La responsabilidad y la contención de los pamploneses y pamplonesas hizo que las calles de la capital navarra lucieran un paisaje atípico para ser un 6 de julio. Aunque muchos salieron a celebrar el día, calles como Labrit, normalmente a rebosar en fecha como la de ayer, aparecían casi vacías. Muchos otros prefirieron ver cómo avanzaba el día desde la distancia en sus balcones. La bienvenida a los no Sanfermines fue tomada con precaución por los vecinos de Pamplona, que eran conscientes de la importancia de cumplir las medidas de seguridad. A pesar de ellas, las calles se tiñeron de blanco y rojo para mantener el tradicional traje aunque, este año, acompañado de la mascarilla.