Desbordado por las palabras de agradecimiento y las constantes entrevistas y fotos, Abdelhak El Haimoudi Mbarek recogió este jueves el diploma que le ha brindado el Ayuntamiento de Tudela como reconocimiento al valor y a la rápida toma de una decisión para salvar la vida de un niño sin importarle poner en riesgo la suya. “Gracias como ciudadano, como alcalde y como padre. Fue un acto heroico que salvó lo más sagrado, la vida de un niño, y quedará para siempre en el corazón de Tudela que hoy podría estar de luto pero está de celebración”, dijo en su discurso el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero. “Hizo lo más difícil en las heladas aguas del río Ebro, que van caudalosas y con fuerza, la misma fuerza que tienen los actos que surgen del impulso de ayudar a los demás”.

Lejos de altos e hiperbólicos discursos, la valerosa acción descubre a un hombre de 39 años que llegó a Tudela hace 14 años desde su Marruecos natal y que, tras trabajar en una empresa de asfaltos y también en el campo en Fontellas durante ocho años, ahora se encuentra en el paro con cuatro hijos, el mayor con 12 años. Tímido, educado y siempre acompañado de su mujer, Samira Ankour, no dudó en añadir la frase de “gracias a Dios” al recordar cada uno de sus actos y decisiones de la tarde del pasado martes cuando se encontraba en el paseo del Prado de Tudela y oyó varios gritos de auxilio.

Junto al río

Eran sobre las 17.40 horas del pasado martes 8 de diciembre y todavía había algo de luz cuando Abdelhak se encontraba sentado jugando con el móvil junto a la desembocadura del río Queiles, al comienzo del paseo del Prado. “Me cambié de sitio y me puse más cerca del río”, recuerda. En ese momento escuchó unos gritos: “¡Por favor ayuda, ayuda! Pensé que estaban bromeando o algo”. Pero al poco tiempo, de nuevo “¡ayuda, por favor ayuda!”, en ese instante pensó en acercarse por si de verdad sucedía algo y se incorporó, momento en el que un chico le gritó: “¡Ven por favor!”. Se acercó corriendo, ya que estaba a menos de 500 metros del lugar, y le explicaron que un niño se había caído al Ebro cuando estaban jugando con una botella. En mitad del cauce, que bajaba con bastante corriente después de las últimas lluvias. “Había otro chico de unos 30 años pero que dijo que no se podía tirar, no sé si no sabría nadar o qué”, relata.

No lo dudó y se lanzó al agua, pese al viento y frío que hacía ese día. En su seguridad y su decisión tuvo un importante peso su pasado como pescador en Marruecos, donde durante 2 años estuvo embarcado en un barco. “Como estuve trabajando bastante tiempo en el mar fue muy fácil para mi. No tuve miedo al tirarme ni nada. Salté a por el niño y lo salvé”, dice con una sonrisa, como la de quien cuenta una travesura.

El pequeño, para entonces, había sido ya arrastrado por la corriente aguas abajo y estaba agarrado a unas hierbas como a unos 20 metros del embarcadero, donde él se había lanzado. “El chico se quedó agarrado y solo vi la cabeza que salía y que se agarraba a unas hierbas. Le había empujado el agua para abajo unos 20 metros. Salté y al tirarme me hice una pequeña herida en la rodilla, no sé si con una rama o con algo de hormigón. Cuando llegué a donde él estaba pude cogerlo. Yo hacía pie, pero él era pequeño y no llegaba. Como había corriente nos movimos unos 10 metros más y pudimos salir por la hierba”.

Tras salir al paseo del Prado le quitó la ropa al niño y le cubrió con su cazadora, hasta que llegaron varios agentes de la Policía Municipal y los Bomberos de Tudela. “Me llamó la atención que el parque estaba lleno de coches pero no había nadie. Normalmente está lleno de gente pero ese día no había nadie”.

El pequeño, de 9 años, fue trasladado al Hospital Reina Sofía de la capital ribera con síntomas de hipotermia, pero se encontraba en buen estado y no necesitó de atenciones especiales. Abdelhak ha explicado cómo la madre del niño se ha puesto en contacto con él para agradecerle su actuación y para encontrarse una vez que pasen estos días. “A última hora del miércoles hablé con ella. Tiene un bar en el Barrio de Lourdes y quedamos en que iría a verlos porque tanto ella como el niño quieren verme”, confiesa.