A lo largo de la historia del CD Tudelano existen muchos momentos históricos pero quizá no tan desconocidos como el que muestran estas fotos y que, sin embargo, retratan perfectamente un momento clave de la Transición. En ellas aparece el once inicial del club de la capital ribera posando con una ikurriña en Irun, tan solo cuatro días después de que la enseña fuera legalizada, y apenas dos meses después del histórico paseo de Iribar y Kortabarria portando la bandera tricolor por el césped del vetusto Atotxa.

Las dos imágenes que aparecen en este reportaje se tomaron el 23 de enero de 1977 cuando Real Unión y CD Tudelano se enfrentaron en partido de Liga de Tercera División en el antiguo estadio del Gal. Poco importó aquella derrota por 2-0 (con goles de Chinchurreta y Sorondo, que batieron la puerta de Antón). El momento político de aquellos años era de tal tensión que transcendía todos los ámbitos y llegaba también al deportivo. Aquella semana del 24 al 31 de enero de 1977 pudo acabar con la Transición hacia la Democracia que estaba viviendo el país, por varios asesinatos en las calles de Madrid a manos de ultraderechistas, siendo el más sonado el de los abogados laboralistas, conocido como La matanza de Atocha.

El partido Solo cuatro días después del 19 de enero cuando se legalizó la ikurriña, los once jugadores que entrenaba el canario Rosendo Hernández, saltaron al terreno de juego, entre dantzaris que agitaban la bandera, portando una ikurriña en la mano, como ya lo hicieran Kortabarria e Iribar dos meses antes. Aquella formación histórica de un desconocido Tudelano, que vestía de rojo y negro, estaba integrada por Antón, Olalde, Faustino, Blasco, Martín, Salvatierra, Mena, López Jimeno, Iriguíbel, Sola y Ornad.

En el encuentro también saltó al césped Raimundo Martínez, que sustituyó a López Jimeno. Curiosamente los medios no dieron especial importancia al hecho que, sin embargo, y visto con perspectiva, significaba una gran paso en las libertades. "Largo preámbulo con actuación de dantzaris, txistularis e izada de forma oficial la ikurriña en el estadio de Gal", reflejaron las crónicas. Para ver la transcendencia basta saber que ese mismo día habían presentado su dimisión el alcalde, Federico Bergareche, y cuatro concejales de Irún por la legalización de la enseña.

Muchos de los nombres son historia viva del club de la capital ribera que apenas ocho años antes había estrenado el nuevo estadio Elola y abandonado el campo de Griseras. Aquel equipo quedó en novena posición al final de la temporada pero logró el ascenso a Segunda B, una nueva categoría que se había creado pero que perdió a la temporada siguiente, la 1977/1978. Entre los rostros más conocidos se pueden ver los de Martín Monreal, que militó en el Tudelano las temporadas 76-77 y 78-79 y el mítico delantero Iriguíbel, que tras conseguir el ascenso con el Tudelano regresó a Osasuna. Si Martín fue convocado dos veces por la selección, Iriguíbel logró ser el máximo goleador de Segunda División con Osasuna en dos temporadas consecutivas y tras subir a Primera estuvo en la órbita del FC Barcelona.

La legalización "Hemos autorizado todas las banderas regionales menos la vasca porque no es una bandera regional, es una bandera separatista. Antes de permitir exhibir esa bandera, pasarán por sobre de mi cadáver", bramaba Manuel Fraga como Ministro de Interior en mayo de 1976, poco después de la muerte del dictador. El proceso se aceleró gracias, en buena medida, a la valiente decisión de los jugadores de la Real Sociedad y Athletic de Bilbao que, haciendo frente a la prohibición, la pasearon el 5 de diciembre de 1976. El 16 de enero de 1977, el Ayuntamiento de Etxarri Aranatz convocó a todos los ayuntamientos vascos a una asamblea en la casa consistorial de este municipio navarro. El ministro de Interior entonces, Rodolfo Martín Villa, prohibió inmediatamente el encuentro y la Guardia Civil y la Policía Armada establecieron controles en los accesos, impidiendo por la fuerza el paso a miles de personas que querían arropar a los alcaldes.

Días después, Martín Villa llamó a Madrid a los regidores de Azkoitia, Arrasate, Bergara, Hernani y Oiartzun y aceptó legalizarla con dos condiciones, que no se usara en Navarra y que ondeara siempre con la bandera española. Los alcaldes no aceptaron la primera condición, pero pese a ello, Martín Villa, dio su beneplácito. A partir del 19 de enero de 1977 la enseña pasó a ser legal. Las dimisiones se sucedieron, entre otras las de los gobernadores de Gipuzkoa y de Bizkaia, para El Alcázar se trataba de "un asalto a la unidad de España". En Bilbao, donde vivía el hermano del presidente Adolfo Suárez que era médico, la ultraderecha amenazó con asesinarle e incluso hubo una llamada amenazante sobre la colocación de un artefacto en su edificio, siendo desalojado. A partir del día 19, la gran mayoría de los ayuntamientos vascos, pero también navarros, pasaron a colgar la bandera como sucedió en Huarte, Estella, Bera o en Tafalla, donde se portó durante las fiestas.

En Pamplona no llegó al balcón hasta el 26 de enero, gracias a una moción presentada por el que era alcalde accidental (tras la destitución de Javier Erice por el gobernador civil), Tomás Caballero, asesinado por ETA en 1998. Caballero durante la dura discusión en el salón de plenos para defender que fuera izada junto a la española, la navarra y la de Pamplona, recordó a "quienes dieron su vida por esta bandera a quienes quiero rendir un emocionado homenaje". La plaza del Ayuntamiento respiraba un ambiente de emoción y de fiesta muy distinto al del salón de plenos, donde los abucheos a Caballero fueron constantes.

Dos días negros

23 y 24 de enero. El 23 de enero de 1977, mientras Oriol miembro del consejo de Estado, seguía en poder de los GRAPO, un pistolero ultraderechista asesinó a sangre fría al estudiante Arturo Ruiz, de 19 años, cuando participaba en una manifestación proamnistía en la Gran Vía. El día 24 , María Luz Nájera, una veinteañera universitaria, falleció tras recibir en la cara el impacto de un bote de humo en una manifestación en protesta por el asesinato de Ruiz. Ese mismo día, 24 de enero, el teniente general Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, era secuestrado por los GRAPO. Por la noche, dos ultras asesinan a tiros a 5 abogados y hieren a otros 4 en la calle de Atocha.