Se cumplían 88 años. La noche del 26 de noviembre de 1936 un camión condujo a Ripa, en el Valle de Odieta, a 16 vecinos de Atarrabia encarcelados tras el golpe de estado. Entre ellos el alguacil del Ayuntamiento, Miguel Abad, quien “sabedor de dónde era conducido, se abalanzó en el momento de subir al camión con la intención de despedirse de su hija Margarita, también presa. Allí mismo le dieron muerte”, explicó Eneko Arteta, de AFNNA-36.
La asociación de familiares de fusilados acompañó este martes al Consistorio en la inauguración de El muro de la vida, con el que “queremos mantener con vida la memoria, no solo de aquellos 16 vecinos asesinados en Ripa, sino de todas las personas de nuestro pueblo que fueron asesinadas víctimas del franquismo”, dijo el alcalde Mikel Oteiza. 20 nombres figuran en la placa que preside el monumento, financiado por el Instituto de la Memoria del Gobierno de Navarra y elaborado por empleados municipales con jóvenes del proyecto Haziera.
“Con esta inauguración hemos querido desde el Ayuntamiento de Villava sacar a la vía pública, hacer accesible a todas las personas de nuestro pueblo y a las que pasan por aquí, este espacio de homenaje y memoria. Queríamos saldar una deuda pendiente con las personas represaliadas en nuestro municipio. Hemos retirado las placas instaladas dentro del cementerio y dejado este como espacio referente para traer a la memoria a nuestros vecinos y vecinas”, añadió el primer edil. Un lugar de memoria que los asistentes se encargaron de completar colocando una planta en cada uno de los 20 huecos habilitados para este fin en el muro de la vida.
En el acto Jokin Uriz, familiar de tres víctimas –los hermanos Julio y Teodoro Carisa y Benito Mercapide–, leyó un texto titulado Los vacíos vividos “para honrar este sencillo y digno lugar de la memoria, y de paso alzar la voz por todas las personas que no pueden hacerlo”. “El estruendo de una bala acabó con su aliento y fue el primer paso en el camino de su memoria. Sus recuerdos han iluminado muchas oscuridades en noches sin fin. Una y otra vez intento que mis ojos no juzguen, que mis manos no opriman, que mi voluntad no castigue; pero sigo esperando un gesto que me permita arropar sus cuerpos. Consciente de que un mar con niebla es lo más parecido a una existencia sin horizonte. Siento inocentemente qué lejos de todo queda la muerte cuando no se vive la vida. Aquí seguimos y seguiremos, mientras vuestros vacíos vivan nuestras vidas”, relató Uriz.
El espacio monumental nace con el objetivo de que “esté presente en el paisaje urbano la tragedia vivida en el pueblo y no se olvide, para que las generaciones futuras conozcan su pasado, y aprendan de un hecho que no puede volver a repetirse. Nunca más y para nadie aquellos horrores”, relató por su parte Arteta. “Este muro de la vida, este pequeño monumento, contendrá desde Villava-Atarrabia la negra sombra de ese gran y lúgubre edificio hasta su desaparición definitiva. Hasta su derribo”, añadió en referencia al Monumento a los Caídos.
En detalle:
Los 20 homenajeados: Cruz Ameztoy Ecay; Fermín Bubea Cenoz; Ángel Javier Esparza Goldáraz; Silvestre Esparza Goldáraz; Luis Gregorio Esparza Portillo; Vitorio Francisco Esparza Portillo; Julio Garisa Elcarte; Teodoro Garisa Elcarte; Lino Goñi Loperena; Eusebio Igarabide Ostiz; Saturnino Induráin Llorente; Maximino Iroz Arriola; Miguel Labat Velasco; Benito Mercapide Longás; Esteban Muñoz Oset; Blas Noáin Izura; Felipe Nuin Esain; Benigno Pérez de Nanclares Martínez; Joaquín Ruiz Martínez; Cecilio Villanueva Izura.