La historia de la heladería Nalia se remonta a mayo de 1939. Un lugar de encuentro para diferentes generaciones de pamploneses y pamplonesas que disfrutaron de este lugar histórico. "La heladería se inauguró por aquella época, un tío de mi padre, llamado José, estuvo 33 años trabajando aquí y fue la primera generación de heladeros Nalia", explica Vicente Serrano González, actual propietario del establecimiento. "Al no tener hijos, le comentó a un sobrino a ver si quería seguir con el negocio, y ese era mi padre", relata. "Mi padre trabajó en el negocio familiar desde los años 70 hasta que se jubiló en 2010", detalla.

Una formación continua "Desde que tenía 14 años, cada verano al terminar el colegio iba a ayudar a mi padre en la heladería", relata Serrano. Al paso de los años, cuando Vicente Serrano ya pasaba los 20 años, su padre iba encargándole más responsabilidades. "Mi padre se iba apartando poco a poco, para cuando llegará el momento de su jubilación pudiera estar plenamente formado", señala. "Tuve la suerte de poder aprender mucho en casa, pero decidí seguir formándome a nivel profesional", por ello "me fui a Barcelona para aprender de Angelo Corvitto, un famoso heladero conocido internacionalmente como una de las eminencias en el mundo del helado". "Continúe con un grado de experto universitario en elaboración artesanal de helados y después las inquietudes que uno mismo tiene de seguir un aprendizaje continuo", explica. "Es un oficio bastante agradecido", expresa.

"No hay nada más gratficante que la sonrisa de un niño comiendo su helado a lametazos", explica. "Es una profesión que te da la oportunidad de darle gusto al cliente de una manera muy sencilla", declara.

El mundo de la heladería necesita creatividad "Hacemos helados para muchísimas cosas, tanto para hostelería como para tienda", expone, aunque "los encargos de hostelerías nos permiten ser mucho más creativos que en tienda, donde tenemos que ser muchísimo más clásicos pero siempre intentamos sorprender al cliente". "Nos gusta ir más allá del típico vainilla, chocolate y yogur, hacemos mezclas curiosas como limón con aceite y estragón o coco con jengibre, nos gusta experimentar un poco y escuchar las sugerencias de nuestros clientes", detalla. "Al final la heladería no deja de ser un juego, vas probando cosas y qué gusta o que no, es un descubrimiento continuo", explica.

Actualmente en el establecimiento de Paseo Sarasate están trabajandoVicente y su mujer, y otras dos dependientas. "De momento empezamos así, Dios quiera que me vea obligado a contratar a otras cinco personas y los que haga falta, pero el tiempo dirá", comenta.

El nuevo obrador Debido a la falta de espacio en el anterior local, el heladero se vio obligado a tener el obrador de su negocio en el polígono Landaben. "El primer beneficio, y el más evidente, es que no necesitamos subir y bajar todos los días el material de venta diaria", señala como la parte más obvia. "Por otra parte, que yo puedo estar todo el día en la tienda y mi respuesta de fabricación de helados con el cliente puede ser mucho más directa y rápida", exclama. Para Vicente estar en la tienda implica "una mayor agilidad a la hora de trabajar". "Como se puede observar, nuestro local está abierto por los cuatro costados gracias a estos ventanales. Enseñamos todo, porque no hay nada que esconder en la elaboración de nuestros productos y eso genera una mayor confianza", detalla. "Todas nuestras máquinas se refrigeran con agua con un sistema de circuito cerrado que hemos instalado, por lo tanto tenemos una empresa que medioambientalmente sostenible en el consumo de agua y eso es muy bueno", explica.

Helados para todos Un tema que siempre les preocupó es las alergias. "Nosotros siempre tenemos helados para todo el mundo y nos esforzamos para poder darles ese gusto a todos", explica. "Tenemos una serie de helados que tienen gluten y otros que no, y muy marcados cuales sí y cuáles no", señala. "Tenemos un juego de moldes siempre limpios y desinfectados para cuando alguien con alguna intolerancia o alergia necesite que les hagamos su helado, a nosotros nos resulta muy sencillo hacerlo", señala. "Tenemos barquillos aptos para celíacos y muchas variantes para poder dar ese gusto a todos de comerse un buen helado, es necesario pensar en los demás", apunta. "De está manera me quedo satisfecho, no cuesta nada y siempre genera más confianza", declara.

Un local anticovid Al contar con un establecimiento más amplio, han podido incorporar una máquina con un filtro HEPA con un medido de CO2. "En el momento en que detecta el medidor que tanto la tienda como el obrador suben los niveles de CO2, el aire se filtra y limpia", explica Serrano. "Me garantiza que el aire en que estamos trabajando es limpio tanto para nuestra salud como para la mis helados", señala.

Por ahora, los clientes que se acercan a la tienda son los habituales de toda la vida, "porque no están haciendo días apetecibles como para tomar un helado", expone Serrano, aunque "son días y momentos muy bonitos".