Mil recuerdos se agolpan en mi cabeza, recuerdos de aquellos años en los que éramos unos jóvenes con mil ilusiones, con ganas de descubrir el mundo, de poder viajar. La montaña era nuestra prioridad.

Recuerdo con nostalgia los viajes en la Lumbierina hasta autobuses de Pamplona, desde ahí enfilábamos camino a la Magdalena y allí estaba la familia Aldaya, con la señora Feli Berroeta, todos nos recibían con los brazos abiertos, siempre con una sonrisa, ahí reinaba una amistad incondicional, nos sentíamos como de casa.

También recuerdo que siempre había un plato de comida para cualquiera de los que llegábamos, en esa casa había siempre un ambiente alegre y familiar.

Recuerdo que siempre había gente joven en esa huerta de la Magdalena, con ganas de amistad y libertad, de vivir disfrutando del monte y de la escalada.

¿Cuántos días pasamos juntos escalando en Etxauri?

Tu hermano Javierito y tú fuisteis nuestros maestros, compartíais vuestros conocimientos de montaña y escalada, y siempre nos dabais unos buenos consejos.

Recuerdo tardes de primavera practicando técnicas de escalada en los enormes árboles que había en la huerta. Muchos de esos árboles estaban inclinados, como haciendo la reverencia a las aguas del río Arga. Ese era nuestro gimnasio y nuestro rocódromo.

Nos enseñasteis a descubrir las montañas, a quererlas y a disfrutarlas.

Fue una etapa bonita que siempre recuerdo con cariño y que quedará para siempre en mi retina.

La huerta de los Aldaya, como la conocíamos todos, era el alma mater de la familia, hasta que la fuerza de la burocracia os la arrebató y con ello vuestro método de vida. Pero lo que no pudo arrebatar fue vuestra amistad, vuestra alegría y vuestro cariño.

Iñaki, todos esos valores supiste transmitirlos a todos los que en algún momento formamos parte de tu vida.

Pero si hay una persona que formó gran parte de tu vida esa fue tu querida Lourdes. Fuiste el hombre más feliz junto a ella y disfrutando de tus hijos, María, Amaia, Mikel y tu nieta, pero si algo te caracterizaba era esa sonrisa contagiosa y esa cara de bonachón.

Iñaki, podríamos ponerte muchos adjetivos, pero como tú decías en una entrevista en Berria “soy Iñaki, sencillamente” me gusta todo lo que está al aire libre. Te sentías como un pajarillo de Aranzadi, y ese pajarillo hoy vuela tranquilo por todas las cimas que tanto amabas.

Pero, como decía tu hija, sembraste una buena semilla en todos nosotros y esa semilla sé que fructificará en el mejor de los huertos.