Proponía el otro día mi amigo el inverosímil pamplonés Fermín Huarte que en Navarra en vez de hablar del cuento de Pedro y el lobo lo hiciéramos de Jiménez y el lobo. La propuesta de locución endémica a la postre se ha tornado profecía: Jiménez ha anunciado en tantas ocasiones que venía el lobo -esto es, que el gobierno de coalición entre UPN y PSN se rompía-, que cuando al final ha llegado nos ha pillado a todos por sorpresa. Todo apunta a que el propio político pitillés ha sido el primer sorprendido. Barcina le ha asestado una dentellada letal cuando menos se lo esperaba. Y le ha mordido donde más le duele: en el sillón de diputación. Se queda sin trono de vicepresidente foral. Habrá que ver cuánto le dura el de secretario general de su partido. Su victoria en el congreso del PSN es muy reciente. Pero el gobierno de coalición socio-regionalista, presentado en su día como sólido y estable, tenía menos de un año, y ha acabado como ha acabado. La victoria de Jiménez se presumía falta de base sólida desde el principio. Y su endeblez actual no es una presunción, sino una realidad palmaria. Hay quien afirma que la campaña presentada ayer por el Ayuntamiento de Pamplona para evitar saltos desde la fuente de Navarrería va dirigida a él. Hay quien añade -en Twitter- que si salta de la fuente y quienes lo tiene que recoger son las gentes del PSN, el batacazo será histórico, como las derrotas electorales que su partido ha padecido bajo su dirección general. El apoyo del aparato del partido tenía mucho que ver con el reparto de puestos en el Gobierno. Y el enfado de las bases socialistas y su entorno por el papel de mamporrero jugado por el PSN en el gobierno de coalición para aplicar recortes antisociales es palpable a pie de adoquín, visible tras innumerables pancartas. Con Jiménez en estado catatónico, está por ver qué hace PSN. Si juega como ha hecho durante décadas a amagar pero no dar al Gobierno desde la oposición. O da y fuerza unas elecciones anticipadas. Ninguna de las dos opciones parece buena para PSN. También habrá que ver qué hace el resto de la oposición -o, más exactamente, la oposición real-. Con un agujero de proporciones insondables en las arcas forales, la posibilidad de acceder a Diputación con Jiménez de cabeza de cartel no creo que los entusiasme. Como decía ayer el colega -por partida doble: amigo y compañero de trabajo de Berria- Joxerra Senar, vienen tiempos muy jodidos en general, pero muy interesantes en lo político.
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