“El Casco Histórico de Tudela tiene una gran fuerza que disfrutamos los habitantes de la ciudad y, sobre todo, los que vivimos en él. Esto nos lo hacen saber aquellas personas que vienen de fuera y con las que intercambiamos opiniones sobre esta zona”, aseguró el arqueólogo tudelano Juanjo Bienes en la mesa redonda que tuvo lugar la pasada semana en el centro cívico Rúa con motivo de la apertura de las cuartas jornadas sobre Patrimonio, Paisaje y Globalización, organizadas por Nabarralde Fundazioa.

No obstante, puntualizó que los visitantes no han sido testigos de la “evolución negativa” que ha tenido el Casco Antiguo en los últimos 50 años. Bienes mantuvo durante su intervención que la zona más emblemática de la ciudad permaneció viva hasta los años 60, momento en el que se construye el Barrio de Lourdes. Para el arqueólogo, las buenas intenciones del jesuita Padre Lasa de dotar a los tudelanos de un barrio residencial donde poder librarse de las penalidades del Casco Histórico, donde apenas había saneamiento, terminó por darle la “puntilla” y provocar que entrara en “decadencia”, porque la gente joven se fue marchando al Barrio de Lourdes, que ofrecía unas mejores condiciones de vida, pese a que entonces todavía las calles estaban sin asfaltar.

actuaciones

Primer PEPRI

El Casco Histórico todavía no se ha recuperado de la decadencia sufrida en aquellos años en los que se “empobreció” pero, sobre todo, “envejeció” la población que se quedó a vivir en él. Este panorama hizo que nadie invirtiera un euro en revitalizar la zona y hubo que esperar casi 30 años para que el Casco Antiguo comenzara a revivir.

El primer PEPRI (Plan especial para la reforma interior del Casco Histórico) y la restauración de edificios importantes como los palacios Marqués de Huarte, Marqués de San Adrián o la propia Casa Consistorial permitieron revitalizar en parte la zona. Pero estas actuaciones “no fueron la panacea y todavía queda mucho por hacer”, insistió Bienes, que recordó también el daño que se originó con la crisis del ladrillo. “Una gran cantidad de inmobiliarias se quedaron con un importante remanente de solares y una deuda invendible que llevó a la quiebra a muchas de ellas. Esos solares, tanto públicos como privados, son un lastre para el Casco Histórico porque no hay una solución a corto plazo”, reconoció el arqueólogo, que fue especialmente crítico con la gestión realizada por las entidades públicas. “Se compraron casas y solares para promover la vivienda pública, pero esa vivienda no se llegó a realizar y estamos hablando de zonas muy degradadas como del Terraplén, convento San Francisco, Huerto del Rey o Coscolín. Continuamos teniendo una gran cantidad de solares a los que no se les da salida. Están durmiendo el sueño de los justos hasta que el Ayuntamiento decida alguna vez sacarlos a subasta y no hacen más que alterar la visión de la trama urbana que tenemos del Casco Histórico.

degradación

Intervenciones dañinas

También los arquitectos, según Bienes, han contribuido a la degradación de la parte vieja de la ciudad por querer dejar su huella. Y puso como ejemplo la obra llevada a cabo en la plaza de la Judería. “Hice voto en su día de no pisar nunca la plaza de la Judería porque rompió la trama urbana”, señaló el arqueólogo tudelano, que defendió que se podía haber apostado por otro tipo de actuación, aunque se hubieran subido los niveles para evitar las inundaciones. Pero, a su juicio, una de las intervenciones más dañinas para el Casco Viejo fue la llevada a cabo en el entorno de Huerfanicos. “Es una de las principales lacras que tiene el Casco Antiguo en cuanto a rotura de la perspectiva historica y de ambiente. No me acosumbro a ver esas nuevas viviendas”, aseguró.

Durante su exposición, Bienes echó en falta también “la explotación de otros recursos” que no sean la Puerta del Juicio de la catedral o su gastronomía para convertir el Casco Histórico en un verdadero reclamo turístico. “Las personas que visitan la ciudad es porque conocen a alguien o están de paso para ver Sendaviva, Bardenas... Hay que explotar otros recursos como la Judería o la figura de Benjamín de Tudela. Si la ciudad se hizo famosa en la Edad Media fue por sus juderías y por la figura de este viajero, al que no se le ha dedicado un centro de interpretación que sería un gran atractivo para la ciudad”, apuntó. En este sentido, señaló que potenciar la figura de Benjamín de Tudela contribuiría a fomentar un turismo de elite que, ahora mismo, no existe en la ciudad. “Podría venir de las culturas islámicas o hebreas. Los islámicos no creo que vengan a Tudela, pero el mundo hebreo sí es consciente de su pasado histórico y si tuviéramos algo realmente serio que mostrar, ese centro de interpretación sobre Benjamín de Tudela del que estamos hablando, sí que podrían visitar la ciudad”.

visitas

Falsa Judería

Además, lamentó que lo que se muestra a los turistas de la Judería no se puede decir que sea una gran verdad. “Enseñamos unos restos judíos que nada tienen que ver con lo que fue en el pasado y que no se sostienen más que para un turismo que viene, se lo cree y luego se va. Mostramos una sinagoga que no es tal, enseñamos unas calles de la Judería donde nunca estuvo, estamos mostrando decorados”, aseguró Bienes, que justificó su versión explicando que, según los últimos documentos recogidos, la Judería Vétula estuvo situada en la zona de las calles Huerto del Rey y Magallón. Sin embargo, se enseña como tal toda la calle San Julián. “A raíz de una publicación de Basilio Pavón Maldonado, todo el mundo dice que estaba allí”, indicó el arqueólogo tudelano, que añadió que las excavaciones arqueológicas realizadas en este entorno nunca han dado restos que vayan más allá de los siglos XII y XIII. “Era una zona de campo y huertas donde había ganado en época musulmana”, apuntó.

Lo mismo ocurre con la Judería Nueva. Se dice que se situaba bajando hacia la calle San Nicolás, cogiendo Sáinz Alcaine, San Miguel, San Pedro, Magdalena..., toda una zona que está dentro de los barrios de parroquias crisitanas. “En principio nunca pudo ser así”, afirmó Bienes que recordó que Sancho VI El Sabio realiza el amurallamiento del castillo para que los judíos pasen de la Judería Vieja a la Nueva, donde van a estar ellos solos y protegidos dentro de la zona amurallada. “Siempre han estado dentro de su propio barrio como una sociedad que se autoprotege”, concluyó.