Con la participación ciudadana más baja desde que se implantó este sistema de elección, hecho que, parece, ha causado cierta sorpresa en el seno de nuestro Ayuntamiento en su conjunto, o al menos a nivel individual en el primer edil pamplonés. Sin embargo, entre los ciudadanos de a pie los parámetros han sido de lo más normal ya que la selección de carteles, no solo este año sino de anteriores ediciones, quedan muy alejada del concepto que la ciudadanía tiene de lo que debe ser la realidad del cartel anunciador de nuestras fiestas. Llevamos unos años en el que el desajuste entre lo propuesto por los artistas, la escasa imaginación del jurado seleccionador sobre la pretensión última de lo que debe ser la propuesta anunciadora de nuestra semana más internacional y festiva, y el pensamiento ciudadano sobre el tema demuestra un disloque bastante profundo. Y el problema no es de los pamploneses y su escasa participación en señalar el ganador del concurso, más bien buena culpa la tienen los componentes del jurado al no elegir adecuadamente los carteles finalistas, puesto que nadie puede negar que, entre más de 500 obras presentadas este año, las ocho finalistas eran las mejores, o al menos las que más se acercaban a la idea de plasmar adecuadamente lo que, en su momento, Hemingway dijo que era la fiesta. Así es que, desde el Ayuntamiento, muy sibilinamente se quiere dejar en el aire una cierta culpabilidad del resultado final, cuando, desde el propio Consistorio, no se han sabido hacer las cosas adecuadamente. ¿Será falta de imaginación de todos los componentes?
Hay que darse cuenta que la elección de un cartel anunciador es eso, anunciador -de lo que sea-, y dirigido esencialmente al foráneo, al extranjero, al posible visitante e incitarle a que recale en el lugar, de una forma visual, de que pase por ese sitio, en este caso Pamplona, y a decir verdad en los últimos años ¿los carteles anunciadores de nuestros Sanfermines invitan a hacerlo? O más bien, y en el mejor de los casos, la pregunta es, ¿qué es eso? incluidos buena parte de quienes entienden el texto. La realidad es que el Ayuntamiento, el jurado o la persona encargada de este tema mucho tendrá que cambiar para que la participación ciudadana aumente su participación en la elección del cartel, empezando, sobre todo, por una mejor, más seria, más adecuada forma de elegir las obras finalistas. Resulta evidente que el ciudadano pamplonés no quiere probaturas de ningún tipo con el cartel, hecho que los responsables del tema pretenden llevar a cabo.
Por otra parte, ahora que ya se sabe cuál es el cartel, lo menos que puede hacer el Ayuntamiento es darse un poco -sólo un poco- de prisa a la hora de confeccionar el programa festivo y sacarlo a la venta con mayor antelación de lo que lo viene haciendo en los últimos tiempos, ya que hacerlo con una semana escasa para el comienzo festivo en recuerdo al santo morenico, no parece muy apropiado y demuestra una falta de previsión en el momento de adecuar los tiempos ante una situación a plazo fijo. Ante esto cabe preguntarse, ¿tanto cuesta adelantar unos días su venta? ¿Es pedir mucho?