Empanada argentina, que no empanadilla, aunque se come también con la mano, y a mordiscos. El bocado criollo, tan famoso como el tango y el asado, lleva años triunfando por otros pagos y tenía que llegar a Pamplona tarde o temprano. De hecho, la empanada se ha convertido en un ejemplo del fast food más artesanal, que cuida la materia prima y aspira incluso a erigirse en bocado gourmet. Algo así como comida simple, pero bien hecha.

El local abrió el pasado viernes en la calle Espoz y Mina, numero 13, junto al Hotel Europa, y sus promotores ya tienen en mente ampliar el negocio a medio plazo con dos establecimientos más, uno de ellos en Iturrama, en la zona de Yamaguchi, y después, "si va bien", franquiciar la marca.

Quien habla es Enrique Cristóbal, logroñés de nacimiento, pero desde hace más de una década, pamplonés de adopción, un joven emprendedor de 30 años, doctor en Economía y Empresa y con un amplio curriculum detrás. "Teníamos que probar, había hueco y de hecho nos extrañaba que la empanada no hubiera llegado ya a Pamplona", dice en referencia al nuevo negocio, que se implanta en el Casco Viejo y promete ofrecer las "auténticas empanadas argentinas".

Porque la empanada argentina lleva ya años cogiendo fama en Madrid y Barcelona. La cadena Malvón es una de las más grandes del Estado, y solo en la capital cuenta con una treintena de locales, además de varios más por todo el Estado y Portugal. En el país luso la conoció un amigo de Enrique y le comentó la idea. En Barcelona, funciona también con gran éxito Las Muns, y, más cerca, en Vitoria-Gasteiz, las empanadillas más famosas son las de Cachito Mío.

"PRODUCTO IMPORTADO"

"Nosotros hemos querido salir de las grandes cadenas -explica el promotor- y montar nuestro propio negocio". Para ello, Enrique Cristóbal detalla que trabajan con producto importado, y son elaboradas por "cocineros argentinos que distribuyen a varios grupos desde Alicante". Se trata "cien por cien de empanada y especialidades argentinas, calidad por delante, nada industrial", asegura Cristóbal, aunque "también hemos incluido un guiño navarro con la de chistorra".

Bajo el nombre de Empanadas Florentino, el nuevo establecimiento ofrece hasta una quincena de tipos de empanadas. Piezas de 150 a 200 gramos de masa rellena con una cobertura muy fina, y lo que les hace diferentes de una empanadilla, además, es que van "horneadas, no fritas". Entre los sabores tradicionales argentinos, el de ternera y cerdo, el de chorizo criollo, a 2,50 euros la unidad, y el salto a lo gourmet con las de ternera criolla, la cinco quesos, la humita de maíz o la de pollo al curry, éstas ya a 3,50 euros, y las hay vegetarianas, y bocados dulces para terminar.

"La empanada se está haciendo famosa porque es muy fácil de comer. Te coges dos, un botellín de agua y te las puedes comer por la calle o en un banco y volver luego al trabajo", señala Cristóbal, quien añade que, también, uno se las puede llevar a casa y cocinarlas allí, para que no pierdan el punto. "El horno a 235 grados y bastan 4 minutos".

Empanadas Florentino se prepara para llevar y también tiene servicio delivery (pedidos por Whastapp: 644943466) a través de Glovo. El horario, de miércoles a domingo, desde las 18.00, y el viernes y sábado también por la mañana, de 12.00 a 16.00. Detrás del mostrador, estará Pablo Valerón, de 23 años y de Pamplona.

Para Enrique Cristóbal, emprender en tiempos de covid es posible. "Hay que ponerle ganas", dice, aunque reconoce que "en un éxito hay veces con muchos fracasos detrás", explica. A su juicio, en estos momentos el público tiene "ganas de probar cosas nuevas, quiere experiencias de consumo diferentes, le interesa cómo gasta su tiempo". Larga vida a la empanada.