La Casa de las Mujeres de Pamplona arrancó su andadura el año pasado de manera tímida, casi inadvertida, pero la realidad es que no le quedaron muchas opciones. Se inauguró en octubre y, apenas cinco meses después, el covid lo paralizó todo. Las charlas, las conferencias, los cursos y los talleres, el compartir escenarios y el crear sinergias. Pero es una labor que no ha cesado nunca en un espacio que ya es un hito en si mismo: una nueva conquista y un paso más en ese costoso y complicado camino que supone la consecución de los derechos que, por derecho -valga la redundancia- son de cada una.

Y es que ese núcleo en el que crecer, tejer redes y empoderarse, que sirve como lugar de encuentro para todas las mujeres, se ha cocido a fuego lento y ha conseguido fraguarse no sin esfuerzo. El proyecto, que viene de la legislatura anterior -con el gobierno de Joseba Asiron (EH Bildu)- fue inaugurado por Navarra Suma y va, poco a poco, llenándose de contenidos convertido ahora en un recurso que, a pesar de los tiempos que le está tocando vivir, cosecha cada vez más demanda y respuesta. La gestión es mixta, compartida entre el Ayuntamiento de Pamplona y la Asociación Casa de las Mujeres, creada al efecto y que aglutina a más de 300 mujeres de hasta 30 asociaciones diferentes.

Todo un lujo porque además de facilitar el desarrollo de actividades que nacen de todas estas entidades, también las mujeres a título particular pueden utilizar sus salas para recibir e impartir conocimientos con el trasfondo, siempre, del feminismo y la igualdad radical, porque al fin y al cabo esa es la base. "La gente no la conoce o tiene una idea equivocada de la casa, hay quien no tiene claro qué se hace aquí. Es un espacio donde encontrarse y debatir, un lugar de encuentro y apoyo entre mujeres a nivel individual o entre asociaciones que sirve para centralizar y dinamizar todo eso", explica Mari Carmen Gómez, miembro de la junta de la Asociación Casa de las Mujeres. También forma parte de la entidad Patricia Olóriz Espinal, que asegura que se dieron cuenta de que "vienen mujeres a título individual, que no forman parte de ninguna asociación, con demanda de necesidades y servicios. Necesitan redes, necesitan tener apoyos que se han ido creando y la casa también es un instrumento para tener esos referentes", valora.

La Casa de las Mujeres es un proyecto que incorpora el Plan de Igualdad municipal, un objetivo que salió "gracias al empeño de la concejalía de Laura Berro" y que impulsó, además, un proceso participativo para saber cómo se quería impulsarlo y qué se quería conseguir con ella. "Fue un proceso abierto a sugerencias y participaron muchas mujeres, de grupos feministas o no, para estudiar el modelo de casa que se quería. Se implicaron muchas asociaciones y fue muy nutritivo, también quedó claro que se iba a llevar a cabo con una cogestión, a través de un convenio, aunque la mayor dificultad es que aquí no tenemos muchos referentes, ha sido un comienzo difícil", asumen, mientras recuerdan esos primeros días en los que las salas estaban a rebosar, con la escuela de feminismos, las charlas y jornadas o la demanda de espacios por parte de mujeres que no tenían lugares para reunirse porque no disponían de medios o de subvención. "Pero todo eso conlleva el estar cara a cara y es lo que no se ha podido hacer. Se crean muchas sinergias, se van acercando mujeres, cada una con sus demandas. En ese sentido se han perdido muchas cosas: había un núcleo majo y potente que ahora con el covid se ha desperdigado", lamentan.

Tal y como explica Olga Artozki, usuaria, "antes cada asociación se buscaba un poco la vida pero estaba el Txoko feminista, primero en Navarreria y después en Descalzos, que se creó para disponer de un espacio en común. Un foro, como lo es ahora la casa de las mujeres", relata, y reconoce que el movimiento feminsita en Iruña "es muy fuerte". "Esta demanda era histórica, fue necesario el punto de inflexión de coordinar al movimiento feminista para conseguir un local".

Un inicio convulso

La primera actividad a la que Artozki pensaba acudir como usuaria fue la de la Brecha Orgásmica, una charla en la que Paola Damonti desgranaba, entre otras cosas "Cómo el patriarcado nos persigue hasta en la cama". El título no gustó al Ayuntamiento y la actividad fue censurada. La respuesta de la ciudadanía, que se echó a la calle, fue brutal y se celebró finalmente en Katakrak consiguiendo lleno total. "No dimos crédito, más cuando era una actividad que organizó la propia área, ni siquiera la habíamos programado nosotras", explican desde la casa, y Artozki completa: "Que se celebrara era nuestro derecho como mujeres, y su obligación como Administración". Intentaron "que no sentara un precedente" aunque "fue un hachazo", pero valoran muy positivamente la respuesta que se palpó en la calle.

Llegó, además, como una de las actividades programadas en este espacio para el año que entraba, en momentos en los que el proyecto comenzaba a andar. "Y luego, para rematar, llegó el bicho...", lamentan. Su objetivo ahora es dinamizar la casa, llenarla de actividades y que recupere ese objetivo para el que nació. Está ya disponible la programación para los próximos meses, con nuevos cursos, charlas y actividades que se impartirán tanto de manera presencial (respetando aforos y seguridad) como online.

Durante ese cierre obligado, por otra parte, se han llevado a cabo algunas obras (se ha instalado un ascensor) y también se ha trasladado al piso de arriba la Biblioteca de IPES, otro recurso que encaja a la perfección. “Son proyectos que convergen y se retroalimentan mutuamente, estamos muy contentas y el espacio ha quedado muy bonito”, reconoce Rut Iturbide, técnica de género en la biblioteca, que lleva ya 35 años en funcionamiento.

Desde el Ayuntamiento explican que resulta complicado hacer balance en un primer año tan convulso, aunque están contentos porque las actividades "se van llenando, hay mucha respuesta. Cada vez se conoce más y se acerca más gente, más asociaciones", explica María García-Barberena, concejala de Cultura e Igualdad (Navarra Suma).

Coincide en que el traslado de la Biblioteca IPES, que estaba en Descalzos, a este espacio de la calle Aoiz, va a contribuir a su despegue. "Es un recurso que se usa mucho y hace que más gente la dinamice, tiene bastante sentido unificar recursos", explica, y avanza que están estudiando la posibilidad de ampliar y coordinar aquí las actividades que se realizan en Ematic, un servicio municipal destinado a reducir la brecha digital. "Cuando empezó el confinamiento vimos que había muchas mujeres que no se podían apuntar a las actividades porque tenían una desconexión digital importante, sobre todo porque no conocían herramientas como zoom o meet, se notó en las programaciones". Y es una línea de trabajo que quieren seguir desarrollando, sobre todo con mujeres de edades más avanzadas, porque el servicio "se llena siempre, tiene muy buena respuesta y muy buena valoración".

Reconoce que la casa fue "una apuesta del gobierno anterior" y que "hay que mantenerla, es un espacio que está dotado y funciona. Pamplona tiene un tejido asociativo feminista bastante potente, hay asociaciones grandes y pequeñas que están encontrando su espacio aquí", explica, y anima "a todas las mujeres, aunque que no estén en ninguna asociación, a que se acerquen, conozcan el recurso y vean la programación, porque hay cosas interesantes y variadas. A que sientan la casa como suya".