- El suyo es un escenario poco habitual, y prefieren actuar casi en la intimidad. En espacios pequeños. Tienen que buscar sus propios espectadores y les toca, además, improvisar a lo grande: cada vez que abren la puerta observan, se adaptan a lo que ven, intentan conseguir cierta complicidad y crean, con todo eso, un juego. En cada estancia la historia es distinta, "pero la mayor diferencia en este trabajo es que cuanto menos público tengamos, mucho mejor: eso significa que no hay niños ingresados". Y es que los de hospital no son payasos al uso y ahora, además, su labor se ha visto también alterada por culpa del coronavirus.

Ana de los Reyes, vecina de Beriáin, es coordinadora de la Asociación Sembrando ilusiones, conformada por un equipo de 19 voluntarios que acostumbra a contagiar la risa en la planta de pediatría del hospital Virgen del Camino, donde los más txikis ya les echan de menos. La pandemia les impide ahora poder verles pero también les ha obligado a reinventarse y mantienen el contacto con sus pequeños a través de vídeos y sketches personalizados que graban desde sus casas. Cada uno pasa el confinamiento como buenamente puede, y no hay que olvidarse de mantener la sonrisa sea en las circunstancias que sea. Es la mejor medicina.

Desde hace un año, contribuyen a la humanización del hospital a través del humor, la música, la magia o la danza. Hacen más amables y divertidas esas largas estancias mejorando el estado emocional de los pacientes, "y no solo alegramos a los niños, también a sus familiares y acompañantes, e intentamos sacar una sonrisa a las enfermeras que con tanto amor y dedicación hacen su trabajo", relata De los Reyes, que cuando se pone la nariz roja sólo es Mandarina, "la que utiliza la risa como medicina".

Atienden a una media de veinte niños por tarde, con visitas todos los miércoles de 17.00 a 20.00 horas y un domingo al mes, ya con un protocolo establecido y consensuado con el centro. "Para nosotros es imprescindible la colaboración del hospital y de las enfermeras, con ellas realizamos una transmisión de datos sobre los niños ingresados que es necesaria para poder hacer bien nuestro trabajo", agradece.

De los Reyes ha trabajado como secretaria pero siempre había sentido esa necesidad de colaborar en algo voluntario y benéfico, aunque no pensaba precisamente en la infancia. "Es algo que me ha ido llegando, no que yo buscara. Y eso que los hospitales siempre me han dado mucho respeto, imponen. Pero luego llegas allí, conectas con las familias, con los niños, y olvidas que estás en un hospital. Yo siempre suelo decir que es un sitio donde hay más amor que drama. La energía se siente y los padres están muy volcados con los niños. Ahí te olvidas de todas las cosas superficiales a las que fuera damos mucha importancia. Aquí no, porque lo que importa es el niño, la persona. Y te agradecen tanto que estés allí€ Esa tarde ya hay un cambio, en la habitación y en el ambiente. Y eso te llena", confiesa. Padres que les dicen que sus hijos han reído con ellos por primera vez tras una operación; una niña que, con poca movilidad, intenta lanzarles besos y sonrisas cuando entran por la puerta€ "No soy nadie pero son cosas que te hacen sentir súper importante -bromea-. También somos de ayuda y ese es nuestro objetivo. La bata del médico impone, nosotros con nuestra nariz roja no tanto, y los niños se relajan un poco más".

Tiene ganas de volver. "En cuanto podamos, lo haremos. Para nosotros la pandemia también ha sido un bombazo, somos una asociación muy reciente y hemos luchado mucho. Agradecemos la aportación de Inatec que hemos recibido este año, y el apoyo de los sanitarios, nos han facilitado las cosas y esperamos que los niños puedan disfrutar el aplauso. Es un trabajo en cadena, todo lo que nosotros hacemos es para ellos", señala.

Hoy, además, han organizado un aplauso colectivo a las puertas del hospital Virgen del Camino (a las 12.00 horas) para conmemorar el día de la infancia hospitalizada, una iniciativa en la que los payasos de hospital de Euskadi y Navarra han recogido dibujos de los niños que están en casa para hacer un montaje que mandarán al hospital, y que impulsará un aplauso para ellos. "Habrá globos para que nos vean desde la ventana y vendrá personal de Cruz Roja y Adano", señala.

Todo es poco teniendo en cuenta que con el coronavirus ha desaparecido también todo con lo que los niños y niñas contaban para vivir mejor el ingreso en el hospital: las clases por la mañana, las visitas de sus familiares (ahora más reducidas o con sólo uno de ellos), la visita de voluntarios de Cruz Roja y Adano y también la de los payasos. Es una labor que los padres agradecen. "Ellos contribuyen mucho, realizan una labor muy importante y necesaria", explica Mikel. Su hijo Asier pasó un periodo ingresado con Leucemia, aunque superadas las primeras fases sus estancias ahora son más puntuales. "Les echa de menos, también a las profesoras. Le han mandado un vídeo y está muy contento, le ha hecho ilusión. Le han hecho trucos, han ido a verle cuando ha estado allí, le han dado ánimos. Todo lo que sea amenizar los ingresos es positivo", valora.

"La bata del médico impone, nuestra nariz roja no tanto. Y los niños se relajan"

Clown de hospital