resurrección en ese mismo Teatro Cervantes.

En la historia de la Bajada del Ángel esta tradición no se ha celebrado en 1809, 1810, 1811, 1812, 1813 (la Francesada), 1932, 1933, 1934, 1935, 1936 (la Segunda República), 1958 (una fuerte lluvia)... y 2020 y 2021 (pandemia).

Según explica Francisco Javier Zubiaur la película perteneciente a la Filmoteca de Navarra (que lo fecha en 1923), se compone de 13 planos con una duración total de 4 minutos y 14 segundos. Destaca la indumentaria en general muy sencilla de todo el público que observa cómo evoluciona la bajada que, al salir de la Casa del Reloj permite ver la hora, cuando se abren las puertas del cielo, las 7.15. Dos horas antes que la ceremonia que se realiza en la actualidad. Llama la atención también el primer plano del niño protagonista, así como la ausencia de banderas de España.

Parones

En la década siguiente, durante la Segunda República, estuvo un tiempo sin realizarse como protesta de la iglesia por la falta de apoyo económico del Ayuntamiento. En los 360 años de historia de la Bajada del Ángel se cuentan en algo más de una docena los años en que esta tradición no se ha celebrado en Tudela: 1809, 1810, 1811, 1812, 1813 (por la Francesada), 1932, 1933, 1934, 1935, 1936 (por la Segunda República), 1958 (por una fuerte lluvia)... y 2020 y 2021 por la pandemia del coronavirus.

En 1931, Miguel Iñigo, fue el último niño en cruzar el cielo de la plaza de Los Fueros en cinco años. Frente a la creencia de que la República prohibió los actos religiosos, lo que hizo el Ayuntamiento de Tudela fue retirar la ayuda económica a los mismos al defender que el Estado debía ser laíco. Así lo narra un artículo del derechista Navarra de 1931, que refleja una discusión entre Cuadra y el concejal de derechas Oliver. “’La inmensa mayoría del pueblo es católico’, grita el señor Oliver. ‘No lo crea usted’ le ataja el señor Cuadra. ‘No son católicos todos los que oyen misa’, refuerza Burgaleta…. ‘Vosotros—les dice Oliver—atacáis a la Religión’. ‘Nada de eso—interrumpe Aquiles- nosotros mantenemos con la religión una posición de respeto. Debemos mantener el laicismo porque sentimos el laicismo. Yo—añade—siento el laicismo como el que más. Como representante del pueblo no tengo porqué proteger una religión ni mantenerla’. ‘Es que—le contestan—la opinión del pueblo es religiosa. La procesión de Santa Ana a la que acudieron 1.300 hombres tuvo un carácter de plebiscito popular’”.

"Nosotros mantenemos con la religión una posición de respeto. Debemos mantener el laicismo porque sentimos el laicismo. Yo siento el laicismo como el que más. Como representante del pueblo no tengo porqué proteger una religión ni mantenerla"

Aquiles Cuadra - 1931

Al fin se votó la subsistencia o la supresión de todas las partidas (cerca de 12.000 pesetas) que afectaban a lo religioso y la mayoría acuerda suprimirlas. Solo tres concejales de derechas votaron en contra, Rubio, Morte y Oliver. Cuando las derechas volvieron al gobierno de Madrid en 1935 se recuperó en Tudela la procesión del Santo Entierro, pero no la Bajada del Ángel que no volvió hasta 1937. El 24 de febrero de 1937, el pleno del Ayuntamiento de Tudela, restableció “las tradicionales funciones del Volatín y del Ángel”.

A partir de entonces volvió la ceremonia y las crónicas que durante la guerra fueron muy breves. “En Tudela, que no se le llama domingo sino que lo llamamos el Día del Ángel, amaneció espléndido. A las 7 en punto de la mañana, salió de la Catedral la procesión en la que es llevado el Santísimo acompañado del clero catedralicio, siendo portador de la custodia el Sr. don Marcelino Alava. A las 7 y 7 abrió sus puertas de Gloria el Ángel y se deslizó colgado por la maroma hasta llegar a la altura de un primer piso, en la que aguarda la Virgen con la cara cubierta por un velo que el Ángel le quita, anunciándole la gloriosa Resurrección de su Hijo, volviendo por el mismo camino, hasta encerrarse de nuevo en la casa de donde salió. Terminada la misa, la gente se desparrama por la ciudad en alegre bullicio asaltando las terrazas de los bares y cafés y en espera de la hora del concierto de la Banda Municipal, dirigida admirablemente por el director don Luis Gil”, se contaba en 1942.

Una imagen moderna de la representación del Ángel en el año 2006. Redaccion Tudela

Todas las crónicas, todos los detalles reflejan una ceremonia que, en esencia, sigue siendo la misma, aunque ha ido sufriendo diversos cambios, como la desaparición de las pelucas, la eliminación de que fueran niños pobres y muchas veces huérfanos o, el último gran cambio, que solo lo hicieran niños. Con la incorporación de las niñas en 2008, con Amaya García Ridruejo, se realizó, de forma tranquila, discreta y ejemplar, uno de los cambios más grandes de una ceremonia que este año ha cumplido 362 años en el formato del descenso de los cielos por una maroma para quitar el luto de la virgen.