- La silueta de su abuelo con sombrero, gabán y bastón, y un seudónimo: Patricio Martínez de Udobro. Esto era lo que se conocía hasta ahora del autor de El Rincón del Paseante, la crónica de la ciudad que cada domingo ofrece este periódico en sus páginas de Vecinos. Pero ahora Patricio salta de esa sombra de caballero del siglo pasado y saca su primer libro, un compendio de los artículos que le han hecho popular y que ya está en las librerías. José Castells Archanco, pamplonés de la calle Gorriti, sale del ostracismo y en su presentación descubre su polifacética trayectoria. Porque fue fotógrafo todoterreno en los 80, regentó durante años un taller de restauración y antigüedades y desde hace cinco es dueño del restaurante La Fogoneta, en la calle Bergamín, ahora número 1 de Pamplona en Tripadvisor. Pero, además, "soy un curioso compulsivo", como él mismo se confiesa, que mira con lupa a la ciudad para sacar su parte más interesante y contarla.

Acaba de conocerse quién se esconde tras El Paseante. Cuéntenos quién es usted y cómo salta de la hostelería a cronista pamplonés.

-Yo siempre he sido un curioso de la ciudad, y cuando cerraba el bar por las noches, salía a pasear, me estaba una hora por las calles y luego llegaba y lo contaba en Facebook con más o menos chispa. Me leyó el director de vuestro periódico, y me ofreció una tribuna semanal. Empecé el 28 de enero de 2018 y el próximo artículo que salga (el de hoy) va a ser el ERP 117.

Habla de la ciudad de antaño y se oculta detrás de seudónimo. Usted es un caballero de otra época.

-El motivo del seudónimo es porque tengo un bar y ello te expone al público y, después, porque a mí no me gusta la fama. Es cierto que en el siglo XIX los escritores se escondían detrás del seudónimo para poder largar lo que les diera la gana desde el anonimato, pero en mi caso no era así. Mi línea es totalmente blanca, nunca me meto con nadie.

Ni aprovechándose de la sombra que le acompaña.

-Esa silueta es mi abuelo, Antonio Archanco Zubiri. En los años 20 del siglo pasado era muy común hacer siluetas bien con tijeras del perfil de la cara o de cuerpo entero con plumilla. Y ese es mi abuelo en 1921 con 31 años. Fue alcalde de Pamplona de 1942 a 1944, y dueño de la paragüería que había en los porches de la Plaza del Castillo con Chapitela.

¿Y lo de Patricio Martínez de Udobro de dónde viene?

-Es un homenaje a las mujeres de mi familia. A mi hija Patricia y a mis abuelas, Luisa Martínez y Angelita Udobro. Y todo junto pues tiene esa connotación de personaje novelesco.

Ahora que le ponemos cara diga qué Pamplona desvela El Rincón de El Paseante.

-El Rincón del Paseante nació con tres ingredientes: actualidad, que es por donde yo paseo y cuento lo que veo; recuerdo, que es aquello que se me viene a la memoria de cuando era un niño, que allí había un bar o un señor ciego que vendía lotería... Y la historia de Pamplona. Paseo, por ejemplo, por Carlos III, 15 y recuerdo que allí moría el vértice del Baluarte de la Reina, que era el baluarte más grande que había en las murallas. Actualidad, recuerdo e historia, pero ahora ya es todo eso y mucho más.

¿Y eso usted se lo estudia o lo sabe de memoria?

-Hay de todo. Yo tengo buena memoria y muchas cosas me salen solas y las recuerdo perfectamente. Pero a la hora de dar una fecha o una biografía, me documento antes.

Y así nos descubre curiosidades de Iruña. ¿Por ejemplo?

-Pues que, aunque la gente diga ¡qué pena! menos mal que tiraron las murallas, porque imagina que a Pamplona solo se pudiese entrar por los seis portales que había antaño, o que la ciudad nueva empezase en la plaza de Merindades.

Dice que el planteamiento inicial, los paseos por la ciudad, cambió después...

-Sí porque Pamplona es finita, y se me acababan los sitios. Por eso derivó un poco, y ahora mezclo artículos donde doy mis paseos tradicionales con otras curiosidades. Me voy al Archivo de Navarra y hago un paseo, entre fotos de Galle por ejemplo, y cuento lo qué narran. Y de una foto con un coche se puede llegar a contar la historia del automóvil en Navarra.

Y eso que su paseo favorito lo recorre varias veces al año...

--Sí, mi paseo favorito es el que discurre por el serpentín que baja desde Beloso a la Magdalena, y de él tengo escritos igual 8 paseantes, porque cada día, y dependiendo de la estación, el paseo nos cuenta una cosa diferente: si el río viene bravo o viene calmo, si hay limacos o no, si están los árboles desnudos o vestidos... Hay miles de variantes.

Tendrá un impresionante archivo personal de la ciudad.

-Sí, me ha encantado siempre. Y ahora, por ejemplo, para escribir durante el confinamiento he tenido que echar mano de mi archivo. Tirando de papeles he contado la vida de una pobre señora de nombre Cándida, que tuvo muy mala suerte en todo, o, en el polo opuesto, la de personajes como el Marqués de Hiendelaencina, Pedro Esteban Górriz, que encontró unas minas de plata en Guadalajara y se hizo rico. Nació en Subiza y fue el que construyó el edificio de La Perla y el de al lado de Chapitela... Indagué en su historia y me pareció apasionante. Y lo curioso es que el marquesado era falso.

Recupera usted en pleno siglo XXI el antiguo género de las crónicas de la ciudad.

-Así es. Cuando yo tenía 14 años, se editó el libro Pamplona, estrena siglo, de José Joaquín Arazuri, y yo ya siendo un crío me lo leí dos o tres veces seguidas del tirón. Eso ya me estaba predisponiendo. Pamplona es mi pueblo, me apasiona, y escribir sobre ella no me cuesta esfuerzo alguno.

Ahora saca su primer libro, con cien de esos paseos callejeros, en un buen momento para leer en pleno confinamiento.

-Tenía previsto sacarlo en abril, pero todo lo ha retrasado. Y acaba de salir el 14 de mayo. Hay capítulos de paseo y otros que hablan de personas. Uno, por ejemplo, está dedicado al que fuera ordenanza del Ayuntamiento en el Archivo, Benito Iribertegui, pamplonés de la Mañueta portador del zaldiko maldiko, al que han seguido varias generaciones de su prole bailando los gigantes. Se trata de recuperar a personajes como él y hacerles un poco de justicia. Y de hacer un poco de memoria. Porque yo me voy por la calle García Castañón, y recuerdo que allí estaba la joyería Viguiristi... cosas que ya no están y que muchos guardamos en el recuerdo. Y a la gente le viene una sonrisa.

¿A quién se dirige su libro?

-Al amante de Pamplona en general y, más en particular, creo que puede ser un regalo interesante para el pamplonés ausente, al que seguro que le saca una lágrima, y luego al sesentón y al setentón, que se van a identificar bastante con D. Patricio.

Habla del ayer y ahora se ha visto que el pasado vuelve, y que vivimos pandemias como hace un siglo.

-En aquellas épocas en las que no había nada, algo era muchísimo. Se quejaban menos y tenían mucho menos, y su medicina no era comparable a la de hoy. Los pasados vuelven y lo hacen tozudamente, y está claro que la vida es pendular.

¿Sabemos pasear Pamplona?

-El concepto de pasear ha tenido un repunte porque va asociado al club del colesterol, pero hay quien sale a pasear y se da tres vueltas a la Vuelta del Castillo cuando un día podría hacer eso y, al siguiente, acercarse a la Fuente de la Teja. Yo creo que hay que llenar la vida de cosas interesantes y Pamplona las tiene, no puedes perder el tiempo paseando por un centro comercial. Pamplona da para mucho y el Casco Viejo está para comérselo. Así que ahora que hemos vuelto a la calle tenemos que aprender a pasear la ciudad, a mover los pies, a abrir los ojos, a recordar cómo era Pamplona y a ser curiosos.

Dígame el rincón preferido del Paseante.

-La plazuela de San José, bellísima, es un regalo.

¿Alguna curiosidad de Pamplona que no conozcamos?

-Todos conocemos las fuentes de Luis Paret y Alcázar, que diseñó a finales del siglo XVIII la de Neptuno, Recoletas, Navarrería y Mariblanca (la que estuvo en la Plaza del Castillo). Pero hay una menos conocida, pequeña pero preciosa, que está dentro del Palacio de Guenduláin y que podemos entrar a ver. Y luego hay una mentira popular. Todo el mundo da por hecho que entre las calles Ansoleaga y Nueva, delante del Bar Bilbao, está el punto más alto, y hay una chincheta en el suelo que supuestamente lo indica. Pero no es así, en la plaza del Arzobispado, en lo alto de la muralla que hace de frontis al Jito Alai, ahí esta el punto más alto.

300 ejemplares. José Castells Archanco ha lanzado una autoedición de 300 ejemplares.

460 páginas. 'El Rincón del Paseante' tiene 460 páginas. Incluye 101 recorridos por la ciudad acompañados de imágenes alusivas que recuerdan lugares y momentos concretos. La mayoría es del propio autor, aunque hay 6 de Mikel Esparza, 6 de José y Fernando Galle, 1 de Zubieta y Retegui y 1 de Pepe Castells.

Ya en las librerías. El rincón del Paseante, Crónicas pamplonesas de Patricio Martínez de Udobro, está ya a la venta a 18 euros en las librerías Walden de Paulino Caballero, La Casa del Libro en Estafeta, y Librería Universitaria,en Pío XII.

"Cuando tenía 14 años salió el libro 'Pamplona estrena siglo', de J.J. Arazuri. Me lo leí dos o tres veces seguidas"

"Hay que llenar la vida de cosas interesantes; no puedes perder el tiempo paseando por un centro comercial"