Ya lo decían desde la Escuela de Música de Tafalla el pasado año antes de lanzar el txupinazo: “unas fiestas sin música no tendrían sentido”. Y las txarangas son las grandes culpables de que no falte música a todas horas y por todos los rincones del 14 al 20 de agosto. La Malatxo, Aburrecalles y Forris’tar son las txarangas protagonistas en lass fiestas de Tafalla, y están ligadas a las peñas Aguazón, Cierzo y Empuje. Dos tafalleses (Andoni Goldaracena, Malatxo, y Rodrigo Lauroba, Aburrecalles) y un artajonés (Diego Jurío, Forris’tar), representantes de cada una de las txarangas, explicarán a continuación cómo se viven las Fiestas desde dentro.
¿Cómo vivís vosotros las fiestas de Tafalla?
–(A) Como llevo desde los 11 años metido en una txaranga, nunca he vivido unas fiestas sin tocar. Es un poco locura porque quieres llegar a todo: a conciertos, momentos con la cuadrilla, familia, comidas… pero nunca se puede porque siempre tenemos algo. Aunque, por otro lado, las vivo muy a gusto porque estoy con mis amigos de la txaranga, que al final es tu otra cuadrilla.
–(R) Se viven cosas que tal vez estando con la cuadrilla no las vivirías, como el ir a una salida al vermut, o la ronda de la tarde cuando la gente está en los toros y tu mientras estás por el pueblo… Aunque, como dice Andoni, también te pierdes muchas cosas con ellos.
¿Qué es lo mejor de tocar en Tafalla?
–(A) Siendo de Tafalla, tocar aquí es la ostia. Con algún pueblico más que siempre disfrutas, es donde más disfruto porque están tus amigos y familia que van a verte.
–(D) Aquí hay mucha cultura de ir con la txaranga. Hay rondas que te comes en algunos pueblos que no hay ni cristo y dices: ‘Estoy aquí porque me está pagando el Ayuntamiento’. En Tafalla hay mucho respeto, la gente valora la calidad de lo que haces.
¿Y lo peor?
–Lo que decimos, que te pierdes cosas en las que te gustaría estar, especialmente con la cuadrilla.
¿Cómo describiríais el ambiente que se vive en las calles mientras tocáis?
–La gente lo disfruta mucho, pero sobre todo con respeto. Tienes tu sitio sin que te molesten. La gente sabe donde te vas a poner, ya que cada txaranga normalmente se pone siempre en el mismo sitio y eso y la gente lo conoce. Nos dejan espacio y no andan empujando ni molestando.
En los últimos años se ha notado un aumento de la participación de la gente joven en las rondas, especialmente nocturnas. ¿Lo sentís así vosotros también?
–Sí, y es la ostia, sobre todo porque hemos vivido momentos bajos cuando había menos gente. Ahora ves la diferencia y es mucho mejor. Ves que la gente goza y verlos gozar, te hace gozar a ti.
Antes igual dependía más de la cena de las peñas, que más gente en la cena, más gente en la ronda. Ahora da igual que peña toque, porque además aquí tenemos un nivel de txarangas muy bueno. Si hay ronda, va todo el mundo.
¿Qué diferencia notáis en Tafalla respecto a otras fiestas donde habéis actuado?
–Lo que decíamos antes, la organización. Como en Tafalla, no se hace en ningún sitio. Aquí hay coherencia y sentido común en la organización. Tenemos tres peñas y tres txarangas, y se organiza de la manera que el que toca a la mañana no toca a la noche, el que toca a la noche no lo hace a la mañana siguiente… nos vamos turnando. Hace dos o tres años ya por ejemplo que se puso la rondica de la tarde. Antes volvíamos las tres txarangas de las vacas a la vez. Ahora una se va de ronda, que está de la ostia para la gente que no va a los toros; otra se queda en las vacas, y la que tiene noche descansa y no sale.
Vas a cualquier otro pueblo y cada peña va a su bola y tocan todas txarangas a la vez. En Tafalla se piensa más por el pueblo y no por la peña.
¿Compartís repertorio entre txarangas o cada grupo tiene un estilo definido?
–Hace años se compartía mucho más el repertorio. Prácticamente podías cambiarte de txaranga que la música iba a ser igual. Ahora cada uno tenemos mil arreglos. Además, como pasa en el mundo de la música en general, en el de las txarangas se está valorando más la cantidad que la calidad, entonces la gente exige más canciones nuevas. Por ello cada año salen un montón de canciones y al final cada txaranga tiene 15-20 temas nuevos, que suelen ser las mismas, pero con diferentes arreglos.
Por otro lado, antes los arreglos coincidían mucho más y el repertorio era mucho más reducido. Antes los temas los teníamos trillados y ahora los cogemos con pinzas. Que acaban saliendo bien porque hay mucho nivel en cuanto a los músicos, pero la gente de la calle te ve más con la partitura porque tienes que leerlo. Entonces si te cambias de txaranga, pues es un cristo.
¿Qué temas os pide más la gente?
–(A) A nosotros por ejemplo la Senda del tiempo de Celtas Cortos, nos la piden siempre. Y luego también el baile del tío pio, que es por la familia de los Píos del Aguazón; lo tocamos siempre porque nos lo piden.
–(D) A nosotros nos piden, a raíz del disco que sacamos hace unos años, el arreglo de la Oreja. Un popurrí que tenemos de la Oreja de Van Gogh.
–(R) Nosotros solemos tocar siempre a las noches una que es ripangambo, (que rico el mambo) que es una en la que la gente canta y luego cada uno se improvisa un solo. Esa o la de vámonos de fiesta, que ahí hacemos un poco el paripé, corriendo hacia la gente y eso a la gente le gusta.
¿Cómo se aguanta el ritmo de tantos días seguidos tocando por la calle? ¿Y el ritmo de todo el verano?
–La verdad que nos movemos más que las vacas de Macua. Pero tener muy buen ambiente en la txaranga es la clave. Hoy en día todo el mundo toca bien y cuando estás en una txaranga tienes que estar a gusto y porque quieres. Sino, es insoportable porque es muy duro; cada uno hará más de 40 o 50 fechas en verano fácil. Como no tengas buen rollo y buen ambiente, es imposible porque te amargas y te cruzas.
Al final convives mucho tiempo con la gente de la txaranga, duermes con ellos, compartes piso, comes… no es solo el rato de tocar. De hecho, es más importante la convivencia que otra cosa. A la hora de incorporar alguien nuevo a la txaranga piensas más en cómo es esa persona que en otras muchas cosas. Claro que miras a ver cómo toca, pero más te fijas incluso en cómo puede calar.
¿Existe rivalidad, compañerismo o ambas cosas entre las txarangas?
–Mucho compañerismo. No tiene ningún sentido que haya rivalidad, porque aquí hay tres peñas, tres txarangas. Y cada peña está muy a gusto con su txaranga. Entre nosotros para nada, de hecho, al revés, hacen falta favores entre nosotros.
Siempre andamos tocando los unos con los otros porque siempre hay alguno que falla y nos vamos pasando de una txaranga en otra. Cuando llegan fiestas de Tafalla ya hemos coincidido en un montón de sitios. En Sanfermines por ejemplo, en los toros estamos las tres txarangas prácticamente sentadas al lado.
¿Qué serían unas Fiestas sin txarangas?
–¡Qué vamos a decir nosotros! Pero está claro que perderían mucho. Perdería la gente. Aunque tu no vayas a la ronda de la txaranga, va a haber mucha gente que va a salir solo por ver a la txaranga, se va a crear ambiente por la txaranga. Creas más gente por ahí, generas buen ambiente. Especialmente en verano, que hace calor y a la gente le gusta estar en la calle. La fiesta hay que llevarla a la calle y la txaranga es una manera de hacerlo.