El santuario de San Miguel de Aralar denunció ayer que este fin de semana se llevó a cabo un nuevo ataque a la segunda cruz del camino de subida a San Miguel, la misma que fue restituida el pasado 17 de mayo durante una peregrinación desde el Monasterio de Zamartze dentro de los preparativos del Jubileo de la juventud en Roma. Y es que a finales de marzo desconocidos cortaron con una sierra radial dos de las tres cruces de hierro de la subida, cerca de la pista. “Pasan junto al camino de los montañeros y personas que subieron ayer vieron que la cruz estaba arrancada y avisaron. Por lo menos en esta ocasión no se la han llevado”, apuntó Alfonso Garciandía, capellán del santuario.
“No sé a quién puede molestar una cruz pero hay gente a la que parece que le estorba este signo. Es una pena pero nuestra respuesta va a ser la misma que en otras ocasiones. Vamos a seguir trabajando para hacer el bien, por construir, reparar y curar. Nuestro santuario es un lugar de bien. San Miguel lucha contra el mal en todas sus formas”, destaca. Al respecto, señala que “el mal aparece a través de las guerras, de la violencia y los actos delictivos. En este caso es un mal chiquito porque no deja de ser un objeto. Lo más terrible es cuando se da un salto cualitativo y afecta directamente a las personas. No vamos a abandonar la lucha y vamos a seguir luchando con las armas de San Miguel, que es la cruz de Cristo, un signo de amor, de perdón, de bondad y de belleza”.
La otra cruz era una reproducción de la imagen de San Miguel en hierro a la que cortaron los brazos y la cruz. “Teníamos pensado reponerla ahora en septiembre, dentro de la novena de San Miguel”, apuntó el capellán.
Ataque a la puerta del santuario
Este nuevo ataque se suma al que sufrió el santuario el octubre del pasado año, cuando unos desconocidos pintaron la estrella de David y la palabra de Jude en la puerta, a la que dieron fuego. Pero aquel acto vandálico se convirtió en una gran respuesta colectiva en la que convergieron saberes tradicionales, innovación e implicación social a través de un proyecto denominado Mundu berri baterako ateak (Puertas para un nuevo mundo). Y es que cuando la factoría Albaola de Pasaia se ofreció a construir una réplica de la puerta comenzó a gestarse un movimiento popular que fue multitudinario.
Una vez construida con madera de robles de Sakana que había sobrado de la construcción del ballenero San Juan, llegó a lo alto de Aralar el 15 de junio en peregrinación en un carro tirado por una pareja de bueyes. Fueron siete etapas en un recorrido de 86 kilómetros en total con carácter abierto, festivo y tradicional con txistularis, bertsolaris y expresiones de devoción popular que evocaban antiguas formas de peregrinación y vínculo con el territorio.