Sostener un negocio a flote es difícil, conservarlo durante 100 años es todo un orgullo. La lencería Medina, situada en el número 5 de la calle Mayor de Pamplona ha prolongado su empresa durante tres generaciones.

"Somos más cercanos que un gran comercio, intentamos asesorar al cliente en todos los aspectos, pero sobre todo que se sienta cómodo", cuenta Mirentxu García Medina, nieta de Cristiano Medina, quien emprendió el negocio. Tanto su madre, Maribel Medina, como su hermana, Amaia García Medina y ella decidieron continuar con el establecimiento familiar. "Para mí es un orgullo mantener el apellido y poder decir que somos la tercera generación", apunta.

INICIOS COMO CAMISERÍA "El 20 de mayo de 1920, mi abuelo ya trabajaba en una camisería de esta calle, era Camisería Medina y compañía. Él comenzó desde abajo en una tienda similar, pero cuando vio que tenía una oportunidad de hacer mercado decidió evolucionar y emprender por su cuenta", narra Mirentxu.

En un inicio la mercería estaba enfocada en la venta de camisas, cuellos, medias y puños. Con el paso de los años los productos fueron variando. Durante la Guerra Civil se centraron en objetos como gorras, insignias, guantes... En los últimos años de Cristiano Medina, su hermana Domi se hizo cargo de la empresa hasta que con la muerte de Cristiano en 1967, su hija Maribel se incorporó.

Fue Maribel quien, observando las necesidades de los consumidores, fue adaptándose. Decidió añadir lanas a la producción, que se mantuvieron por 20 años. Llegaron a contar con 13 mujeres que se encargaban de elaborar a mano o a máquina prendas que se solicitaban por encargo. Pero eso fue decayendo conforme la ropa se industrializó. "Fue hacia los años 80 cuando añadimos la lencería. Las tiendas han cambiado mucho en estos años, antes era todo mucho más artesanal. Ahora tenemos prendas de caballero y mujer, pero estamos centradas en tallas de sujetadores especializadas, no tan comunes de encontrar en otros puntos", declara Mirentxu. Hace 15 años ampliaron el local adquiriendo la bajera contigua para extender los artículos masculinos.

Años atrás los sábados era el momento en el que los habitantes de los pueblos se acercaban a Pamplona para comprar. "Ahora vienen cuando quieren y el sábado ha cambiado de ser la mejor jornada a ser un día más normal de entre semana", manifiesta Ascen Percaz, una de las trabajadoras de la lencería. "Yo creo que el transporte y el contacto con los comerciantes es diferente. Mi abuelo iba mucho más a las fábricas a mirar el producto, hablar con los promotores... Nosotros no nos desplazamos, el transporte llega a todo", detalla Mirentxu.

Actualmente lidian la pandemia con mucha paciencia. "Tenemos que desinfectarlo todo. Ahora la gente hace cola para entrar, atiendes uno por uno. En cuanto a ventas la gente nos ha respondido muy bien, porque esto es un comercio pequeño. Muchos prefieren venir aquí, les damos más seguridad que otras superficies más grandes", finaliza Ascen Percaz.