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Al menos lo intenté

Desde hace mucho tiempo las enfermedades mentales han sido satanizadas. Se ven con prejuicios que causan en ocasiones muchos perjuicios. Es por eso que la totalidad de los pacientes que hemos estado, estamos y estarán en este centro queremos dar gracias y romper una mitificación producida por películas como Alguien voló sobre el nido del cuco. Nosotros/as tenemos un problema, una enfermedad, un... como se quiera llamar. Simplemente que en vez de una forma física está dentro de nuestras cabezas?, pero como el resto del mundo. Todo el mundo tiene sus procesos de angustias, mini depresiones, psicosis, etcétera, pero solo algunos somos capaces de admitirlo y tener la valentía de afrontarlo y mirar al frente y admitir nuestra enfermedad con la sencillez que lo haría un diabético.

Pero, indudablemente, esto no sería posible sin los profesionales que trabajan en este centro. Nuestra mejoría en un ámbito tan delicado como es el de la salud mental es gracias a la dedicación de dichos trabajadores, que nos apoyan no solo a nosotros, sino también a nuestras familias y allegados.

Nos atienden y entienden a encontrar nuestras debilidades, mentiras, miedos, fortalezas? En definitiva, a sacar lo mejor y peor de cada uno. Es por ello que acaban siendo nuestros amigos, compañeros, y los sentimos como una familia. Ese factor, la confianza y el no prejuicio va más allá de la atención médica, creyendo de nuevo en la vida cuando algunos casi la veíamos perdida.

Desde estas palabras queremos, en primer lugar, dar las gracias a la persona que te atiende en la entrada con una sonrisa que enciende la luz hasta ese momento apagada. Esas enfermeras que con sus mágicas pociones consiguen que nos encontremos mejor, pero además nos dan la mejor pastilla que son sus abrazos y su alegría.

Cómo olvidar a los educadores sociales, que además de ayudarnos a crear y fomentar nuestras habilidades artísticas, nos enseñan a movernos por este mundo.

No queremos olvidarnos de las chicas que han estado haciendo sus prácticas, pero que podemos afirmar que son ya profesionales, donde hemos aprendido mutuamente lo que significa este mundo. (La salud mental)

Nuestra psicóloga, que gracias a su forma de enseñarnos a enfrentar los problemas han conseguido convertir tormentas en preciosos amaneceres.

Y las trabajadoras sociales, esa intermediaria entre nosotros y nuestros seres queridos, pero que además de todo eso nos has hecho volar con sus bailes y relajaciones a un mundo de fantasía que se ha convertido en real.

Y, por último, a la directora y psiquiatra, cuya sinceridad, en ocasiones dolorosa, su comprensión, y por qué no decirlo, su dureza dulce, nos ha removido hasta reaccionar.

Solamente queda dar gracias a todos los paciente o compañeros o amigos que han pasado, están y están aquí. Porque al final hemos creado nuestra pequeña familia, con sus secretos y confianzas, con sus besos, abrazos y comprensión, que es lo que nos está ayudando a nuestra recuperación.

Simplemente gritar a los cuatro vientos que os regalamos una sonrisa, porque aunque no cuesta nada, lo vale todo. Nosotros echamos un órdago a la vida.

P.D. Nos gustaría añadir que desde las instituciones hiciesen más caso a la salud mental, porque está claro que los recursos actuales son insuficientes con largas listas de espera provocada en parte por la situación actual de crisis y paro, haciendo que aumenten los casos.

Carta abierta de los pacientes del Pabellón Blanco, Hospital Psiquiátrico de Día Complejo Hospitalario de Navarra