Inma Sánchez tiene a su cuidado a su padre, que va a cumplir 90 años, y a sus tres hijos. La mayor, de 24; el mediano, de 22; y Aitor, que tiene 12 años y una discapacidad que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. "Todos los servicios a los que puedes recurrir, como un centro de día o diferentes terapias y actividades, están muy estipulados, con horarios concretos y funciones muy dirigidas. Hay muchos recursos pero hace falta coordinarlos: yo me he encontrado con que mi hijo tenía una enfermedad rara y me he sentido muy arropada por los Servicios Sociales, el centro de salud y el de Salud Mental, pero es necesario establecer un profesional de referencia. No puedes repetir cien mil veces la enfermedad que tiene tu hijo porque te vayan cambiando de médicos cada dos por tres", señala esta vecina de Ansoáin.

Y tiene las ideas muy claras: en lo que a diversidad funcional se refiere, "se podrían hacer muchas cosas, actividades para chavales con sillas de ruedas, adaptadas a cada realidad. Lo mismo que en los ayuntamientos elaboran programas de Igualdad, habría que hacer otros de diversidad funcional. Coordinar los recursos y dedicar tiempo a que funcionen, hacer estudios de accesibilidad, que aquí en Ansoáin funciona muy bien... aunque siempre se puede mejorar", asume.

Pero lo que ella tiene en la cabeza, lo que necesita, el Ayuntamiento de Ansoáin lleva un tiempo pensándolo. Trabajándolo, dándole vueltas. Y con la idea de crear en el municipio un centro sociocomunitario que sea capaz de aglutinar todos esos servicios para personas mayores, con diversidad funcional o dependientes, ha preguntado a los vecinos y vecinas qué quieren y cómo les gustaría que fuera. Ha recurrido a los agentes especializados, que son los que al fin y al cabo formarán parte de un proyecto que va a fraguarse poco a poco, para dar respuesta a las carencias y necesidades de los colectivos que, ahora más que nunca, necesitan refugio. Y que se les escuche, se les atienda y se les proteja.

La base es una y es indiscutible: el cuidado. Poniendo a las personas en el centro, que -aunque sea una idea muy sonada que parece algo difusa- en Ansoáin atiende a acciones concretas y palpables sobre las que de un tiempo a esta parte vienen trabajando para hacer del municipio una comunidad que cuida. "Un centro así sería estupendo -valora Inma- porque puede ofrecer actividades más informales, más adaptadas, y puede constituir también un respiro familiar para las cuidadoras, que también necesitamos ese tipo de apoyos. Yo me despierto, llevo a mi hijo al colegio, vuelvo a casa, tengo que preparar a mi padre, levantarle, prepararle la medicación, sacarlo de paseo, a la tarde vuelvo con mi hijo, le llevo a terapia€ Nuestro día a día está plagado de cuidados", relata.

"A veces también es bueno realizar acciones preventivas y cuidar al cuidador, actividades sobre la autoestima, que se pierde, porque se dedica tanto tiempo al cuidado que te olvidas de uno mismo. Se nos vino encima la pandemia y hay gente muy sola. Hay muchas labores que hicimos los propios vecinos de manera voluntaria pero falta todavía un poco de atención social, y es algo que espero que pueda cubrir el centro sociocomunitario".

Y es que crear espacios de respiro o de apoyo emocional "es importante para nosotras porque nos aliviaría, también contar con un equipo técnico que nos pueda asesorar en esas cuestiones", reconoce. Forman parte de ese equipo técnico Ana Lusar y Marta Asio, que son quienes apuestan, también, por sacar los cuidados a la calle. "El proyecto del centro nació antes de la pandemia pero ha cogido más impulso y más fuerza gracias a ella, porque se ha puesto de manifiesto la necesidad de los cuidados mutuos, de que salgan de lo privado a lo público, que estén presentes en la comunidad, se visibilicen y se ponga en valor el sistema de cuidados básico", explica Lusar, trabajadora social en los Servicios Sociales de Base. "No sólo de la parte asistencial, sino también de la parte preventiva, de autonomía, con perspectiva de género, sobre el envejecimiento activo, los hábitos saludables... Es un proyecto que poco a poco va tomando forma", incide.

Fases y diagnóstico El Ayuntamiento de Ansoáin realizó primero un diagnóstico sobre la situación de las personas mayores y personas con discapacidad en el municipio. Se llevaron a cabo una serie de encuestas a través de internet, "que respondieron unas cien personas, muchas de ellas con perfil cuidador", explica el concejal Aritz Ayesa, que expone que en ese estudio también había una parte de entrevistas cualitativas con personas de diferentes sectores -trabajadoras, técnicas, jubiladas o que forman parte del movimiento asociativo de Ansoáin- que respondieron, cada una con su perfil, sobre cómo ven la situación del municipio.

Afrontan ahora otra fase, también participativa, en la que piden a los propios agentes implicados que definan qué servicios quieren para ese centro y qué Ansoáin les gustaría construir. "Podemos hacer muchos tipos de centro pero si el pueblo no lo entiende, no lo usa, no lo disfruta o no está en su génesis, es un proyecto que no saldrá bien. Y participado es todavía mejor", valora Ayesa, que adelanta que están estudiando posibles ubicaciones, aunque el Centro Cívico -ahora cerrado por la pandemia- tiene muchas papeletas.

Contemplan la posibilidad de establecer en este futuro espacio un punto de información, un servicio de reparto de comida, un lugar en el que se atienda a las personas que viven solas y en el que se organicen actividades de prevención enfocadas a la diversidad funcional o a la promoción de la autonomía y talleres de memoria. Y es que, tal y como asume Asio, trabajadora familiar en el programa de atención a personas con dependencia, "ha cambiado el perfil de gente que se va haciendo mayor: es más dinámica, tiene más autonomía y otras inquietudes. Hace años había otro tipo de envejecimiento pero ahora las necesidades son diferentes".

Buen ejemplo de ello es Marcelo Feliu, presidente de la Asociación de jubilados Ezkaba, que cuenta con 650 socios y socias, "y ni todos son mayores ni son recién jubilados. Hay muchas franjas de edad y es importante tenerlo en cuenta", valora. La pandemia les ha trastocado los planes, algunos todavía no se atreverían a ir al club aunque estuviera abierto, confiesa, y otros están deseando que suba la persiana para poder socializar. "Por eso es importante, por ejemplo, el comedor social. Hay mucha gente mayor que vive sola", lamenta. Demanda también el servicio de podólogo o un taller de ejercicios para personas con movilidad reducida, "todo en un mismo centro. Es importante que haya una colaboración total entre el pueblo y el Ayuntamiento. Se pueda sacar adelante o no, por lo menos que la voluntad esté". Tal y como revela el diagnóstico elaborado por el Consistorio, en Ansoáin el 15% de la población (1.682 personas) tiene 65 años o más. De ellas, 385 viven solas, y el 73,77% (284) son mujeres.

Los foros Así, con el objetivo de seguir repensando el centro que quieren, han organizado tres foros que se celebrarán a lo largo de este mes, en el Centro Cívico, sobre mayores y/o diversidad funcional (este jueves 13 de mayo); vecinos y vecinas cuidadoras (18 de mayo); y tejido asociativo (27 de mayo). Se llevarán a cabo también iniciativas como las "gafas de plata" para visibilizar a las personas mayores "no desde el asistencialismo o el victimismo, sino desde el empoderamiento tanto de este colectivo como de la propia comunidad". Para ello, se llevará a cabo una "campaña de aliadas", para activar a determinados agentes en el cuidado colectivo de las personas mayores, dependientes y de los niños y niñas de Ansoáin.

"Parece una utopía que la comunidad, que la sociedad, se implique en todos los cuidados, que están infravalorados y feminizados. Pero hay que pensar en ello, y en quién cuida al cuidador, eso sí, sin caer en la trampa -recuerdan-: no cuidemos al cuidador para que siga cuidando. Hagamos de los cuidados algo más comunitario".