os txistus anunciaron ayer por las calles de Altsasu que era San Pedro, la fiesta entre las fiestas en la villa, una celebración que la crisis sanitaria también obligó a suspender. No obstante, numerosas cuadrillas y familias se acercaron a la campa para disfrutar de esta romería de otra manera, sin el vino que reparte el Ayuntamiento en tazas de plata, sin puros, sin misas. Tampoco había bares, ni puestos a la entrada, ni misa, ni fogatas en un día sin las aglomeraciones de otros años. Lo que no faltaron fueron los encuentros en torno a una mesa bajo los centenarios robles que rodean a esta ermita que Altsasu comparte con Urdiain.

Si bien San Pedro no es el patrón de la villa, su día es festivo, con la mayoría de las empresas cerradas y algunas también el siguiente, dos días que también se cogen de las vacaciones muchas y muchos altsasuarras a la hora de establecer el calendario. Este año no era distinto, hasta que el coronavirus lo cambió todo. Así, desde el Ayuntamiento se apeló a la responsabilidad a través de un bando en el que se recordaba que en todo momento se debían respetar las medidas de distanciamiento físico entre personas o grupos. “Hemos pasado unos meses muy duros y ahora no debemos bajar la guardia”, se destacaba. También se informaba de la prohibición de la realización de hogueras y uso de fuego en general sobre el suelo, en aplicación de la Orden Foral 222/2016, una restricción que se suele levantar el día de San Pedro. Pero si se podía hacer barbacoas, la opción elegida por muchas cuadrillas, sobre todo entre la juventud.

Herido de muerte por un rayo, el roble de los txistularis se erguía ayer solitario y acordonado, una imagen insólita este día, cuando se convertía en el epicentro de la fiesta, sobre todo en los zor-tzikos. Pero ayer la Banda Municipal de Txistularis no acompañó a la corporación hasta San Pedro y en su lugar recorrió las principales calles de Altsasu para celebrar de alguna manera ese día grande. “En 52 años que llevo nunca se había suspendido la fiesta. Algunos años, debido a la meteorología, se trasladaba a la plaza, pero se celebraba”, recordaba Cruz Mari Martínez Larrea, el txistulari más veterano. “Desde 1941, después de la guerra, se celebró de manera ininterrumpida. Da mucha pena pero las circunstancias son las que son”, añadió.

Lo cierto es que el pesar era doble, por la suspensión de la fiesta y por la pérdida del emblemático roble, que se resiste a perder su tronco a pesar del fuego que devoró su interior. “Si preguntas a un o una altsasuarra cuál es la fiesta más bonita, un porcentaje altísimo responderá que San Pedro. Es un día muy entrañable”, apuntó Martínez. Y qué decir del roble, para el que no habrá otros años. “Nos hemos refugiado en su copa, ha sido nuestro amigo, compañero, y también punto de encuentro para muchas personas”, observó.

Precisamente, a ste emblemático roble Enrike Zelaia realizó un homenaje en forma de vídeo que colgó ayer al mediodía en las redes sociales. Era Ziztularien haritzari, un montaje de algo más de cuatro minutos que a lo largo del día fue visualizado por cientos de personas. “El vídeo ha sido creado en base al modelo fusión música, imagen y textos”, explica el akordeolari. La música pertenece a un zortziko de Zabalza grabado por Zelaia en 1977, Aritzari, del disco Nafarroa. Las imágenes son de aportaciones de vecinos y los textos, en euskera, han sido creados exprofeso por el filósofo y escritor altsasuarra Kike Fernandez de Garaialde. A la hora de agradecer las colaboraciones que ha recibido, Zelaia destacaba la ayuda que ha recibido del cineasta Joseba Salegi, fundamental en la parte técnica “todo ello trabajo de forma altruista con el único fin de seguir manteniendo vivas nuestras esencias identitarias y nuestras raíces alsasuarra en los momentos díficiles que nos está tocando vivir”.