lo dijo García Lorca e insiste Teresa Viejo: "Que el tiempo nos encuentre". Lo podía decir también el cultivador de la plantación de Noáin, pero no estará el hombre para dichos. Hoy, la cosa de los cogollos, con sus reguladores de ph y sus calefactores, es objeto de detención, y mañana igual te lo ficha el CEIN para sus recientes iniciativas, el Vivero Autónomos o la Aceleradora Empresarial, que no de partículas. En fin, ver venir. Digamos que las cosas tienen su momento.
Algunos no lo acaban de entender, y en este sentido siento ser portadora de malas noticias, pero al parecer, y si nada lo remedia, vuelve la riñonera. Creo que ustedes debían saberlo y peor sería que se enteren por ahí. Por París deben de andar los creadores dale que te pego al más hortera de los complementos. No va la moda por lo que vemos sobrada de inspiración, y sé lo que es eso porque tampoco yo atravieso mi mejor momento creativo. Vaya con ellos mi comprensión, pero conmigo que no cuenten. Se me ha pasao el tempero. Soy más partidaria, cuando no aguantas el bolso en el hombro, de cambiar de agujero la correa de la bandolera y enrollarlo a la cintura así sobre la marcha, sin darle carta de naturaleza. Lo veo mucho más casssual, y no te compromete a nada. Mañana, al surco del hombro otra vez.
Por fortuna, otros gremios andan más despiertos, este es el caso de los investigadores escandinavos que están listos para enseñar al mundo la primera versión de su traductor de pensamiento de perros. Como trabajadora navarra que soy y por tanto feliz (lo dice un estudio, que somos los trabajadores más felices), lamento sin embargo constatar que a veces nos equivocamos. Dice el estudio que los navarros creemos que los más felices en su trabajo son los artistas, muy por encima de los investigadores. Y en este caso hemos dao en hueso. Tiene que dar mucha más felicidad entender a un golden retriever que insistir con la riñonera, dónde vas a parar.