ás de 60 años después de su construcción el corazón del Barrio se va a rejuvenecer. A lo largo de esta década se han renovado fachadas, cambiado y amabilizado la fisonomía de sus calles e incluso sus nombres han dejado atrás el peso franquista. El plan Tudela Renove quiere adecuar la plaza a los tiempos modernos, enlazarla más con la avenida del Barrio y la avenida de Santa Ana. Todo un reto, casi tan importante y transcendente como cuando se hizo la plaza Nueva peatonal.

Terminada en 1959 en la actualidad se encuentra "en un estado de urbanización bastante deficiente que reclama un nuevo diseño asociado a la reforma y diversidad funcional del espacio, una renovada imagen urbana y condiciones ambientales, y una radical reforma y nuevo régimen de tráfico y tránsito, que otorgue preferencia al tránsito peatonal y bicicletas frente a la circulación rodada", destaca el pliego para su reforma que ha salido ahora a licitación.

La intervención se extenderá al ámbito del frente de la Avenida del Barrio ante la plaza con el objetivo de conectarla con la arteria principal comercial del entorno (Avenida Santa Ana). El ámbito comprende una superficie aproximada de 8.200 m2, de los cuales 6.400 m2 corresponden a la propia Plaza y el resto (1.800 m2) a la zona colindante de la Avenida del Barrio, en el que habrá que estudiar la unión peatonal entre la plaza y las dos arterias con la posible reordenación de la circulación rodada. Se tratará así de solucionar "los problemas de accesibilidad y de conexión e integración urbana con el resto del barrio".

El pliego apunta que esta espacio está "obsoleto y parte en desuso, a pesar de su emplazamiento y dimensiones y crea una especie de barrera con el resto de calles. Por ellos se apunta la necesidad de "reequiparla, dotándola de amueblamiento y áreas específicas destinadas a colectivos más frágiles, por una parte a la población infantil, y, por otra, a personas mayores, especialmente desfavorecidas y vulnerables". Para ello se quieren eliminar todos los bordes de los parterres.

Dentro de la intención de peatonalizar el entorno y ganar espacio para la plaza, el proyecto que se presente para la reforma deberá "ganar la plaza para el peatón, eliminando progresivamente de su ámbito la circulación rodada", y, en relación con ello, extender "hasta el frente edificado al otro lado de la Avenida del Barrio, con objeto de calmar el tráfico en esa vía y ampliar la superficie del espacio público".

Además la intención es salvar las grandes diferencias de alturas que existen entre la plaza y la Avenida del Barrio, que supone una barrera "artificial al flujo peatonal existente", planteando la eliminación parcial o total del muro existente entre ambos espacios, y la eliminación o reubicación de los baños públicos existentes en ese tramo.

La urbanización y amueblamiento del espacio serán coherentes con su nueva condición peatonal, respetando "en la medida de lo posible, la vegetación y arbolado de gran porte". En definitiva, "se busca redactar un proyecto constructivo que propicie el espacio urbano más emblemático dotándolo de accesibilidad, y equipándolo al servicio de colectivos vulnerables", lo que se apunta "coadyuvará a la cohesión social del barrio, reforzando su identidad, en la medida en que aspira a conformar un lugar de encuentro, superando cierta marginalidad y vacío funcional, que actualmente lo caracteriza".

En enero de 1959 terminó la construcción del colegio de Nuestra Señora de Lourdes lo que unido a la parroquia, que se había levantado en 1956, y que se bendijo ese mismo 1959, y a las 250 viviendas terminadas con sus soportales, conformaron una gran plaza que daba por fin, personalidad, un punto de reunión y un eje central al Barrio de Lourdes.

Denominada entonces con el nombre de Pío XII, por el papa, tenía el habitual trazado de los pueblos de colonización. En los bajos de las viviendas se abrieron tiendas y en ocasiones, antes de que se construyera y consagrara la iglesia, en el bar tan pronto se jugaba a las cartas como se oficiaba misa en domingo.

Las calles eran auténticos barrizales casi continuamente y la escasez de agua era tal que se le denominaba Barrio Seco, por lo que los viajes a coger agua a un riachuelo cercano y a lavar eran constantes.

El origen del Barrio de Lourdes hay que buscarlo a principios de los años 50. Un joven sacerdote jesuita guipuzcoano, Jesús Lasa, llegó a la ciudad una década antes. De su mano, Tudela crearía un nuevo barrio que serviría para dar vivienda a los miles de personas que llegaban a la ciudad para trabajar en las industrias que se establecían y un suelo y cuatro paredes a las numerosas familias que vivían en cuevas en pésimas condiciones en la Virgen de la Cabeza y en Canraso. En 30 años se construyeron 1.700 viviendas y pasó de ser un lugar desértico a una barriada con cerca de 10.000 vecinos con entidad propia y clave en la transición política tudelana.

Cumplidos más de 60 años desde su inicio, repite su tradición de acogida e inserción, siendo una de las zonas en las que más inmigrantes se han instalado desde los años 90, creando colectivos y asociaciones integradoras.

La iglesia. La parroquia, de arquitectura moderna, tiene unos 600 m² de superficie con planta rectangular sin crucero y una torre cuadrada de unos 22 metros de altura. Contiene tallas del siglo XVII, procedentes de la Iglesia de la Magdalena y de la desaparecida Iglesia de San Jorge.

Otros servicios. En la plaza, además de las tiendas de los soportales, se encuentran también la comisaría de la Policía Nacional y los locales de la Asociación de Jubilados La Ribera.