Síguenos en redes sociales:

'La Magdalena', al descubierto

Las visitas a la recién restaurada portada de la iglesia de la Magdalena de Tudela permiten apreciar detalles y hallazgos inaccesibles hasta ahora. Contemplarla es un viaje a la Tudela cristianizada del siglo XII

'La Magdalena', al descubiertoFermín Pérez Nievas

Un día cualquiera en Tudela, hacia el año 1170, un cantero lleva tiempo esperando que el maestro de obra le diga que van a subir su piedra, trabajosamente tallada, al lugar acordado. Hace apenas 50 años que la ciudad se rindió a las tropas cristinas de Alfonso El Batallador y en la antigua capital de los Banu Qasi, anteriormente musulmana, no dejan de florecer iglesias cristianas. Ahora le toca el turno al pequeño templo mozárabe que existía muy cerca del cerro donde se levantaba el castillo. Hace un sol de justicia y, pese a la algarabía de los trabajos que no cesan de los distintos gremios y de las caballerías que vienen del Ebro y del cercano río Mediavilla, el joven cantero se aburre soberanamente y decide, junto a su compañero, que hasta que les toque su turno van jugar al conocido juego del alquerque sobre un sillar de piedra campanil que hay abandonado. El alquerque es muy parecido a las damas y procede del Medio Oriente.

Con un martillo y un pequeño cincel comienzan a dibujar el tablero sobre el sillar traído de la Bardena y a mitad de partida, les avisan de que es su turno y van a subir su piedra tallada al lugar que ha de ocupar en la portada de la iglesia de la Magdalena.

Algunos de los oficios reflejados en los canecillos, en este caso, el peliare.

El juego

Casi nueve siglos después, su huella, su juego, grabado y dejado en la piedra por ese cantero, se muestra a los visitantes como uno de los descubrimientos que ha sacado a la luz la restauración de la iglesia Magdalena.

Este mismo juego aparece, también labrado, en uno de los sillares de la catedral, quizás como legado, quizás como descuido o como un aprovechamiento de material desechado. Quizás labrado, por el mismo joven cantero que trabajó en ambos edificios, dado que son coetáneos. Los dos, elaborados con piedra campanil traída de la Bardena que es fácil de labrar y resistente, aunque es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura y se deshace en láminas. Una enfermedad que ha deteriorado ambas joyas románicas. Por eso una de las labores acometidas ha sido la de tratar de evitar a la piedra el sol de la tarde, que es especialmente dañino.

Las visitas

Casi 170 personas de Tudela, Fustiñana, Murchante, Ribaforada, Cintruénigo, Corella, Pamplona, Sangüesa, Zaragoza y San Sebastián pudieron descubrir el pasado fin de semana la belleza, riqueza y secretos de la portada de la iglesia de la Magdalena de Tudela, “una de las mejores del románico europeo”, afirmó la guía de la empresa Tudeguía, responsable de realizar las visitas.

Aquel alquerque es una firma, un garabato de aquellos artistas y artesanos que plasmaron en piedra los pilares de la religión a la que se adscribía el templo de la nueva Tudela.

Hace 9 siglos, un cantero que pasaba el rato se puso a jugar al alquerque sobre uno de los sillares que usaron, dejando su huella.

La restauración ha sacado a la luz su policromía, sus detalles, su trabajo, su elaboración pero también sus secretos y enigmas. La Magdalena se abrió al culto en época mozárabe con otra puerta, situada en un lateral, pero para tratar de evitar al sol a los fieles y el cierzo se decidió abrir otra en el frente y adornarla ricamente. A la moda de la época (finales siglo XII) se dibujó un pantocrator que bendice con la mano derecha dentro de una mandorla cuatrilobulada, rodeada de los 4 evangelistas representados con su habitual iconografía.

Junto a él se encuentran dos figuras femeninas, la titular del templo, María Magdalena, y otra mujer, que los historiadores discuten si se trata de María (“como madre es la única que le puede mirar a los ojos”) o de Marta, la madre de Lázaro, por el sepulcro labrado que se encuentra junto a ella.

Las arquivoltas

Sobre él se tallaron cuatro arquivoltas. En la primera se encuentra la anunciación y coronación de la Virgen, con una paloma (el Espíritu Santo) que cae en picado, y los doce apóstoles sentados en sillas ricamente labradas, hasta tal extremo que “portan libros en los que se ha dibujado escritura, broches de cierre, adornos de las portadas o incluso una concha para señalar que se trataba de Santiago. Se cree que cada uno de ellos llevaba su nombre inscrito sobre la cabeza”.

Sobre estas figuras, en la segunda arquivolta, se situaron las conocidas como arpías, cabeza femenina con cuerpo de ave que procede ya de la mitología griega y que encarnan los vicios, en la tercera ciervos metidos entre la vegetación ricamente labrados y con todas las ramas exentas de las que comen, y finalmente la decoración vegetal con las hojas de acanto en la cuarta arquivolta. En el denominado “guarda lluvias” se situó una rica decoración de grifos y trenzados, de forma alterna.

Una mujer fotografía con su móvil detalles de la portada.

Policromía

Tal y como se esperaba cuando se acometió la restauración de la portada, han aparecido numeroso restos de policromía. “Como resultado de la restauración, ha aparecido una gran cantidad de policromía principalmente en la primera arquivolta con el apostolado y en el tímpano. Esta gran cantidad de policromía pudiera hacerse conservado en parte porque la portada estuvo protegida por una portada barroca que se construyó en 1703 y que permaneció hasta 1986, en que se retiró. La excelencia del trabajo se aprecia en cada detalle de las esculturas, llamando poderosamente la atención el trabajo milimétrico dentro de la primera arquivolta, en el cuerpo de las arpías o los grifos y en la decoración de las dovelas de ciervos y ciervas sacando al aire el entrelazado de la vegetación”, indicó la guía.

La policromía ha dejado detalles como que pintaban las barbas y cabellos de color azul, las coronas de tono rojo, los tejidos en verde, los ojos en negro y el resto de las arquivoltas no figurativas se pintó con un color neutro, parecido al de la piedra, que siglos después se rascó para eliminarlo. “La imagen del tímpano era muy parecida a lo que se denominaba libros de las horas, colores muy intensos y llamativos”, y todo coloreado al óleo, “que con el paso del tiempo tiende a oscurecerse”.

La iglesia, edificada sobre una antigua mozárabe, tenía una entrada distinta a la actual restaurada.

Sobre la portada se esculpieron once figuras de artesanos, cada una en un canecillo y donde destacan algunos como el músico, el maestro, la costurera o el cantero, colocado en el centro y que se cree es autorretrato de autor. Una de las figuras, al subir a la altura de las obras, se ha descubierto que no era panadero sino un pelaire, que se dedicaban a trabajar la lana.

Descubrimientos

Al colocar el andamio y ver de cerca los bajorrelieves, se ha podido percibir también cómo la mano con la que bendice (la derecha) fue realizada por otro artista diferente al que talló la cara, ya que no está proporcionada y, además, el rostro de Cristo tiene menos calidad que los apóstoles que le rodean. También se ha descubierto que parte de las vibraciones que rasgaron el tímpano y rompieron la mandorla procedían del abrir y cerrar la puerta ya que estaba mal diseñada, algo que se atribuía al paso del tren o a que se hundiera el terreno.

Detalle de uno de los apóstoles de las arquivoltas.

Tras concluir las labores de restauración, acometidas por Príncipe de Viana, Ayuntamiento y Arzobispado, se va a realizar un estudio de campo que se podría prolongar durante tres meses para posteriormente exponer todo lo descubierto en una conferencia.