Bromas se hicieron, y muchas, a raíz de las polémicas declaraciones de Alberto Garzón en julio de 2021 sobre el "consumo abusivo" del chuletón, algo tan rico, sabroso y nuestro como el siestear durante las sobremesas del fin de semana o el degustar torrijas en tiempos de carnaval. Incluso decenas de usuarios quisieron quitar hierro (y sal) a las torpes declaraciones del ministro de Consumo recuperando entonces el histórico episodio de Los Simpson en el que Homer, Bart, Marge y Maggie bailan al son del "no conquistas nada con una ensalada". 

Fueron meses en los que ríos de opiniones carnívoras salieron en defensa del sector cárnico español, e incluso quien les escribe cada sábado estas inocentes líneas aprovechó tal ajetreo para improvisar con su cuadrilla en pleno verano una buena escapada de sidrería. Pero la realidad, señoras y señores, no se puede obviar. Y aunque el paladar estalle de emoción y el estómago vibre excitado cada vez que un plato cárnico reposa en la mesa, lo cierto es que el actual consumo mundial de carne de origen animal resulta insostenible.

Tanto que hasta el Santo Padre, preocupado más que nunca por el futuro del planeta, ya reza en verde todas las semanas para que las nuevas generaciones sean más ecológicas, contribuyendo a reducir las emisiones contaminantes. Y sé que esto supone abrir un melón de opiniones enfrentadas, pero hay que señalar que los pedos de las vacas, o mejor dicho sus eructos (el 95% del metano producido por los rumiantes es expulsado a través de su hocico), son los responsables del 36% del metano emitido en el Estado español. Según datos del Ministerio de Agricultura, lo que se traduce en 100 millones de toneladas. Por ello el Papa también ha tomado parte en la jugada, y ha animado a consumir menos carne en un mensaje dirigido a los participantes en la Conferencia Europea de la Juventud, celebrada este mes de julio en Praga.

"Es urgente reducir el uso, no solo de combustibles fósiles, sino también de muchas cosas superfluas e, igualmente, en ciertas zonas del mundo, sería conveniente consumir menos carne, ya que eso puede ayudar a salvar el medioambiente", puntualizó en su exposición el Papa Francisco. Unas declaraciones responsables, pero también difíciles para un pontífice que, como buen argentino, ama la carne y peca con un buen asado.