QUIZá lo que más nos atraiga de Miguel Hernández y nos invite a leer sus poemas es precisamente la lucha por la vida que se percibe en ellos. Sus poemas no son sólo literatura; su poemas son coraje, son dignidad, son libertad y son esperanza de un mundo mejor. Sus poemas son la historia de millones de personas pobres que intentaron salir de aquella pobreza y luchar por una vida mejor. Leyendo poemas como El niño yuntero, nos trasladamos a una época que podríamos compararla con la situación de millones de niños hoy en día: la humillación de estos niños, los malos tratos que sufren, las condiciones en las que viven, sin educación, hambrientos... Pero el poeta nos muestra su espíritu combativo, luchador y generoso, preguntándose a sí mismo quién podrá salvar a estos pobres niños y la respuesta es clara y precisa: será el corazón de la gente buena quien salve a estos niños. En el poema de Los aceituneros el poeta muestra su generosidad y reconocimiento a las clases obreras y jornaleras. Miguel Hernández alaba la sangre, el sudor y el esfuerzo que los jornaleros andaluces derramaron en esos olivos y que la tierra que ellos trabajaron, en alma, es suya y no de los señores, reflejando su ideología comunista. Su generosidad se unió al compromiso que tuvo con la clase obrera, ya que al tratarse de una persona importante y con cierta influencia internacional, el general Franco le propuso que se uniera a su régimen autoritario, pero él rechazó su propuesta porque, como podemos observar en otro de sus poemas Para la libertad, Miguel Hernández amaba la libertad por encima de todo y todo dio por ella.

Muchos verán en Miguel Hernández un republicano rojo, quemador de iglesias y asesino de señoritos, pero esta descripción choca con su Elegía a Ramón Sijé o con su poema Tristes guerras. En el primero, el poeta elogia a su fiel amigo Ramón Sijé, el cual era de ideología conservadora y principios católicos, pero el poeta antepone su amistad a la ideología, y ello le llevó a crear una de las elegías más bellas de la literatura española. En el segundo, Miguel Hernández, que como otros muchos republicanos pensaba que la Guerra Civil sería el modo de acabar con la pobreza y las desigualdades, se da cuenta que la guerra no hace nada más que quitar vidas humanas, que mucha gente está sufriendo por esa guerra, y que el amor debería ser el arma más potente.

No podemos olvidar los poemas amorosos que Miguel Hernández hizo como Canción del soldado esposo o Te me mueres de casta y sencilla. En ellas el poeta trae a la memoria a su mujer, su belleza y, en general, la ausencia que siente en las trincheras de su amor.

Por todo esto invito a que la gente lea los poemas de Miguel Hernández, no como un conjunto de versos bonitos, sino como la lectura de una parte de nosotros, una parte amorosa y luchadora que todos tenemos. Y en el caso, como es el mío, de que alguien tenga ascendencia andaluza, como una parte de nuestra historia. Una historia que muchas personas han intentado empujar hacia la libertad, y si hoy día tenemos las libertades y derechos que tenemos es gracias a toda esa gente que luchó hasta la muerte para conseguirlas. Y aunque hoy ignoramos esa lucha, es nuestro deber recordar y homenajear a aquellas gentes que murieron en tiempos oscuros ahora que la oscuridad se va pasando. Miguel Hernández es parte de esa historia y de esa gente y, por todo ello, muchas gracias.

Aitor Cabodevilla

IES Iturrama