Los desafíos que afrontamos como sociedad (escasez de recursos, cambio climático, aumento de población, etc…) están directamente relacionados con la forma en la que producimos y consumimos alimentos. No nos puede resultar extraña, por tanto, la eclosión del FoodTech que hemos vivido en los últimos años. Ha sido y sigue siendo un ámbito hacia el que se ha dirigido la inversión en busca de soluciones, desarrollos y productos innovadores y disruptivos que planteen respuestas a ese futuro incierto. Era habitual ver, año tras año, cómo la inversión en FoodTech iba aumentando.
Pero esa tendencia creciente se ha parado. La inversión FoodTech global se redujo en 2023 en un 61% con respecto a los números del año anterior. ¿Quiere decir esto que no continuamos teniendo esos mismos desafíos por superar? En absoluto. Y tenemos claro que el ecosistema FoodTech va a continuar ofreciéndonos posibles respuestas a los retos que encara la industria agroalimentaria hoy en día. La búsqueda de una cadena alimentaria más sostenible y eficiente, de productos que mantengan su calidad y seguridad pero al mismo tiempo nos ofrezcan salud y sean accesibles, son desafíos que continúan vigentes.
Así lo vemos en el análisis que desde CNTA hacemos del panorama FoodTech a través de nuestro Mapa de Escenarios de Oportunidad, una herramienta elaborada mediante la curación diaria de más de 100 fuentes de información. En este mapa continuamos detectando muchas propuestas y desarrollos que buscan abordar todos esos desafíos.
Uno de esos escenarios destacados es el desarrollo de productos en base a proteínas alternativas. Si bien la proteína vegetal, siempre protagonista en este segmento, también ha vivido un descenso en la inversión (78% menos que en 2022), vemos cómo otras fuentes como la proteína fermentada o SCP despiertan el interés inversor y se traducen en nuevos desarrollos. También ocurre lo mismo con el cell-based, un ámbito que a ojos del consumidor y de la propia industria se antoja aún lejano en lo que se refiere a su penetración de mercado. Sin embargo, hemos visto ya como, en algunos restaurantes exclusivos en Estados Unidos, se ha regulado el consumo de ‘pollo cultivado’. ¿Futurista? Desde luego. Pero, por de pronto, van llegando estas pequeñas píldoras disruptivas.
Cuando hablamos de sostenibilidad, uno de los grandes asuntos es la lucha contra el desperdicio alimentario. En la Unión Europea se desperdician casi 59 millones de toneladas de alimentos al año, lo que equivaldría a 131 kilogramos de residuos por persona y año. Para reducir este problema, una solución que gana en importancia es el upcycling o la valorización de subproductos, cada vez más presente como estrategia en la innovación de producto. Tampoco podemos obviar otras estrategias como el packaging sostenible, un ámbito en el que cada vez se busca más la reciclabilidad de los materiales sin perder la seguridad alimentaria del producto, o la búsqueda de la neutralidad en carbono en las fábricas.
Si nos centramos en el ámbito de la salud, observamos cómo van ganando pujanza los desarrollos en base a pro, pre y postbióticos o los alimentos funcionales. Pero, también, la tendencia de buscar productos con un mejor perfil nutricional, ejemplificada en los anuncios de grandes empresas como Nestlé o Danone para reducir el azúcar y las grases de sus productos en el medio-largo plazo. Además, todo apunta a que seguirán ganando terreno las propuestas enfocadas a satisfacer las demandas de colectivos con necesidades especiales, como personas con disfagia, enfermedades cardiovasculares o patologías del sueño.
No podemos olvidarnos de un ámbito del que llevamos tiempo hablando pero que, poco a poco, va ganando en concreción: la digitalización orientada a la mejora de la eficiencia y la optimización de procesos en el sector agroalimentario. La Inteligencia Artificial está viviendo su ‘gran momento’ y tanto 2023 como el inicio de este 2024 nos están trayendo cada vez más casos de aplicación en nuestro sector. La monitorización de cultivos, la predicción de ventas, o el control de calidad y seguridad alimentaria mediante el análisis avanzado de datos son algunos de esos ejemplos ya palpables.
Podríamos profundizar en estos y otros escenarios y extendernos todavía más. Pero, más allá de elucubrar, desde CNTA creemos en la importancia de la tecnología para la transformación de la alimentación del futuro. Como centro tecnológico, seguimos trabajando en iniciativas que sirvan para dinamizar esa transformación.
Nuestro programa de aceleración e impulso tecnológico Food (Tech)2 Challengers, que en este 2024 llega a su cuarta edición, va a ayudar a siete startups foodtech nacionales a superar importantes retos en ámbitos como la lucha contra el desperdicio alimentario, el desarrollo de productos en base a proteína alternativa o la mejora de características sensoriales. Necesitamos que las startups eclosionen y lleven a la práctica sus grandes ideas, tratando de acelerar su aterrizaje en el mercado.
No nos olvidamos de nuestra apuesta por fomentar la transferencia tecnológica trabajando a riesgo con las empresas, un modelo que estamos abordando a través de EATEX Food Innovation Hub. Ni tampoco de los proyectos transformadores que ya están en marcha dentro del marco del PERTE Agroalimentario en Spain Food Valley, la agrupación de empresas que coordinamos desde CNTA. Necesitamos también que la tecnología llegue de manera efectiva al sector para catapultar la innovación. Que las empresas consigan escalar sus propuestas y lleguen a mercado. Y aquí tenemos dos ejemplos de herramientas tremendamente útiles para facilitarlo.
En definitiva, tenemos grandes desafíos por delante y estamos convencidos de que la tecnología va a ser el vector que permita a la industria agroalimentaria salir airosa de la transformación que estamos viviendo a día de hoy.
*Director general de CNTA