“Cómo me gusta cómo maneja el tempo mientras vuela, su tranquilidad”, dice Patxi Gambra mientras sujeta con una cuerda, por detrás, el pie de India Moleón Alcalá. Dice la definición de tempo que es el “movimiento o aire en terminología musical que hace referencia a la velocidad con la que debe ejecutarse una pieza”. Así lo hace India, la pequeña Ángel tudelana de 2025. En su primer ensayo colgada del techo, para practicar el vuelo que llevará a cabo el 20 de abril sobre los ojos asombrados de miles de tudelanos, tudelanas y curiosos, asombró en su baño de aire. Pese a que Miguel Ángel Vallejo, Ana Mari Arregui, Rodolfo Milagro y Zoraida Hoyos ya la conocen y han trabajado con ella la ceremonia en su casa, esta primera vez ante los medios de comunicación y en la que casi vuela de verdad, es diferente.
En el aire
India, pese a su aspecto frágil, practica defensa personal y boxeo y quizás esas disciplinas son las que le dan el aplomo necesario para volar de forma imaginaria con total tranquilidad sobre el pequeño garaje de la familia Gambra-Arregui, como si lo hubiera estado haciendo toda la vida.
Su manejo del tempo hace que quienes contemplan el ensayo tengan la sensación de que de verdad está suspendida en el aire y su constante sonrisa y rostro angelical (qué fácil emplear este adjetivo, pero ninguno más apropiado) hace el resto. India mueve los brazos para flotar, para volar, y no como si nadara, como habían hecho decenas, centenares de niños y niñas anteriormente. Casi se podría decir que el Ángel de 2025 vuela de verdad y eso provoca el silencio entre quien la observa.

El tempo de sus brazos cortando suavemente el aire convirtió el pasado jueves el ensayo en una auténtica ceremonia. Nunca en ningún ensayo había habido tanto silencio como el que provocó India en sus espectadores. Puede ser andante, allegro o moderato, quien entienda de música que lo diga, pero lo que es seguro es que India es la reina del tempo en la ceremonia del Ángel y a sus 7 años domina el vuelo y la escena como ella quiere.
El ensayo
Como si se tratara de una deportista de la década de los 80, se enfundó una sudadera rosa y unos calentadores rosas para el primer día de ensayo casi real y, sobre toda esa ropa, se le puso el corsé, que le conectará de la nube y le llevará hasta la imagen de la Virgen cuyo velo retirará al grito de “¡alégrate María, porque tu hijo ha resucitado!”.
Esa mezcla de época vintage y tradición secular, acompañada de la Marcha Real de fondo, rompería los cánones y los esquemas a más de uno, pero es la riqueza de la Bajada del Ángel de Tudela y uno de los motivos de que haya sobrevivido desde mediados del siglo XVII.
Colgada del techo gracias a un mosquetón de escalada, y ataviada con las alas, India comienza lo que tantas veces ha recitado de pie en el salón de Miguel Ángel Vallejo y Ana Mari Arregui, encargados de seleccionar a los y las ángeles desde hace más de 28 años. Tras conectar la tablet (otro guiño de esa mezcla de épocas), los sones de la Marcha Real comienzan.

El vuelo perfecto
“Sales del templete” ordena Vallejo, “y me santiguo” añade India como si se tratara de una lección “tiro aleluyas”, añade llenando la estancia de papeles blancos tras lo cual comienza a mover los brazos con ese tempo que le hace suspenderse en el tiempo. “Muy bien”, apoya el instructor de vuelo mientras se da cuenta de la tranquilidad que destila India, “llegas al kiosko y sueltas más aleluyas”; de nuevo el cielo del garaje se llena de papeles.
En ese preciso momento Martina Catalán Hoyos se acerca por un extremo del improvisado escenario con la corona de la Virgen tapada con un velo negro, el mismo que tendrá que retirar el Domingo de Resurrección, y se arrodilla. India que ve, sin moverse al estar colgada, que no llega hace indicaciones a Martina para que se acerque (lo mismo que tendrá que hacer a los portadores de la imagen) y lanza el esperado grito “¡alégrate María porque tu hijo ha resucitado!” y tras el anuncio se santigua tres veces y retira las horquillas.
Con la misma tranquilidad con que ha volado se echa el peso del velo enlutado sobre el ala izquierda y comienza a volar hacia atrás. “¡Qué bien, qué bien!”, se ve que Miguel Ángel dice en un susurro, apenas mascullando, para sus adentros.
Una tradición que se hereda
Los padres de India, Roxana y Damián, sus abuelos y su hermana, sentados en un pequeño sofá, le miran con una sensación mezcla de orgullo y temor sabiendo el peso de la tradición que cuelga de las alas de los niños y las niñas que el Día del Ángel se convierten en protagonistas.
Su hija será el 20 de abril una más de esa pequeña familia que está unida por un fino hilo que ata a todos y todas que lo han interpretado, pero cada uno a su manera. India será una más pero será, como el resto, diferente, será el Ángel del tempo que para el tiempo cuando se abran las puertas del templete.