Es algo muy positivo para nosotros, pueden influir en el manejo del día. Este vínculo beneficia a los mayores y a los pequeños”, resume felizmente Gervasio Berrozpe, de 90 años, residente de Amavir Oblatas. El centro creó hace más de quince años la iniciativa De acampada con mis abuelos. “Les da alegría a los mayores, vitalidad, les genera emociones positivas. Se sienten a gusto”, comenta Bea Caballero, animadora social de la residencia. Los mayores aportan su visión y experiencia a los más pequeños, con actividades que funcionan como una lección de vida. “En unos años recordarán lo que han aprendido aquí y podrán ponerlo en práctica sin darse cuenta”, añade Berrozpe.
Desde el comienzo del campamento, el centro “buscaba que los mayores compartieran tiempo con los nietos. Es una forma diferente de ver a los abuelos, dentro de las residencias, y creo que ha cambiado un poco la visibilidad”, explica Bea Caballero. En esa época, los niños se quedaban a dormir en unas tiendas de campaña que se montaban en el jardín de Amavir Oblatas. “Convivían 24 horas, los cinco días a la semana. Compartían el tiempo con sus abuelos”, explica Caballero. Esta nueva edición de sus campamentos intergeneracionales de verano que empezaron el pasado lunes y finalizan hoy, constituye también a una medida de conciliación laboral y familiar.
Durante una semana, las personas mayores conviven en los propios centros con niños y niñas de entre 6 y 12 años, realizando numerosas actividades conjuntas y compartiendo vivencias y momentos únicos. “Me gusta todo lo que preparan. Lo mejor es cómo nos atienden”, explica Mari Carmen Perfecto, de 81 años, residente desde 2018. Suele haber entre 15 y 20 niños todos los años. “Los mayores, depende del día, participan más o menos. Normalmente suele haber entre 40-50 residentes, pero depende de la actividad. Si es en el jardín, puede haber 100 abuelos perfectamente”, añade la animadora social. Los jóvenes que participan en estos campamentos son nietos y bisnietos de los residentes del centro, así como hijos de los trabajadores de la residencia. “Me gusta estar y jugar con ellos porque me parece una cosa bonita”, comenta Xabi Etxenike, de 9 años. El propio Xabi ha participado desde los 5 años en el campamento. Por su parte, Ander Hidalgo, de 7 años, lleva 2 asistiendo a las actividades y añade que “los niños les damos felicidad y alegría”.
“Los horarios de los residentes son respetados en todo momento para su descanso. Sin embargo, contar con la alegría de los más pequeños durante unos días supone, para todos, una experiencia inolvidable. Además, compartir con los más pequeños su jornada diaria incrementa su actividad física, cognitiva y social, promoviendo el envejecimiento activo y saludable”, argumentan desde la residencia. “Todas las actividades son lúdicas y dinámicas, genera movimiento en ellos. Les despierta”, detalla Caballero.
Este año, los campamentos intergeneracionales de Amavir se han sumado a la iniciativa Juntos por la lectura promovida por Bayard. El proyecto busca sensibilizar a los padres y madres de la importancia de que sus hijos disfruten leyendo. Se han organizado talleres de animación a la lectura en los que han participado tanto pequeños como mayores. Una gran oportunidad para preguntar a los mayores qué leían en su infancia y verlos disfrutar como si fueran niños. De este modo, los mayores y los niños y niñas dedican tiempo la lectura.“Se necesita tiempo y tranquilidad. Se sentaron un poco y surgió solo, compartieron el momento”, finaliza Caballero.