De antepasados roncaleses, asume que el Pirineo navarro es su "caballo de batalla permanente". Lo lleva en la sangre. Asegura que Aezkoa, Salazar y Roncal, y la merindad de Sangüesa en general, "atesoran un patrimonio histórico y cultural tan rico que tanto en su cantidad como en su calidad es muy difícil de encontrar en otros puntos de nuestra geografía". El escritor e investigador Fernando Hualde, que acaba de publicar un libro sobre las golondrinas que emigraron a Francia para trabajar, ha recibido -no sólo por este trabajo sino por su contribución a la etnografía navarra en particular y a la etnografía en general- el Premio Txondorra Carbón Vegetal. El galardón, promovido por la Asociación de Amigos de Olentzero en colaboración con el Ayuntamiento de Pamplona, se otorga anualmente a personas o instituciones que se dedican a preservar la cultura tradicional popular. Y Hualde se lo ha ganado con creces.

Además de acumular 28 años como recepcionista en el Hotel La Perla, Hualde colabora en colectivos como La Kukula (Burgui) o Kurruskla (Isaba, de donde es natural), y desarrolla buena parte de su trabajo cultural con el equipo de Labrit Patrimonio. Está "metido" en diversos informes para posibles declaraciones de Bien de Interés Cultural; trabaja con la diáspora navarra; está también involucrado en la recogida de la memoria oral y de la puesta en valor de la cultura gitana y ahora tiene entre manos un trabajo centrado en el Teatro Gayarre con el que trata de identificar qué espacio ocupa este escenario en el imaginario colectivo pamplonés... Entre otros proyectos. Vamos, un no parar.

Fiel defensor de toda esa riqueza que nos ha dejado la historia, explica que "aunque es una realidad que en las últimas décadas en el Pirineo navarro hemos sacado del olvido a las alpargateras, a los almadieros, a la indumentaria tradicional, a los oficios extinguidos€ Que hemos salvaguardado nuestro patrimonio oral y estamos apuntalando nuestro patrimonio inmaterial, esto es una carrera de fondo para la que vamos empezando a necesitar relevos".

Un "tirón de orejas"

Asume que en el norte, "y en los pueblos pequeños en general, se ha activado un instinto de supervivencia que está dando pie a esfuerzos colectivos realmente ejemplares, mientras que en las zonas más pobladas hay una insensibilidad alarmante. A pesar de ello, y a pesar de los diferentes ritmos, en toda la geografía navarra se está trabajando cada vez más en torno a la cultura popular", explica. Eso sí, "daría un tirón de orejas a aquellos ayuntamientos que, ante la propuesta de recoger y salvaguardar su patrimonio oral, se empeñan en mirar hacia otro sitio. Probablemente el día que tomen conciencia de ello será ya muy tarde".

A nivel educativo, reconoce, "se están haciendo cosas muy interesantes, ejemplarizantes, y que afortunadamente van in crescendo; pero todavía predomina la ausencia de sensibilidad hacia la cultura tradicional, todavía estamos obsesionados con colgar etiquetas políticas". Asegura que lo que hace falta en las escuelas -"y en Navarra nos sobran"-, son referencias de la cultura popular, el ejemplo de nuestros mayores sin ir más lejos, para desarrollar proyectos educativos de calado". Y es que a él mismo le impacta ver que, con mucho menos de lo que ahora tenemos, las generaciones pasadas eran mucho más felices. "Ver que durante siglos y siglos fueron capaces de mantener una lengua, el uskara roncalés, una forma de vestir, unas formas de trabajar, unas danzas, unas canciones, una forma de autogobernarse, y en definitiva una forma de ser ante la que hoy solo cabe quitarse el sombrero. No se trata, ni mucho menos de volver a lo de antes, sino de ser capaces de mirarnos a ese espejo y saber aprovechar todas las lecciones de vida que nos están dando nuestros antepasados".

No cree que la pandemia haya puesto en peligro la recuperación y mantenimiento de todas esas costumbres, al menos no de momento. El covid "habrá afectado a nuestras tradiciones y a nuestro esfuerzo por mantenerlas en la medida en que, una vez que pase, no seamos capaces de volver a marcar el ritmo que teníamos con anterioridad. Por lo demás, de momento lo que ha conseguido es marcar un hito histórico en la medida que ha forzado la suspensión temporal de estas celebraciones. Nuestro esfuerzo debe de estar ahora en buscarle la vuelta a esta adversidad y salir más fuertes", valora.

El jurado del Premio Txondorra destacó ayer la aportación de Hualde al Archivo de Navarra al donar una colección de carteles y boletines sobre la historia reciente de la Comunidad, además de su labor en pro de la cultura. Él, modesto, aseguraba sentirse "profundamente agradecido" por este reconocimiento, "sobre todo en la medida en que afecta a la cultura tradicional y popular de Navarra, que parece que dentro de la Cultura, con mayúsculas, está siempre en lo más bajo del escalafón de los reconocimientos. Me gusta recordar que detrás de mi trabajo hay siempre personas y colectivos sin cuya ayuda e implicación me sería imposible a mi hacer lo que hago; yo soy tan solo el escaparate, la imagen visible de un esfuerzo colectivo", señala.

Para él Pamplona es poseedora de un Patrimonio Cultural Inmaterial "que tiene unos recovecos excepcionales. Poco a poco se está poniendo las pilas, el problema es que hay parcelas de nuestra cultura que se nos están esfumando y que urge intervenir. Yo, desde mi labor cotidiana, vería con muy buenos ojos que el patrimonio oral de la ciudad se recogiese a un ritmo diferente al actual, porque mañana va a ser tarde" advierte. A nivel de Navarra, por otra parte, confiesa que le resulta "doloroso" que tradiciones como la del Rey de la Faba, "con la que estoy especialmente vinculado", estén fuera de todo tipo de ayudas y subvenciones, "condenando así a que los pequeños municipios -o de economía más modesta-, nunca vivan en su localidad una fiesta de estas características".